La asociación de antiguos enemigos
Londres y París vetaron a Uber. Después de pasar unos meses en la esquina de pensar, la app encuentra cómo ser una aliada imprescindible
Las autoridades londinenses revocaron en 2019 la licencia de Uber Technologies para operar en la ciudad por segunda vez en poco más de dos años. El alcalde de Londres, Sadiq Khan, hizo referencia a un «patrón de fallos» en relación con la comprobación de antecedentes y la verificación de la identidad de los conductores. El CEO de Uber, Dara Khosrowshahi, respondió en Twitter, calificando la decisión de «sencillamente equivocada» y se comprometió a hacer todo lo necesario para recuperar la licencia.
Un año más tarde, la compañía ganó la apelación y, estos días, Khosrowshahi se ha apresurado a hablar de «la visión del alcalde Khan» y a destacar la sólida relación que mantiene Uber con la ciudad. Khosrowshahi se reunió con Khan en noviembre. En marzo, la ciudad concedió a Uber una nueva licencia de dos años y medio con la que competir con los icónicos taxis negros que recorren las calles de la capital británica. Los dos hombres han descubierto que pueden ser aliados mientras persiguen un objetivo difícil de alcanzar: que haya más vehículos eléctricos en las calles.