Biden respeta la herencia anti ESG de Trump con las petroleras
Chevron y Exxon siguen muy lejos de las inversiones en descarbonización que están realizando compañías como Repsol, TotalEnergies o BP, mucho más presionadas por los reguladores. Aunque la tendencia comienza a revertir
Las grandes petroleras estadounidenses están muy lejos de sus pares europeas en el gasto para financiar su descarbonización.
Parte de la herencia que la Administración Trump dejó al actual presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, pasó por una regulación mucho más laxa para obligar a las grandes petroleras a cumplir con sus planes de descarbonización.
Las estrategias para llegar a los objetivos Net Zero de gigantes como Exxon o Chevron se está desarrollando más lentamente que las de BP, Shell o Repsol, mucho más presionadas por las instituciones y la Justicia europea para dar una marcha más al desarrollo de iniciativas climáticas. Además, los objetivos estadounidenses son menos ambiciosos que los europeos.
A lo largo del pasado ejercicio, el Gobierno Biden puso en marcha algunas políticas para revertir la situación. El Departamento de Trabajo rechazó implementar una serie de normativas que empujaban a los fondos de inversiones a no adoptar criterios ESG en sus políticas. La Comisión de Bolsa y Valores (SEC, en inglés) también se sumó al anunciar la creación de un grupo de trabajo especializado en cambio climático e inversión sostenible.
Pese a ello, y aunque las petroleras han venido mostrando cierta opacidad a la hora de presentar sus estrategias climáticas, las cifras que hasta ahora han destinado reflejan la distancia que aún mantienen las compañías estadounidenses respecto a las europeas.
Exxon y Chevron: 'esfuerzos' insuficientes
Las petroleras, con el crudo por encima de los 90 dólares por primera vez en siete años, han aprovechado su buen momento financiero para actualizar sus planes de descarbonización.
Exxon, por ejemplo, anunció tras la presentación de sus resultados anuales que remodelará su estructura organizativa en tres nuevas líneas comerciales: su unidad de producción de petróleo y gas upstream, el negocio de refino y productos químicos y una nueva unidad de transición energética, Low Carbon Solutions.
A finales de enero anunció, además, el adelanto de parte de sus objetivos Net Zero hasta 2027 tras una larga campaña del activismo. En especial del fondo Engine No.1, que logró introducir dos candidatos en el consejo de la petrolera en mayo del año pasado con el objetivo de acelerar la hoja de ruta climática.
En total, Exxon planea gastar 15.000 millones de dólares hasta 2027, a razón de un promedio de 2.500 millones anuales.
Una cantidad menor en comparación con los 15.200 millones de efectivo que la petrolera manejó solo en el cuarto trimestre del año pasado, según datos de Bloomberg.
Centrada en su plan de recompra de 10.000 millones de dólares, y con la reducción de la deuda como otra de las prioridades, los planes de descarbonización podrían tener impacto en las futuras cuentas. “El aumento del gasto podría afectar el flujo de efectivo, especialmente si Low Carbon Solutions obtiene inversiones adicionales o efectivo para fusiones y adquisiciones”, detallan los analistas de Bloomberg Intelligence en un comentario.
Chevron, por su parte, también realizará un ‘esfuerzo’ insuficiente para acercarse a las petroleras europeas. “En 2021 entregamos un flujo de efectivo libre récord y aceleramos nuestro progreso hacia un menor futuro del carbono”, dijo el consejero delegado, Mike Wirth, tras la presentación de los resultados hace un par de semanas.
Wirth presumió de que la empresa “triplicó su inversión de capital planificada” asociada a los planes de descarbonización. Chevron contempla, según sus última revisión, destinar 10.000 millones de dólares hasta 2028; una cantidad incluso por debajo de la de Exxon o de los beneficios que registró en el ejercicio de 2021, en el que se embolsó más de 15.000 millones de dólares. En términos anuales, supondría una inversión de algo menos de 1.500 millones.
El gasto se duplica en Europa en dos años
La diferencia es abismal respecto a los avances del mercado europeo. Un informe de la consultora norteamericana Mckenzie Wood de diciembre apuntó que el gasto en renovables de las ‘majors’ europeas se duplicó el año pasado en comparación con 2019.
Con datos de BP, Shell, Repsol, TotalEnergies y Equinor, las mayores del sector petrolero europeo, el gasto medio anual de estas compañías para proyectos climáticos fue de 2.000 millones de dólares; un 10 por ciento de las inversiones totales.
Sin embargo, el gasto promedio anual que se espera para los próximos ejercicios es de 4.000 millones de dólares, lo que supondría casi el 25 por ciento del total de sus inversiones. Aquí cobra protagonismo la revisión de Repsol de su estrategia, que adelantó su hoja de ruta ‘verde’ y planea invertir el 35 por ciento del capital para inversiones hasta 2025, “el objetivo más agresivo” según Mckenzie.
Los analistas consideran que la diversificación geográfica es cada vez más importante para los proyectos renovables en Europa, ya que “la intensificación de la competencia está obligando a las empresas a mirar más lejos para aprovechar nuevas oportunidades”.
Exigencias que las petroleras se toman en serio. Por ejemplo, BP y Equinor planean su expansión en 17 y 14 países, mientras que TotalEnergies “ha establecido una red de 50 ‘exploradores de energías renovables’ en 50 países”.
Los analistas de Mckenzie destacan también a la noruega Equinor al tener la “estrategia de crecimiento más agresiva”, por la que la energía renovable aportará hasta el 15 por ciento del flujo de efectivo operativo en 2030.
Entretanto, las ‘majors’ estadounidenses apenas han empleado un máximo del 2 por ciento de su presupuesto de gasto anual, en el caso de Chevron. Exxon, por su parte, apenas ha realizado inversiones por valor del 0,15 por ciento. Incluso sus más recientes anuncios para acelerar su descarbonización solo implican llegar a un gasto máximo del 10 por ciento, la tercera parte de lo que planean algunas de las europeas más ambiciosas.