Shell es un buen ejemplo de cómo el activismo puede contribuir a la transición ecológica de las grandes empresas. La petrolera, presionada por distintas campañas activistas, ha transformado su perfil ESG. Ahora, sus puntuaciones en materia climática son mejores que las de sus pares de la industria.
Plataformas como Follow This o ShareAction han presionado en los últimos años a Shell, forzando a la compañía a acelerar sus estrategias de descarbonización.
En la transformación de la petrolera también contribuyó la Justicia neerlandesa, que en mayo del año pasado emitió una resolución histórica que obligaba a Shell a adoptar mayores compromisos en la reducción de sus emisiones contaminantes.
Las presiones a las que se ha visto sometida Shell, no obstante, ya dan sus frutos. Frente a sus principales competidores, las estadounidenses Exxon y Chevron, y la británica BP, la compañía anglo-neerlandesa obtiene, de largo, los mejores rating ambientales.
Las calificaciones mejoran en un 40 por ciento
“La puntuación climática de Shell, de 6,73, lidera a sus pares petroleras. La exposición al clima y la gestión de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) son los temas de mayor peso para esta industria”, explican los analistas de Bloomberg Intelligence.
De acuerdo a sus datos, la compañía ha mejorado sus rating en un 40 por ciento que atribuyen a una mejor gestión de la exposición a los riesgos climáticos.
Parte del mérito corresponde a la presión activista. Follow This, que centra su actividad en la descarbonización principalmente de las grandes petroleras, lleva años introduciendo propuestas en las Juntas de accionistas de Shell para reducir sus emisiones. Consiguió, en 2017, un hito histórico al convencer a cerca de un 3 por ciento de los accionistas para votar a favor de introducir los Acuerdos climáticos de París.
En la junta del año pasado, el porcentaje que respaldó la propuesta renovada de Follow This fue del 30 por ciento, cerca de diez veces más en apenas cinco años.
Shell es también una de las firmantes del acuerdo Say on climate, la iniciativa impulsada por el inversor activista Chris Hohn que exige a sus participadas adoptar y someter a votación en la junta de accionistas los distintos compromisos climáticos.
“La empresa se encuentra con un 100 por ciento de exposición climática, lo que sugiere una fuerte combinación de actuación y divulgación, incluyendo la incorporación de las reservas totales de carbono y la inversión en distintos productos sostenibles”, apuntan en Bloomberg Intelligence.
Los gigantes del rating valoran el esfuerzo de Shell
Shell se comprometió en 2020 a reducir sus emisiones contaminantes en una quinta parte para 2030, y a dejarlas a cero para 2050, fecha clave para la transición hacia una economía descarbonizada.
Sin embargo, la histórica sentencia emitida por el Tribunal de Justicia de La Haya obligó a la petrolera a ser más ambiciosa, e introdujo la obligación de que Shell tenga que reducir sus emisiones en un 45 por ciento para finales de la década.
La petrolera contempla la fragmentación de su negocio para minimizar el impacto en las cuentas durante la transición ecológica. Pero el movimiento no convenció al activismo.
Mark van Baal, director de Follow This, publicó una carta a finales de noviembre en la que señalaba que ese “activismo a corto plazo no ayudará ni a Shell ni a la lucha contra el cambio climático”.
“Es mejor generar flujo de caja con la disminución de las ventas derivadas de combustibles fósiles, e invertirlo en energías renovables”, pidió la plataforma, que reúne a más de 10.000 accionistas de compañías petroleras.
Si bien las presiones del activismo no han cesado, Shell ha continuado asimismo ampliando sus esfuerzos. Su último gran movimiento fue el anuncio de una macroplanta de biocombustibles en Singapur con capacidad para producir 550.000 toneladas al año de hidrógeno usando grasas de origen animal. “Existe un compromiso claro lejos de los combustibles fósiles y tradicionales”, dijo Aw Kah Peng, presidente de Shell en Singapur.
Esfuerzos que han sido recompensados por los distintos proveedores de rating. Carbon Disclosure Project (CDP), una las mayores autoridades en lucha climática por parte de las empresas, puntúa a Shell con un 6 -sobre un máximo de 8- mientras que a sus rivales Exxon, Chevron y BP les otorga un 0, la peor puntuación posible.
S&P Global, una de las herramientas de calificación del operador bursátil de Wall Street, le concede la puntuación más alta a Shell (82 sobre 100) de las mencionadas, que apenas superan el ‘aprobado’.
MSCI, el mayor proveedor de ratings ESG del mundo, le concede a Shell su segunda nota más alta (AA) mientras que solo BP se acerca al situarse en un escalón inferior, A. Por debajo ya aparecen las estadounidenses Exxon y Chevron, cuya calificación se aleja hasta situarse en el rango BBB.