Biden se lanza a frenar la minería de carbón como incentivo para impulsar las renovables
La Administración demócrata va a llevar a cabo una revisión del negocio de extracción de carbón en terrenos federales y si esta medida tiene impacto en las arcas públicas
La Administración demócrata encabezada por el presidente Joe Biden va desglosando, con cuentagotas -pero de forma continua-, medidas con las que trata de impulsar el uso de energías renovables y frenar el de los combustibles fósiles.
El último movimiento está centrado en la producción de carbón. Aquella que se desarrolla en terrenos públicos, controlados por la Administración federal, y que suponen cuantiosos ingresos para la Hacienda del país.
En concreto, el Gobierno de Biden va a llevar a cabo una revisión formal de la extracción de carbón en los citados terrenos federales, con el objetivo de conocer cuál es su impacto en el cambio climático y que consecuencias conllevaría un cambio en el modelo de esta actividad en las arcas públicas y, también, en el empleo.
Actualmente, el carbón es el principal combustible empleado en las centrales eléctricas estadounidenses, según desglosa la agencia Reuters.
Menor competitividad
Así lo ha sido a lo largo del último siglo y pese a que, en los últimos diez años, su uso se ha ido reduciendo debido a la menor competitividad de los precios del carbón respecto a otros combustibles, principalmente el gas natural.
Según la citada información, la extracción de carbón en terrenos públicos ha permitido a la Administración federal alcanzar unos ingresos de 377,7 millones de euros (el equivalente a 325 millones de euros) durante el último ejercicio fiscal.
Sin embargo, es una actividad que va a la baja, dado que cinco años antes, en 2015, ese volumen de ingresos para la Administración pública alcanzaba los 1.000 millones de dólares.
Periodo de reflexión
El Departamento de Interior, responsable del uso de los terrenos públicos de la Administración, puntualiza que una revisión de esta actividad de extracción de carbón -considerado uno de los combustibles fósiles más contaminantes- está centrada en terrenos públicos y no tanto en privados.
En concreto, a los primeros corresponde el 42% de toda la producción de carbón de Estados Unidos.
Y, además, está concentrada, sobre todo, en dos estados: Wyoming y Montana.
A partir de ahora, matiza la Administración de Biden, comienza un periodo de reflexión y consulta pública para todos aquellos que tengan intereses en la producción de carbón, que llevará a una decisión final sobre qué se hace con esta actividad y si deriva (o no) en un cese de la misma.
Esta revisión no ha sido recibida de forma positiva por los actores de la industria. La Asociación Nacional de Minería (NMA en sus siglas en inglés) considera que la actividad de carbón debería mantenerse dado que es una de las pocas alternativas actuales para garantizar precios de la electricidad bajos.
Volver a la estrategia de Obama
Esta no es la primera vez que Estados Unidos pone en revisión la actividad de extracción de carbón en terrenos públicos. El presidente Barack Obama ya llevó a cabo una medida de cese de producción, pero temporal.
Medida que fue revertida por su sucesor Donald Trump. El republicano cambió la estrategia del demócrata, al retomar los combustibles fósiles como pilar de su política energética y como garantía de la independencia de Estados Unidos respecto a la importación de energía de otros países.
Ahora, Biden, vuelve a la estrategia previa a 2016. Sin embargo, esta no es una medida única dentro de la estrategia de la Casa Blanca. Su meta es ir reduciendo de forma progresiva el uso de los combustibles fósiles como exigencia para lograr las cero emisiones de carbono en 2050.
Y, para lograrlo, debe acelerar en el uso de energías renovables. Precisamente, esta semana ha trascendido que el Departamento de Energía baraja conseguir que en el año 2035 un 40 por ciento de la producción eléctrica de Estados Unidos provenga, exclusivamente, de paneles solares.