Desigualdad y sostenibilidad
No es ético ni sostenible que haya personas que no pueden cubrir sus necesidades básicas de tipo alimenticio, sanitario o educativo en un mundo globalizado
Las diferencias en renta y en riqueza que se dan entre los seres humanos en nuestro siglo XXI, creo que son cada vez menos sostenibles.
Aunque durante el siglo XX algunas diferencias se suavizaron, desde los años ochenta del pasado siglo estas han vuelto a crecer. Además, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías hacen estas diferencias cada día más patentes para todos.
La fuerte presión migratoria que están sufriendo Europa o Estados Unidos desde sus vecinos más pobres viene provocada, en gran parte, por esta insostenible desigualdad: o invertimos para el desarrollo de los países más desfavorecidos, o forzaremos a sus habitantes a emigrar, a robar o a la violencia.
La presión migratoria está causada por la insostenible desidualdad
No es admisible éticamente que haya personas que no pueden cubrir sus necesidades básicas de tipo alimenticio, sanitario o educativo, pero es que, además, es insostenible en un mundo globalizado.
Por otro lado, las crisis, como la crisis financiera de 2007 o la que ahora estamos viviendo del COVID-19, frecuentemente se ceban con los más pobres, aumentando en muchos lugares las desigualdades.
Pensando en España, vemos con preocupación cómo esas desigualdades están entre las más altas de Europa; tales desigualdades no son sostenibles.
Desde un punto de vista ético no son aceptables grandes diferencias en los ingresos de los ciudadanos, pero es que además no son sostenibles, como escribía con mis colegas Wojciech y Justyna Przychodzen en el artículo: Corporate Sustainability and CEO–Employee Pay Gap—Buster or Booster?, publicado en Sustainability.
La propia Iglesia Católica se ha pronunciado repetidamente contra tales diferencias.
Diferencias retributivas insostenibles
El sistema de mercado tiene muchas ventajas (como su capacidad para asignar correctamente los recursos o su respeto a la libertad de los individuos), y algunos inconvenientes (como provocar, con frecuencia, demasiadas desigualdades económicas).
Pero ciertas desigualdades son necesarias en este sistema. Se precisan algunas diferencias en retribución para incentivar un trabajo duro, para recompensar la adquisición de conocimientos y habilidades o para guiar a los más valiosos allí donde son más necesarios: si hay escasez de determinado tipo de profesionales y una empresa los necesita, deberá pagarles mejor para atraerlos.
Pero todo esto, que resulta lógico, puede dar lugar, como de hecho sucede, a enormes diferencias retributivas, que me parecen insostenibles.
Las diferencias retributivas en alguna empresa española han llegado a superar el ratio 1000 a 1 cuando, el para muchos padre del management, Peter Drucker, planteaba ya hace más de 40 años que ese ratio no debería superar el 25 a 1.
Alguna empresa española han llegado a superar el ratio 1000 a 1 en lo que respecta a las diferencias retributivas
Para llegar a las actuales diferencias se puede argüir que la evolución económica hacia la globalización ha hecho más necesarios (y por lo tanto relativamente más escasos) a los perfiles con más talento, mientras son cada vez más abundantes los perfiles con menos preparación.
Un obrero poco cualificado español está compitiendo, de alguna manera, con todos los poco cualificados del mundo: unos vendrán aquí como migrantes, pero incluso aunque no vengan, los productos que hacen en sus países de origen acaban desplazando a los productos españoles por sus menores costes y presionando a la baja los salarios de los obreros poco cualificados españoles.
También los avances tecnológicos sustituyen cada vez más mano de obra poco cualificada, presionando a la baja los salarios.
Hay otras causas para el aumento de las diferencias, como el hecho de que las cúpulas empresariales influyen muchas veces, directa o indirectamente, en la fijación de sus propias retribuciones, entre otras malas prácticas que se deberían evitar.
Pero si queremos mantener una amplia clase media y ser competitivos en el futuro como país, es preciso invertir mucho en formación en general y en formación de alto nivel en particular. Temas de los que mucha gente habla, pero en los que avanzamos muy poco.
Las grandes desigualdades son insostenibles: provocarán la indignación y la protesta por parte de los más perjudicados; ¿qué ha alimentado los populismos en los países más desarrollados? Sin duda las crecientes desigualdades, la destrucción de mucha clase media, la falta de oportunidades para los jóvenes… han tenido mucho que ver.