La dana de Valencia fue un 12% peor que las gotas frías preindustriales

Las lluvias extremas de la dana de Valencia fueron un 12% más intensas de lo que habrían sido en un clima preindustrial. La pregunta es ¿podemos adaptarnos a tormentas de este tipo?

Letur, una de las localidades arrasadas por la dana de Valencia.

Las lluvias torrenciales que han matado a más de 200 personas desde Albacete a Valencia fueron causadas por una dana que arrojó el equivalente a un año de agua en menos de 24 horas.

La tragedia ha suscitado preguntas sobre si las advertencias previas podrían haber evitado tantas muertes, mientras que los daños generalizados muestran cómo muchas ciudades no están adaptadas para soportar las lluvias intensificadas por el cambio climático.

Un Mediterráneo con aguas extremadamente cálidas y temperaturas más calurosas de lo normal exacerbaron un tipo de sistema de tormentas que se está volviendo más común en la península Ibérica debido al calentamiento global.

Los expertos explican a Inversión que el auge de la construcción en la región en las últimas décadas puede haber puesto a las personas en peligro y reducido el drenaje de las aguas pluviales.

“Puede ocurrir que las vías que nos quedan para que el agua fluya no sean lo suficientemente amplias, y en las últimas décadas eso ha sucedido demasiadas veces”, afirma Ernest Blade, catedrático de ingeniería fluvial e hidrológica de la Universitat Politècnica de Catalunya.

La dana que azotó el sureste de España fue un ejemplo particularmente dramático de este tipo de tormentas, un fenómeno común en la zona en esta época del año.

“Se puede reducir el riesgo de inundaciones replantando las zonas altas y mejorando la salud del suelo”

Kevin Collins, Open University del Reino Unido

Las danas (abreviatura de 'depresión aislada en niveles altos') se forman cuando el aire frío del otoño que se desplaza hacia el sur se encuentra con el aire cálido y húmedo que normalmente fluye desde el Mediterráneo, creando nubes de tormenta a gran altitud.

Éstas pueden arrojar grandes cantidades de lluvia en un corto espacio de tiempo.

Este año, el Mediterráneo alcanzó una temperatura media en sus aguas de 28,5 grados a mediados de agosto. Se han mantenido anormalmente cálidas, lo que hace que sea más probable que se desarrollen este tipo de tormentas brutales.

El cambio climático está haciendo subir las temperaturas del aire, lo que permite que las tormentas retengan más agua: un 7% más por cada grado adicional de temperatura.

El sistema se adentró en tierra y arrojó lluvias sobre terrenos altos, inundando asentamientos de la zona baja y abrumando áreas urbanas con inundaciones repentinas.

Cuando la tormenta se estancó, dejó caer más de 48 centímetros de lluvia en solo ocho horas en la zona montañosa al oeste de la ciudad de Valencia, inundando áreas tan al interior como Utiel, a más de 80 kilómetros de la costa.

La posición de la ciudad en una cuenca natural y cerca de varios ríos pequeños la hacía vulnerable a las inundaciones. La lluvia continuó cayendo el jueves, inundando también Castellón. El domingo siguieron las lluvias extremas.

“Las danas aumentarán en número y virulencia en toda Europa con el calentamiento adicional”

Hayley Fowler, Universidad de Newcastle

“Se trata de una borrasca que, en el lugar donde se ha formado, al sur de la península, con vientos muy fuertes de componente este, ha creado el caldo de cultivo perfecto para un importante episodio de lluvia”, explica José Miguel Viñas, meteorólogo de la empresa Meteored. “La magnitud ha superado las previsiones”.

Un análisis rápido realizado por la iniciativa World Weather Attribution concluyó que las precipitaciones extremas recientes en España fueron alrededor de un 12% más intensas y el doble de probables de lo que habrían sido en un clima preindustrial.

Las ráfagas de lluvia de un día en la región están aumentando al mismo ritmo que las emisiones de combustibles fósiles calientan el planeta, dijo el grupo.

La inundación también fue más probable debido al año cálido y seco que tuvo la región, que dejó el suelo duro y recalentado, lo que redujo la cantidad de agua que podía absorberse.

¿Cómo minimizar la próxima dana?

El sorprendente número de víctimas ha hecho que se preste atención a los sistemas de alerta de inundaciones de España.

Aunque los servicios meteorológicos dijeron el lunes de la semana pasada que se avecinaban fuertes tormentas, la principal alerta de emergencia no se emitió hasta el martes por la noche, cuando ya llovía con fuerza.

“En última instancia, lo único que se puede hacer cuando llueve tanto es avisar a la gente a tiempo, dar avisos y asegurarse de que la gente sepa cómo puede protegerse”, explicó Jess Neumann, profesora adjunta de hidrología en la Universidad de Reading. “Parece que eso no se hizo adecuadamente”.

Adaptarse a las lluvias más violentas será esencial para reducir el riesgo de desastres futuros.

“Se puede reducir el volumen y la velocidad de las escorrentías replantando las zonas altas y mejorando la salud del suelo, así como aumentando la capacidad de las zonas urbanas para absorber, retener o dispersar el agua”, dijo Kevin Collins, profesor titular de medio ambiente y sistemas en la Open University del Reino Unido.

Sugirió reforzar las presas y los puentes, que también han demostrado ser vulnerables.

Sin embargo, las ciudades sólo pueden hacer lo que pueden, en particular aquellas que no están diseñadas para el nivel de lluvia que se vio esta semana en España. Con tanto pavimento, el agua no tiene adónde ir.

“No importa si es en España o en cualquier otro lugar: si llueve tanto sobre suelo impermeable, se producirán inundaciones”, afirmó Neumann. “A largo plazo, esto no es algo que vaya a desaparecer”.

Hayley Fowler, profesora de impactos del cambio climático en la Universidad de Newcastle, también advirtió sobre las limitaciones de la adaptación a este tipo de tormentas, que “parecen ser cada vez más frecuentes en Europa y se proyecta que aumentarán aún más con el calentamiento adicional”.

“La pregunta no es si necesitamos adaptarnos a más tormentas de este tipo”, dijo, “sino ¿podemos?”. -Con la colaboración de Olivia Rudgard y Thomas Gualtieri (Bloomberg).

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