‘Paracaidistas’ contra Ayuso
Entre todas las escaramuzas políticas que se libran este mes, la batalla de Madrid ocupa un lugar nuclear en los planes de los partidos. Sánchez se plantea recurrir a paracaidistas
El desenlace de las próximas elecciones generales pasa por los resultados de las elecciones autonómicas y municipales de la próxima primavera. Y el resultado de esos comicios pasa, sobre todo, por Madrid. No es extraño, por tanto, que entre todas las escaramuzas políticas que se libran desde el retorno de vacaciones, la batalla de Madrid ocupe un lugar nuclear en los planes de los partidos.
Las elecciones de mayo no solo deberían consolidar las tendencias que apuntan todos los sondeos, excepto el del CIS, sobre la progresión del Partido Popular en su pugna por recuperar el poder. Confirmarán, o no, si el hilo central del discurso de cada contendiente es el más eficaz para conquistar o conservar la Moncloa.
El equipo de Alberto Núñez Feijóo cuenta con que una derrota del Partido Socialista parecida al descalabro de Andalucía decida la suerte de Pedro Sánchez. Sea porque pierda en las elecciones generales que deberán celebrarse antes de que acabe 2023 o porque un fracaso en mayo precipite un desenlace que, tras la vuelta del verano, va tomando cuerpo como hipótesis de trabajo: que Sánchez decida no volver a presentarse.
La carrera autonómica y municipal no solo condicionará al presidente del Gobierno y al partido que lidera. Influirá también sobre el tono y el contenido de la estrategia popular para alcanzar la Moncloa. Si Isabel Díaz Ayuso renueva contundentemente la victoria que obtuvo en 2021 (en la que dobló los votos que logró en 2019), el discurso de Feijóo tendrá que mantener el complicado equilibrio actual entre su postura moderada y la agresividad antisanchista que practica sin tregua la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Impedir una espiral
La duda que deberán despejar los populares es si el atractivo de Ayuso, una suerte de conservadurismo libertario, funciona con la misma eficacia en los territorios y ciudades que el PP espera arrebatar a la izquierda: la comunidad valenciana y su capital, Aragón, Castilla-La Mancha y la plaza con que el PP añora culminar su triunfo en Andalucía, el Ayuntamiento de Sevilla.
La ambición del PP –y el reto personal de su presidente— es doble: vencer en todas las contiendas de 2023 y, además, hacerlo con un margen que le permita prescindir de Vox. El calendario electoral tiene un carácter auténticamente existencial para toda la izquierda, particularmente, para el PSOE. Y no solo para el futuro de Pedro Sánchez sino para el del partido más longevo (144 años) de la política española.
En la calle Ferraz se mira con aprehensión la espiral que, en pocos años, ha llevado al Partido Socialista francés desde la hegemonía hasta la irrelevancia. Impedir que un proceso similar aflija al socialismo español es el reto al que tiene que enfrentarse Pedro Sánchez.
A diferencia de la Comunidad de Madrid, el PSOE sí ve opciones en la lucha por el Ayuntamiento
La estrategia con que el PSOE ha lanzado la carrera electoral –el Gobierno de la gente— se ha topado hasta ahora con un problema capital: los logros que reivindica el Ejecutivo de coalición no bastan para compensar en las encuestas el desencanto de su electorado tradicional ni el renovado vigor del Partido Popular. Y tampoco lo ha logrado el elevado perfil internacional que ha adoptado el presidente del Gobierno.
Un viejo aforismo afirma que toda la política es local. En ese contexto, Madrid se perfila como crucial. Aunque no lo reconozca, el equipo de Sánchez da por perdida la pugna por la Comunidad. La única incógnita –y la única señal alentadora para los socialistas— es que su candidato, el secretario regional, Juan Lobato, consiga recuperar al partido del descalabro de 2021, cuando pasó de ser la primera fuerza de la Asamblea de Madrid, con 37 escaños, al cuarto lugar, con 24 actas.
¿Otro ‘paracaidista’?
Donde el PSOE sí cree que existe una posibilidad es en la lucha por el Ayuntamiento de la capital. A diferencia de una Isabel Díaz Ayuso a la que se da por inexpugnable, el cálculo de Ferraz es que se puede derrotar a José Luis Martínez-Almeida si se dan dos circunstancias: un candidato eficaz y que el resultado de las restantes fuerzas de izquierda (Más Madrid y Unidas Podemos) permita alcanzar la mayoría de los 57 concejales que componen la corporación y devolver así el Ayuntamiento a la izquierda.
Las encuestas, de momento, indican que la segunda de estas condiciones está lejos de cumplirse. Más Madrid dejaría de ser la primera fuerza con una caída significativa, mientras que el PP recuperaría la primera posición al hacerse con la práctica totalidad de los votos que en 2019 fueron de Ciudadanos y buen parte de los de Vox.
El PSOE ya salió escaldado con el fracaso del último ‘paracaidista’, Pepu Hernández
Para cumplir la segunda premisa, el PSOE se debate entre tirar de partido (Margarita Robles, Fernando García Marlaska, Pilar Llop) o confiar en «un independiente con tirón». El nombre con que más se ha especulado es el poeta, y viudo de Almudena Grandes, Luis García Montero.
Sin embargo, esa posibilidad, u otra similar, deberá superar las reticencias internas del partido, escaldado con el fracaso del último ‘paracaidista’, el ex seleccionador nacional de baloncesto, José Vicente –Pepu— Hernández. La afirmación de Juan Lobato, a principio de esta semana, de que el partido ya tiene «el nombre» de su candidato genera la duda de si trata de una decisión aceptada por el aparato socialista madrileño o un torpedo destinado a desbaratar una operación dirigida desde la Moncloa.
La respuesta, si el PSOE cumple con su propio calendario, se sabrá en diciembre cuando se cumpla con el trámite de las primarias.
Mientras tanto, todas las posibilidades permanecen abiertas. Particularmente la de que Pedro Sánchez recurra otra vez a la chistera.
Impuestos y paraísos
Los estrategas socialistas resumen su plan para resistir el embate electoral del Partido Popular en desmontar –es la palabra que utilizan— el discurso de Alberto Núñez Feijóo. Obligado por las circunstancias, Pedro Sánchez ha optado por elevar la retórica tradicional de la izquierda en la esperanza de recuperar parte de los votos que se le han ido hacia la derecha.
Ese giro se concreta en caracterizar a Feijóo como un «instrumento de las eléctricas», que pretende impedir que las grandes corporaciones asuman una parte mayor del esfuerzo por superar la crisis desatada por la inflación y el precio de la energía.
Los impuestos, en definitiva, siguen latiendo en el centro de la pugna entre el modelo liberal y el socialdemócrata. La diferencia entre uno y otro estriba en la intensidad con que se aplique la filosofía fiscal de cada opción y el volumen del debate público que interese en cada momento.
Y ahí es donde entra la política impositiva de Isabel Díaz Ayuso y el lenguaje con que la preconiza. La presidenta madrileña ha hecho de la reducción del tramo autonómico del impuesto sobre la renta y de la bonificación de la totalidad del de patrimonio el eje central de su política económica. El éxito de la región, en su planteamiento, se debe a que –además de ubicación, infraestructuras, territorio y población— tiene una fiscalidad amable con la actividad empresarial.
Tras su triunfo electoral del pasado mayo, el presidente andaluz, Juanma Moreno, ha decidido seguir la senda de Ayuso. Por eso, hacía oficial la eliminación del impuesto patrimonial y la deflactación de un 4,3 por ciento en la cuota del IRPF. La Junta de Moreno confía que esas medidas, y otras futuras, detengan la emigración de empresas y fortunas andaluzas a Madrid y, eventualmente, atraigan a nuevos residentes fiscales que compensen con creces la pérdida de ingresos.
Isabel Díaz Ayuso saludó la decisión de sus correligionarios andaluces con un tuit sumamente significativo: «Bienvenidos al paraíso». No hizo falta añadir a qué se refería. La guerra fiscal se acaba de intensificar en España. Y la han desencadenado los dos líderes regionales claves para las ambiciones presidenciales de Feijóo.