Reino Unido dará alas al 'comercio verde' en la COP26
Johnson busca capitalizar el diálogo sobre un modelo internacional que promueva la transacción de bienes, servicios y capitales que se aferren a la sostenibilidad
En poco más de dos meses echará a andar en Glasgow la Cumbre Mundial del Clima, la COP26. Tras los retrasos provocados por la pandemia de Covid 19 -que aún está por ver cómo condicionará la cumbre- el Gobierno británico empieza a desvelar detalles de cuáles serán algunos de los ejes de la esperada cita internacional para frenar el cambio climático.
De entrada, aspectos clave y en gran medida esperados, como la transformación de la industria o el impulso a las renovables; otros dónde se esperan avances, como la transformación del sector financiero y el giro hacia la inversión sostenible. Pero hay otros, menos obvios, que también estarán sobre la mesa de la cumbre.
Uno de estos últimos es el ‘comercio verde’, concepto que engloba la idea de enfocar el comercio internacional de una manera más sostenible.
Un concepto de amplio espectro
Esta apuesta por el ‘comercio verde’ ha sido impulsada en el Reino Unido por el Comité de Comercio Internacional de la Cámara de los Comunes, con la intención de que la COP26 trate diferentes aspectos ligados a estas transacciones internacionales.
Y, tras este enfoque, el Gobierno de Boris Johnson ha recogido el guante de la Cámara.
El Ejecutivo conservador ya ha reconocido que la cita internacional de principios de noviembre es una oportunidad para que Gran Bretaña se convierta en el actor que capitalice una estrategia de promoción de un comercio internacional más justo y sostenible.
Ahora bien, de momento, no hay una definición de qué se considera ‘comercio verde’ más allá de la prioridad de promover los criterios de sostenibilidad medioambiental y social.
Sin embargo, sí se pueden extraer conclusiones de los trabajos realizados por la Administración británica, según un informe realizado por el despacho de abogados Travers Smith LLP.
Menos barreras a los productos sostenibles
En concreto, tres premisas. La primera es que la política comercial global -tanto del Reino Unido como de otras grandes potencias- es clave para desarrollar y apostar por un comercio internacional que priorice la transferencia tanto de bienes como de servicios que sean medioambientalmente sostenibles.
Así, son los países, vía regulación, los que tienen que crear las condiciones que permitan favorecer una actividad comercial ‘verde’, ya sea a través de incentivos fiscales o de subvenciones directas. El primer modelo es el que impulsa, sobre todo, en Estados Unidos, mientras la Unión Europea se decanta por el segundo.
Además, los Estados deberían desarrollar el comercio internacional desde esta perspectiva a través de una mayor liberalización que permita eliminar barreras, sobre todo arancelarias, al comercio de bienes y servicios que tengan un claro componente sostenible.
De esta forma, promoviendo esta actividad comercial de productos ‘eco’ se promovería un sistema de producción más eficiente y a precios más accesibles respecto a otros bienes y servicios ‘convencionales’.
El cambio climático impacta en el comercio de alimentos
La segunda conclusión de este análisis es que el comercio internacional ‘verde’ tiene un claro foco en los productos del sector primario.
El motivo es que la compraventa global de alimentos ya percibe las consecuencias del calentamiento global y puede conllevar más cambios y más profundos en los patrones actuales. Entre ellos, sobre todo, su disponibilidad.
Por otro lado, en cuanto a otro tipo de bienes con un enfoque más industrial, aquellos países que, hasta ahora, hayan centrado su modelo productivo en empresas ligadas a sectores con altas emisiones de carbono (como el acero o el cemento, entre otros) también verían cómo se resienten sus exportaciones y, en consecuencia, su balanza comercial.
Y en el modelo financiero global
Una situación que no sólo afectaría a los países exportadores de productos que no sean considerados sostenibles, sino que también modificaría la fotografía actual del modelo comercial mundial.
Por último, una actividad comercial internacional con un enfoque ligado a la sostenibilidad también tiene un claro enfoque ligado al sistema financiero.
De esta forma, sólo se sustentaría ese ‘comercio verde’ a través de un paradigma de inversiones y transferencias que siga criterios ESG, con lo que sería necesario ahondar en los estándares financieros sostenibles tanto en los países exportadores como en los importadores, para permitir que el conjunto de la cadena cumpla con los mismos criterios.
¿Cómo trasladar el ‘comercio verde’ a la COP26?
A partir de esas premisas, queda pendiente ver cómo se traduce la idea de un ‘comercio verde’ en compromisos concretos o, simplemente, que este sea uno de los puntos sobre los que verse el debate de noviembre.
“A medida que avanzamos hacia la COP26 hay oportunidades de oro para trabajar con nuestros socios en la billonaria carrera hacia un modelo comercial y de inversión necesarios para abordar el cambio climático”, asegura en el informe ‘Comercio Verde’ Emma Howard Boyd, presidenta de la Environment Agency UK Board of Trade Adviser.
Un modelo de diplomacia comercial verde que también se traduciría en medidas concretas. Por ejemplo, dentro del plan de transformación de la economía británica que ya ha ido avanzando, en grandes líneas, Boris Johnson, se incluye la creación de cuatro ‘clusters’ industriales bajos en carbono, que estarían operativos en 2030. Estos serían los ejes comerciales y de exportaciones ‘verdes’.
Además, en este proyecto también se incluirán nuevos corredores comerciales con bajas emisiones, donde estaría, entre otros, una mayor capilaridad del transporte ferroviario. “Esta década es el momento decisivo para para luchar contra el cambio climático”, asegura Johnson en las conclusiones del citado informe.
“Y debemos hacerlo todos desde las pequeñas naciones hasta los mayores emisores”, concluye el primer ministro británico. En noviembre se verá si este objetivo se traduce en medidas comerciales concretas.