La frustración de los censores chinos
En China la censura ya se subcontrata. Pero ni así Pekín logra sus objetivos. El juego del ratón y el gato continúa. Y la frustración de los censores, también
En la madrugada del 14 de abril, la estrategia en redes sociales del Partido Comunista Chino perdió el rumbo. Todo comenzó cuando las cuentas de los medios de comunicación estatales en Weibo, el equivalente chino de Twitter, promovieron el hashtag «Estados Unidos es el país con el mayor déficit de derechos humanos».
Decenas de miles de internautas chinos volcaron la acusación en Beijing. Sus críticas no solo iban dirigidas a la respuesta china al Covid-19 con estrictas órdenes de confinamiento en los hogares y mínimas ayudas económicas a las familias, sino también versaban sobre problemas sociales más amplios: las largas jornadas de trabajo, los elevados precios de la vivienda, la violencia contra las mujeres y la censura en sí misma.