La dana de Valencia, construir "donde no debían" y el cambio climático
Más de 100 personas mueren por las lluvias torrenciales de la dana más catastrófica que afecta a España en este siglo. Mientras continúan los trabajos de rescate, los políticos se echan la culpa
Los esfuerzos para rescatar a las víctimas atrapadas por la desastrosa dana que ha matado a más de 100 personas (las autoridades advierten de que la cifra se revisará al alza) entre Albacete y Valencia seguían el jueves.
Mientras, la lluvia continuaba extendiéndose a otras partes del país: las provincias de Castellón y Tarragona estaban en alerta extrema en el momento de publicar esta crónica.
Las tormentas declinadas de la dana más destructiva que ha afectado a España en lo que va de siglo causaron estragos en localidades situadas hasta 101 kilómetros tierra adentro.
Gran parte de los daños se concentraron en las afueras de Valencia.
Las lluvias comenzaron el lunes y alcanzaron su máxima intensidad el martes por la noche. En una localidad cayó tanta lluvia en ocho horas como la que suele precipitar en un año entero, según la agencia meteorológica nacional (Aemet).
Estas tormentas representan uno de los peores desastres naturales que recuerda España.
"Tal vez construyeron nuevos edificios donde no debían"
Luis Mediero, Universidad Politécnica de Madrid
Ciudades enteras de la región costera de Valencia estuvieron inaccesibles durante más de un día, con la gente refugiándose en los tejados y en los coches. Muchos siguen sin agua corriente ni electricidad.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (PSOE), viajó a la zona el jueves, y el gobierno autonómico de Carlos Mazón (PP) ha anunciado que destinará, al menos, 250 millones para ayudar a la recuperación.
Ya se están planteando preguntas sobre por qué los servicios públicos esperaron tanto tiempo para decirle a la gente que buscara refugio, y por qué la infraestructura como carreteras, puentes y líneas ferroviarias no pudieron soportar las lluvias torrenciales.
Aunque los servicios meteorológicos notificaron el lunes que era probable que fuertes tormentas azotaran Valencia, la alerta de emergencia principal no se emitió hasta el martes por la noche, cuando las tormentas ya estaban desatadas.
La ciudad de Valencia se salvó de los daños gracias al desvío del río Turia, cuyo cauce se alteró después de otra devastadora tormenta en 1957 (mató a un centenar de personas).
Las afueras de la ciudad, donde se encuentran las zonas más afectadas, no contaban con este tipo de protecciones, explica Luis Mediero, catedrático de Ingeniería Hidráulica de la Universidad Politécnica de Madrid.
Aunque inundaciones de esta magnitud ocurren aproximadamente cada dos siglos, Mediero dijo que también culpó del daño a la decisión de construir nuevos edificios muy cerca de la riera que se inundó a principios de esta semana. "Tal vez se construyeron donde no debían haber estado", dijo.
Las lluvias han remitido en Valencia, pero se están trasladando, con menor intensidad, a otras zonas del país. Hay aviso naranja por lluvias intensas en la provincia de Tarragona (noreste), según la Aemet, y aviso rojo en la provincia de Castellón.
Los avisos amarillos por tormentas eléctricas se extienden también a la zona de Barcelona y hasta la frontera con Francia.
Valencia es la tercera ciudad más grande de España y la región en general es uno de los destinos turísticos más populares del país.
En las últimas décadas, ha sido testigo de una enorme cantidad de desarrollos inmobiliarios en la playa, que los expertos afirman que se construyeron sin tener en cuenta el riesgo de tormentas severas.
Los políticos ya han empezado a culpar a los responsables del desastre.
Cruce de acusaciones políticas
El jueves, Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular, que gobierna Valencia, dijo que el gobierno de Mazón había actuado basándose en la información obtenida de la agencia meteorológica nacional y del departamento que supervisa los ríos.
Ambos dependen del Gobierno central, bajo el liderazgo de Sánchez.
Es probable que estas tormentas extremas, conocidas como “danas”, se vuelvan más comunes a medida que el cambio climático aumenta la frecuencia e intensidad de las olas de calor.
Las temperaturas récord en el Mediterráneo también están intensificando sus efectos.