La guerra contra el greenwashing en la industria de los fondos de inversión
Hay un mejor conocimiento de los riesgos no-financieros de las carteras y de las diferentes vías para mitigarlos y para actuar sobre ellos
El regulador europeo quiere erradicar el etiquetaje ESG de los fondos que no fundamenten apropiadamente las prácticas y objetivos en los que se basan.
La Unión Europea introdujo el Reglamento de Divulgación en Materia de Finanzas Sostenibles (SFDR, por sus siglas en inglés) en marzo de 2021. Desde entonces, muchos de los gestores de activos europeos e internacionales se encuentran en un estado de estupefacción. Sienten que les han robado las palabras.
El sector financiero ha sido históricamente reconocido por su prolífica capacidad de crear nombres y conceptos nuevos, de esos que suenan bien y en inglés.
Después de la crisis del 2008, Bird & Fortune, pareja humorística británica, recogió de manera sublime la capacidad del sector para poner nombres que hacían que cualquier inversor no pudiera más que abalanzarse a invertir en activos con nombres tan apetecibles como el “High-grade structured credit enhanced leveraged fund”, pese a que invirtiera de forma apalancada en créditos de pésima calidad.
Para todos aquellos lectores que no hayan visto antes el gag de Bird & Fortune, les recomiendo que dejen de leer este artículo y se pongan inmediatamente con esta perla de humor británico para que puedan estar en deuda conmigo.
Una década más tarde, los conceptos de moda en la industria han virado hacia la inversión ESG, sostenible y de impacto. Con la SFDR, la Unión Europea pretende, entre otros objetivos, erradicar el greenwashing en los fondos de inversión, exigiendo fundamentar las dudosas proclamas de integración de criterios ESG que muchas de las gestoras tenían publicadas en los materiales comerciales de sus fondos.
El miedo se ha apoderado de muchas gestoras desde que el mes de septiembre pasado, la gestora de activos del Deutsche Bank, DWS Group, pasó a estar en el ojo del huracán por un presunto caso de greenwashing.
El regulador alemán y el estadounidense comunicaron que abrían investigaciones después de que la antigua responsable de sostenibilidad del grupo acusara a éste de malas prácticas en relación con el etiquetaje ESG de los fondos, llegando a declarar que “la propaganda estaba fuera de control”.
El efecto miedo ante la experiencia de DWS
Las acciones de DWS Group cayeron un 14 por ciento al aparecer la noticia y permanecen en el nivel de los 36 euros por acción desde entonces, pese a que desde el grupo desmienten todas las acusaciones.
La nueva regulación exige a las gestoras a ser más explícitas y a ajustarse a una de las muchas taxonomías que todavía están siendo definidas por el regulador europeo con el apoyo de grandes instituciones del sector.
Cada vez son más los gestores que entienden las implicaciones de una inversión ESG fundamentada
Una primera consecuencia de la entrada en vigor de la norma es que, a media que las etiquetas ESG más vagas se han ido esfumando, el mercado de fondos ESG ha ido encogiendo en volumen de activos respecto al año pasado. Una segunda consecuencia es que cada vez son más los gestores que están entendiendo mejor las implicaciones de una inversión ESG fundamentada.
Actualmente hay un mejor conocimiento de los riesgos no-financieros de las carteras y de las diferentes vías para mitigarlos y para actuar sobre ellos. Las prácticas de los inversores a nivel global están mejorando y se está empujando a las compañías cotizadas a mejorar los suyos. El efecto bola de nieve está activado.