El test de estrés climático de la ESMA da otro argumento a favor de la inversión sostenible
El organismo, que aglutina a las 'CNMV' europeas, pone a prueba carteras por 10,7 billones y constata que las opciones más 'limpias' sufrirían menos pérdidas en una crisis
Contar con una cartera enfocada a la sostenibilidad sale rentable, sobre todo en el caso de que se produzca un ‘shock’ en los mercados provocado por una crisis climática. Así lo asegura la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA), el equivalente comunitario a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Este supervisor comunitario acaba de publicar un informe en el que analiza el conjunto del sector financiero y cómo, dentro de este, los fondos de inversión estarían más expuestos a una crisis vinculada al clima, más que los bancos, las aseguradoras o los fondos de pensiones. Sin embargo, la ESMA matiza que dentro de los fondos se han realizado menos análisis sobre el riesgo financiero vinculado al cambio climático.
Bajo esta premisa, la ESMA ha analizado carteras por valor de 10,7 billones de euros, diferenciando entre aquellas más expuestas a activos contaminantes (que denomina marrones) y aquellas más ligadas a activos considerados sostenibles (verdes). En total, el organismo ha analizado más de 23.900 fondos en el conjunto de la Unión Europea.
Esas últimas carteras, las vinculadas a la sostenibilidad, asegura la ESMA, suelen ser están más diversificadas. Lo que indica que un ‘shock’ financiero relacionado con el clima afectará de forma desproporcionada a los fondos marrones”, asevera el supervisor.
Un impacto económico significativamente menor
Y el organismo comunitario pone cifras a esa percepción. “En un ejercicio preliminar, en el escenario de un riesgo climático, con unas pérdidas del conjunto del sistema [financiero] de entre 0,5 y 1,3 billones de euros, la mayoría de los fondos marrones registrarían pérdidas de entre el 8% y el 19%, en cuanto a activos afectados”.
En cambio, según indica la ESMA, en el caso de los fondos verdes, ese impacto sería significativamente inferior y quedaría limitado a un rango de entre el 3% y el 7%.
El impacto se calibra teniendo en cuenta cuestiones como las emisiones de CO2, argumenta el organismo europeo. En este sentido, apunta, un fondo con una exposición relativamente mayor a las industrias intensivas en emisiones contaminantes sufre pérdidas mayores que un fondo menos expuesto, resume.
Además, estos fondos no sólo serían más resilientes, sino que además permitirían al conjunto del sistema financiero minimizar las consecuencias de una crisis económica provocada por cuestiones climáticas.
Los fondos ligados a activos contaminantes tienen un mayor impacto sistémico que los verdes por sus mayores interconexiones
“Los fondos marrones tienen, además, un mayor impacto sistémico que los verdes”, asegura. “Contribuyen a unas mayores pérdidas del sistema, en virtud de las mayores interconexiones dentro del universo de los fondos”, resume.
La ESMA indica que este tipo de conclusiones brindan apoyo para las iniciativas de regulación y supervisión de la UE sobre finanzas sostenibles. Hay que recordar que esta semana ha entrado en vigor el Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (Sustainable Finance Disclosure Regulation o SFDR).
Sin embargo, reconoce que se trata de un ejercicio inicial, una aproximación al impacto de esta exposición de activos al riesgo climático. De hecho, califica su análisis como un “trampolín” hacia una prueba integral de resistencia para los riesgos relacionados con el cambio climático.
Insta a una mayor regulación de las calificaciones y rating ESG
El supervisor europeo también vincula este análisis a las discusiones vinculadas a los rating ESG de los fondos de inversión y a la necesidad de una mayor transparencia por parte de los fondos en lo relativo a su exposición a los sectores y actividades más sensibles al impacto del cambio climático.
“La inversión global bajo criterios sostenibles ha ganado una considerable tracción en los últimos años, con estimaciones que la cifran en 45 billones de euros en 2020, duplicando el valor que alcanzaba en 2016”, asegura la ESMA e incluyendo 2,5 billones de euros en activos institucionales.
E irán al alza, indica, gracias al ‘Green Deal’ de la Unión Europea. Por ello, la ESMA insta a la regulación de estas calificaciones ESG, que actualmente no están supervisadas.
Refleja que las calificaciones ESG aún no están listas para peso que se les pide que soporten y que en algunas ocasiones las metodologías de calificación son opacas, y sus calificaciones pueden considerarse subjetivas e inconsistentes.
“Estas cuestiones van, en último término, en contra de la confianza de los inversores y en la transición hacia un sistema financiero más sostenible”, concluye.