Glencore: asedio desde el activismo social
El gigante de las materias sigue sin encontrar la tranquilidad. Tras años de tira y afloja para que fuera net zero, ahora el activismo le pide mejor desempeño en materia social
Más allá de los retos climáticos, Glencore, el gigante de las materias primas mundiales, tiene un desafío añadido en lo referente a su perfil ESG.
La multinacional cuenta los peores datos en materia de derechos humanos dentro de su sector, según un estudio elaborado por el Business & Human Rights Resource Center, un organismo con sede en Londres que examina a más de 10.000 empresas de todo el mundo.
Asediada por el activismo climático, Glencore no asumió compromisos net zero hasta el año pasado, cuando por primera vez llevó a su junta de accionistas una ruta para descarbonizarse para 2050. Una medida que costó hasta cinco de negociaciones con los activistas, según narraron sus protagonistas a SOCIAL INVESTOR.
Pero ahora, la empresa suiza acumula serias acusaciones que complican su transición para convertirse en una opción más dentro de la inversión social y responsable (ISR).
El peor historial del mundo
“A nivel mundial, Glencore tiene el peor historial”, dijeron los analistas del Business & Human Rights Resource Center.
En total, de las cerca de 500 denuncias a empresas del sector que ha monitorizado el instituto de investigación entre 2010 y 2021, Glencore recibió hasta 64, convirtiéndose en la empresa con el mayor porcentaje.
La mayoría de las denuncias tienen que ver con ataques de la propia empresa a activistas ambientales, o violación de leyes climáticas en distintos países.
Fue la empresa con el mayor número de denuncias en África, la segunda con más acusaciones en la región Asia-Pacífico, y la tercera de América del Sur, según el informe, que cuenta con una amplia investigación sobre comerciantes de seis metales distintos, a saber, cobre, cobalto, litio, manganeso, níquel y zinc; a su vez, algunas de las materias primas más utilizadas en todo el mundo.
Siguiendo los datos, solo 12 empresas acumularon dos tercios del total de denuncias, o lo que es lo mismo, más de 300 denuncias en algo más de una decena de compañías entre las que se incluyen grandes multinacionales como Anglo American o BHP.
Ni una mención en la junta
Glencore se defendió alegando que su código de conducta y su política de Derechos Humanos “establecen nuestro compromiso de hacer respetar los derechos de nuestra fuerza laboral, las comunidades locales y en nuestras cadenas de suministro”.
“Nuestros activos están ubicados en diversos contextos, algunos en países con circunstancias sociopolíticas desafiantes y con un historial conflictivo”, dijo la empresa en un comunicado. Se comprometió, además, a informar sobre su impacto de forma “más transparente sobre los desafíos y avances” en estos ámbitos.
Sin embargo, en su junta general de accionistas de este año, celebrada el 28 de abril, de las 18 propuestas sometidas a votación, ninguna hacía referencia a estos apartados.
Sí fue aprobada la propuesta para que Glencore elabore un informe sobre los progresos climáticos alcanzados en 2021, pero esta fue la que menor porcentaje de votos a favor (77 por ciento) recibió entre todas las resoluciones. El resto superó ampliamente el 90 por ciento de aceptación de su accionariado.
La concienciación ambiental de Glencore ha ido creciendo en el último año presionada por fondos activistas con grandes cantidades de activos como Bluebell Capital o Climate Action 100+. A finales de febrero, en pleno estallido de la guerra de Ucrania, la minera anunció que pondría fin a más de 20 años de participación en la petrolera rusa Russneft.
Sin embargo, aún sigue ignorando las peticiones de los activistas que piden seguir los pasos de empresas como la angloneerlandesa Shell para llevar a cabo una escisión de su negocio con la que acelerar su transición hacia un modelo de negocio de cero emisiones.