El medioambiente no es el único suspenso de las mineras en ESG
Mineras como Glencore, Rio Tinto y BHP han estado bajo una intensa presión del activismo para acelerar su descarbonización, pero también arrastran escándalos en lo social
El impacto de las empresas mineras en el medioambiente es el principal motivo por el que cuentan con un perfil bajo en ESG, pero no el único.
En el foco permanente de los activistas durante años, los riesgos climáticos han sido la principal cuestión que ha centrado las preocupaciones de los inversores. Sin embargo, a raíz de los escándalos que han protagonizado algunas de las mayores compañías del mundo, el apartado social está cada vez más presente en los procesos de inversión.
La mayoría de las estrategias de las empresas en su transición hacia la inversión responsable se centran en el clima, y pocas en reducir el impacto de sus actividades en los habitantes de las regiones donde las realizan.
La revalorización del sector como consecuencia de la subida de los metales, efecto derivado de la guerra de Ucrania, ha devuelto a estas compañías a las discusiones sobre si pueden o no formar parte de la inversión responsable.
El índice MSCI ACWI Select Metals & Mining Producers Ex Gold and Silver, el de mayor capitalización del mundo, subió un 12 por ciento en el último mes, más de la mitad de la subida en el acumulado de este año.
Aunque muchas centran esfuerzos en la disminución de su impacto climático, el sector, presionado tanto por la demanda de los inversores como por el activismo, está dando pasos para revertir la situación.
Las mineras quieren olvidar su pasado
Las mineras han estado bajo una fuerte presión del activismo. El fondo Bluebell Capital disparó recientemente contra Glencore, uno de los líderes mundiales, para abandonar los combustibles fósiles a través de la escisión de su negocio de carbón y reducir la producción mediante una estructura dual.
“El verdadero debate no debe ser si Glencore debe separar el carbón, sino cómo debe ejecutarse, teniendo en cuenta las consideraciones financieras y ambientales que respaldan la estrategia de la empresa de manera responsable”, dijeron los activistas en una carta.
“El medioambiente es fundamental para las empresas mineras, pero el aspecto social es igualmente importante, sobre todo en lo que se refiere a accidentes de trabajo y comunidades locales”, afirma Stéphane Rüegg, especialista de crédito de la gestora Pictet AM.
En su opinión, la forma en que las mineras fijan sus precios o tratan a sus clientes o proveedores son “tan importantes” como las cuestiones ambientales.
Un ejemplo es el mayor productor de mineral de hierro de Brasil, Vale, una de las grandes compañías a nivel mundial del sector.
En enero de 2019, un accidente en una presa de almacenamiento de residuos provocó la muerte de 250 personas e hizo que la compañía perdiera su puesto como la mayor extractor del mineral del mundo. Las acciones cayeron en picado y su valor bursátil se redujo en 71.340 millones de reales brasileños, algo más de 13.000 millones de euros.
“El desastre siguió a una similar en 2015. Las agencias crediticias rebajaron su calificación y varios fondos vendieron la compañía. Reconociendo la falta de transparencia, la coalición de inversores Mining and Tailings Safety Initiative se dirigió a 727 compañías para solicitar informes con vistas al desarrollo de una norma mundial de seguridad”, detalla Rüegg.
En el caso concreto de Vale, el analista explica que el accidente sirvió para la revisión de su gobernanza.
Escrutinio en aumento
“El escrutinio ambiental y social del sector minero y de metales ha ido en aumento, pues su impacto es considerable”, comentan en una nota los analistas CFA Institute, una entidad de certificación financiera.
Los riesgos, según CFA, relacionados con el uso del agua están demostrando ser de una importancia mayor por el masivo uso para transportar o separar minerales. Sus cálculos estiman que hasta un 50 por ciento de la producción mundial de cobre, oro, zinc y metales, claves en tecnologías bajas en carbono, “se encuentra en áreas donde el estrés hídrico es alto”.
De nuevo, las controversias en este apartado afectan a las mayores empresas del sector del mundo.
BHP, la minera que opera la mina del desierto de Atacama en Chile, la mayor en producción de cobre a nivel global, ha planeado una transición para alejarse del uso de agua subterránea, que a menudo usan las comunidades locales. En 2020, la empresa dijo que podría llegar a operar la mina usando solo agua desalinizada. Dos años después, más de la mitad del agua requerida proviene de los océanos, lo que supone un avance.
“Los inversores pueden tener influencia, como se puede ver en el caso de Rio Tinto en Australia”, apuntan en CFA.
El consejero delegado y varios altos ejecutivos de la minera anglo-australiana fueron destituidos tras una protesta pública después de que la compañía destruyese unas cuevas consideradas sagradas por pueblos locales.
“A pesar de que la compañía tenía licencia para ello, la protesta pública y las preocupaciones de los políticos e inversores hicieron imposible que la compañía no reaccionara”, afirman los analistas de CFA.
“Otro ejemplo destacado se ha llegado a dar en las provincias orientales de la República Democrática del Congo, donde varios ejércitos, grupos rebeldes y organizaciones externas se han beneficiado de la minería, contribuyendo a la violencia y explotación durante las guerras en la región”, concluyen.
Las bajas calificaciones y los retos del sector
La última encuesta anual de minería y metales que realiza el bufete de abogados White & Case, basada en una muestra de datos de 63 empresas del sector minero, concluyó los temas ESG siguen considerándose la principal amenaza para el 24 por ciento de los encuestados. El porcentaje aumenta al 40 por ciento cuando se incluye el activismo.
Los ratings demuestran la preocupación, aunque algunas están más avanzadas que otras. MSCI, referencia global de calificaciones, sitúa a Rio Tinto y BHP como líderes en sus respectivos mercados, mientras que a otras como Glencore y Vale les concede la peor nota ESG en función de sus métricas.
Sustainalytics, la agencia de calificación sostenible de Morningstar, sitúa a las empresas de mayor capitalización en un rango por encima de los 30 puntos, que indica un riesgo alto en materia de inversión responsable.
Calificaciones que reflejan lo rezagado que se mueve el sector, que también tendrá que afrontar grandes retos en el futuro.
Un informe de Bank of America (BofA) publicado a mediados de mes señaló tres grandes problemas: el crecimiento orgánico -que podría motivar fusiones y adquisiciones transformacionales entre las empresas-; el regreso de la inflación, ya que los costes en la industria han comenzado a aumentar, sobre todo a raíz de la guerra en Ucrania; y el futuro de las carteras en la electrificación de sus operaciones.
“Es un sector con verdaderos desafíos ESG. Creemos que la discusión ha avanzado a medida que los inversores se dan cuenta de que los mineros pueden ser tanto parte de la solución como del problema”, anticipan los analistas de BofA.