El bitcoin y el sueño de ser una moneda legal
Esto es lo que falla en el plan de criptomonedas puesto en marcha en El Salvador y los argumentos poco rigurosos del presidente Bukele
Nayib Bukele, presidente de El Salvador, se ha puesto unos ojos láser, al menos en su perfil de Twitter. Los ojos láser es algo que se ponen los usuarios de las redes sociales en su foto para demostrar que aman la criptodivisa, y Bukele demostró su criptoentusiasmo al hacer que El Salvador se convierta en el primer país del mundo en hacer del bitcoin una moneda de curso legal.
El Parlamento de El Salvador aprobó la legislación propuesta por Bukele el 9 de junio, unos días después de que este anunciara su plan. La ley entrará en vigor en septiembre.
Algunos seguidores del bitcoin han aprovechado este hecho como un paso hacia una aceptación mucho más generalizada. Pero las fluctuaciones del valor de mercado desde que Bukele anunció su plan refuerzan las dudas a los criptoescépticos.
En los últimos días el valor del bitcoin alcanzó los 40.000 dólares y los 31.428 dólares. En el último mes ha caído desde los 58.000 dólares. Este no es el tipo de volatilidad de precios que los gobiernos esperan para una moneda.
Estas fluctuaciones demuestran la debilidad del bitcoin como alternativa viable a las monedas de los bancos centrales: esto solo es bueno para las operaciones en las que no se quiere dejar rastro y como inversión especulativa.
Entonces, ¿en qué está pensando Bukele al pretender que el bitcoin sea de curso legal para este pequeño país centroamericano (de unos 6,5 millones de habitantes) cuya economía representa menos del 0,05 por ciento del PIB mundial?
Qué significa que el bitcoin sea de curso legal
Antes de llegar a eso, es preciso aclarar qué significa hacer que el bitcoin sea de curso legal. El uso del bitcoin ya es legal en El Salvador, como en la mayoría de los países. Si se quiere pagar en bitcoins y el destinatario está dispuesto a aceptarlos, no hay ningún problema.
Hacer que el bitcoin sea de curso legal significa que el beneficiario tendrá que aceptarlo. La nueva legislación establece que «cualquier agente económico deberá aceptar el bitcoin como pago cuando se lo ofrezca quien adquiere un bien o servicio».
La decisión de El Salvador no es tan importante como lo sería para la mayoría de los países, porque es uno de los 12 países, la mayoría de ellos microestados como Andorra y Nauru, que no tienen moneda propia (o una moneda común como el euro).
El Salvador abandonó su propia moneda (el «colón», llamado así por Cristóbal Colón) en 2001 y adoptó el dólar estadounidense como moneda de curso legal. Este proceso de «dolarización oficial» se consideró una reforma prevista para frenar la inflación y fomentar el comercio con los Estados Unidos (su principal socio comercial, con diferencia).
Así que El Salvador tiene menos que perder que otros países a la hora de adoptar una segunda moneda de curso legal.
No existe controversia sobre la pérdida de soberanía y de autonomía de la política monetaria. No se perderán las ventajas por monetización, es decir, el beneficio obtenido por la emisión de moneda que reporta mucho más que el coste de fabricación.
Dos monedas lo complican todo
Pero tener dos monedas de curso legal complica las cosas, sobre todo si una de esas monedas está sujeta a fuertes oscilaciones de valor.
La nueva ley contiene disposiciones como la de que «todas las obligaciones dinerarias en dólares, existentes antes de la fecha de entrada en vigor de la presente ley, podrán pagarse en bitcoin».
Incluso esto es complicado. ¿Cómo y quién determinará la cantidad de bitcoins necesaria para pagar una deuda? ¿Se basará en el precio del bitcoin en el momento en que se contrajo la deuda o en el momento del vencimiento?
La diferencia, incluso de unos pocos días, puede ser muy significativa.
Es poco probable que los grandes fondos empiecen a invertir en El Salvador
Si se espera que el precio del bitcoin vaya a subir, ¿por qué vas a querer comprar cosas con él? ¿Por qué no esperar? Si la expectativa es que el precio va a bajar, ¿por qué querrías aceptarlo?
Para la mayoría de las operaciones, el uso de dólares estadounidenses seguirá siendo lo más sensato. Así que hacer que el bitcoin sea de curso legal podría contribuir a desestabilizar la economía de El Salvador.
Las cosas habrían sido más sencillas si El Salvador hubiera adoptado una «moneda estable» con un precio fijado en un dólar estadounidense, como el tether, la tercera criptodivisa más importante.
Pero una medida así no habría copado tantos titulares y habría anulado la aparente razón por la que Bukele ha defendido esta medida.
El razonamiento de Bukele, emitido a través de Twitter el 6 de junio, es que el bitcoin tiene «una capitalización de mercado de 680.000 millones de dólares» y si el 1 por ciento se invierte en El Salvador, «supondría un aumento de nuestro PIB de un 25 por ciento».
Argumento poco riguroso
Este argumento, que parece ser el único «análisis» que Bukele ha hecho público, no parece muy riguroso.
La capitalización bursátil hacer referencia a la valoración de una empresa en bolsa, basada en la multiplicación del precio de la acción por el número de acciones.
Los 680.000 millones de dólares de capitalización de mercado del bitcoin a los que se refería Bukele representan el valor de mercado de la moneda multiplicado por el número de bitcoins creados hasta la fecha. (A modo de comparación, la capitalización de mercado de los 63.000 millones de monedas en circulación de tether es de 63.000 millones de dólares)
Pero es una lógica errónea pensar que el valor total del mercado del bitcoin es igual al dinero que los propietarios de bitcoins de todo el mundo quieren invertir en cualquier lugar.
En muy pocos casos, la gente compra bitcoins para invertir en otras cosas. Los bitcoins son su inversión. Es poco probable que tanto los grandes fondos como el titular medio de bitcoins vaya a querer empezar a invertir en El Salvador.
La inversión extranjera tampoco es un componente del PIB (que es el valor de las operaciones de mercado en una economía). Los extranjeros que utilicen bitcoins para comprar activos como terrenos en El Salvador harían subir su precio, pero no necesariamente aumentarían el PIB.
Un aumento de la inversión extranjera en nuevas infraestructuras y empresas que aumenten la capacidad productiva sí contribuiría al PIB, pero no hay ninguna razón para pensar que conferir al bitcoin el estatus de moneda de curso legal vaya a hacer que esto sea más probable.
El caso de las transferencias
Una segunda razón esgrimida por Bukele es que el bitcoin «tendrá 10 millones de nuevos usuarios potenciales» y es «la forma que más rápido crece de transferir 6.000 millones de dólares al año en remesas».
Al parecer, esto se refiere tanto a la población de El Salvador (unos 6,5 millones) como a los salvadoreños que viven en el extranjero, muchos de los cuales envían dinero a su país para ayudar a sus familias. En 2020, estas remesas ascendieron a 5.900 millones de dólares, el 23 por ciento del PIB de El Salvador.
Si bien es cierto que cualquier criptomoneda puede facilitar unas transferencias más eficientes (sin los cargos que aplican los bancos), la importancia de las remesas para la economía salvadoreña apunta a otra cuestión. El Salvador es un país pobre, con una de las tasas de uso de Internet más bajas de América: el 33 por ciento en 2017, según datos del Banco Mundial.
¿Quiénes están preparados para este experimento?
¿Cuántos vendedores, vendedores ambulantes o agricultores están preparados para poder realizar operaciones con criptomonedas? Lo más que probable es que el dólar vaya a seguir siendo la moneda por defecto.
Las ventajas de hacer del bitcoin una moneda de curso legal no están nada claras.
El Salvador ya está viviendo subidas de los tipos de interés, a medida que los inversores internacionales se van mostrando preocupados por el movimiento. Se teme que un uso más generalizado del bitcoin pueda favorecer la economía sumergida y la evasión fiscal.
Por el bien del pueblo salvadoreño, esperemos que tenga éxito.
Pero lo más probable es que sea una prueba más de lo inadecuada que resulta la criptodivisa para su uso como moneda real; la confirmación de que el bitcoin no es más que una apuesta de especulación. ● Un artículo de The Conversation a través de Reuters Media