El carbono entra en pánico ante la amenaza de recesión
Los contratos europeos de emisiones de carbono se desploman más de un 30% desde el comienzo de la invasión de Rusia a Ucrania, respondiendo ante la expectativa de una caída de la demanda energética por el parón económico y la subida del precio de la electricidad y los carburantes
El comportamiento del carbono en las últimas semanas puede ser un espejo suficientemente nítido que refleja el temor de los inversores a una recesión económica. Un miedo que se ha elevado a medida que la guerra en Ucrania ha ido escalando.
En el último mes, los contratos de emisiones de carbono de la Unión Europea (ETS) se dejan un 40 por ciento. Bien es cierto que el precio llegó a sus máximos históricos a mediados de febrero, impulsado por las instituciones europeas y por la reactivación económica tras la pandemia de Covid-19. Sin embargo, ahora ha regresado a niveles del pasado noviembre.
El desplome se concentra a finales de febrero. Tras la ofensiva de las tropas rusas en tierras ucranianas, el carbono solo ha vivido sesiones de números rojos, dejándose un 33 por ciento en apenas dos semanas.
La incertidumbre en torno a un retroceso de la economía lleva meses en la mente de los inversores por la persistencia de la inflación, pero el conflicto bélico desatado por la invasión rusa ha acrecentado las dudas.
El miedo a la recesión ya es real
El precio del carbono ha caído en más de 30 dólares desde mediados de febrero, aunque en los primeros compases de 2022 su precio escaló hasta llegar a máximos históricos. Varios factores contribuyeron a las subidas.
Un informe publicado en enero por la European Securities and Markets Authority (ESMA), equivalente a la CNMV europea, descartó la especulación en el mercado comunitario europeo, tal y como sugerían las peticiones de varios países, entre ellos España, que buscaban una intervención en el ETS.
Los planes de la Comisión Europea (CE) para incluir en la taxonomía ‘verde’ a la energía nuclear y al gas también beneficiaron el comportamiento del carbono, pero las buenas expectativas económicas lo dispararon.
Con la transición energética sin hacer, la reactivación económica aumenta la demanda de energía, y, con ella, la necesidad de cubrir el coste de ser contaminante. Además, existe nula visibilidad sobre cuándo parará el conflicto armado en Ucrania, o sobre si se extenderá.
Así, a mediados del mes pasado el precio del carbono llegó a rozar los 100 dólares, mientras que ahora cotiza en torno a los 62 en un contexto completamente diferente.
Porque más allá del parón que irremediablemente provoca la guerra, algunas empresas ya están frenando su producción por el incremento de los precios energéticos. Una situación que ya se produjo en momentos puntuales al dispararse los precios energéticos, pero que ahora, con una electricidad y unos carburantes todavía más caros, todavía amplia más el efecto. Un contexto que provoca que ya se hable de una posible recesión.
“No podemos excluir el riesgo de una recesión técnica”, apuntan los analistas de Credit Suisse en un comentario, que este martes recortaron sus previsiones de crecimiento en medio punto porcentual, hasta el 3,3 por ciento, sus previsiones de crecimiento.
En paralelo, elevó su previsión de inflación en cuatro décimas -hasta el 4,4 por ciento- por “secuelas de la invasión” como la subida del precio del petróleo y el gas, o las interrupciones en el suministro de ambas materias primas.
“El ataque de Rusia a Ucrania es un golpe significativo para Europa que ha provocado temores de ‘estanflación’ entre los inversores. El conflicto probablemente resulte en una trayectoria de menor crecimiento”, concluyen en Credit Suisse.
Estanflación: las previsiones ya la descuentan
“Todos los bancos centrales se enfrentan a un choque exógeno de estanflación ante el que no pueden hacer mucho”, apunta Lewis Grant, gestor de renta variable de Federated Hermes. En un entorno de inflación elevada como el actual, con las tasas más altas de los últimos 30 años tanto en Estados Unidos como en Europa.
Concretamente en España, el índice de precios al consumo (IPC) llegó al 7,4 por ciento en febrero, el dato más alto desde los años 80.
“La invasión rusa está aumentando las presiones inflacionistas. No está claro cómo estas presiones y medidas de endurecimiento pueden pesar sobre el crecimiento económico, pero lo que se ha visto en esta última semana es que los inversores están buscando inversiones defensivas”, explica Lewis Grant.
La crisis de Ucrania ha “reavivado” los temores de estanflación, explican en Etoro, pero, a su juicio el miedo es “exagerado”, principalmente por dos razones.
“El punto de partida es resistente, ya que el crecimiento de Estados Unidos en el último trimestre fue del 7 por ciento, y el PMI está ahora en 56”, explican. Además, las restricciones por la pandemia de Covid están llegando a su fin.
Por otra parte, los analistas consideran que los políticos están “atentos a los riesgos” de estanflación, por lo que podrían activar políticas para minimizar su efecto. “Una Europa más impactada tiene aún más amortiguadores políticos”, destacan.