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La ciencia climática que nos perdimos

Si el cambio climático es omnipresente, también lo son sus soluciones y en la pandemia nos ha abierto la puerta a conocer alguna de ellas

La Humanidad puede adaptarse al cambio climático a través de la colaboración, según el segundo de los cuatro monumentales estudios científicos de las Naciones Unidas (ONU). Oportunidades que, según los expertos, “son cada vez más limitadas si las emisiones actuales de gases de efecto invernadero no disminuyen rápidamente”.

Los informes del IPCC no son lecturas fáciles, ni en formato ni en sustancia. En el último publicado se reconoce la evidencia “inequívoca” de que más retrasos “perderán una ventana de oportunidad breve y que se cierra rápidamente” para un futuro globalmente habitable.

El secretario general de la ONU, António Guterres, llegó a denominar al informe “un atlas del sufrimiento humano”, porque se trata de una mirada integral al clima extremo reciente y proyectado eventos, ecosistemas lacerados y su costo humano. 

2018: el punto de inflexión

El IPCC ha publicado muchos informes influyentes, pero ninguno más fundamental que su trabajo de 2018 sobre lo que sucede si el mundo falla para limitar el calentamiento global a 1,5 grados. Su conclusión de que los países deben eliminar las emisiones para 2050 provocó la fiebre mundial por hacer planes Net zero

Poco después se produjo una reacción violenta, ya que muchas de esas estrategias provocaron acusaciones de ‘greenwashing’, falta de rigor o de contenidos. Un grupo de investigación dirigido por la Universidad de Oxford recordó el pasado diciembre diciembre que “el Net zero es intrínsecamente un concepto científico” y no uno que pueda descartarse porque el marketing está extendiendo su significado más allá de las creencias. 

En su forma más básica, el empuje global de cero emisiones requiere varias cosas, según afirmó el grupo: recortes de contaminación inmediatos y completos; confianza en las tecnologías de eliminación de dióxido de carbono (CO2); compensaciones reguladas; equidad y objetivos de sostenibilidad; y el nacimiento de nuevos caminos hacia el éxito de la economía.

La mayor incógnita en la ciencia climática no está en cómo las nubes afectan a los modelos climáticos o la tasa de derretimiento de los glaciares, pero sí en cómo cambiará la sociedad. 

Es duro, pero eso “no quiere decir que no se pueda llegar a conocer”, según otro estudio reciente que explora cómo la dinámica política y social podría producir un modelo constructivo, si la respuesta pública conduce a medidas políticas mucho más duras de reducción de emisiones. 

La importancia de París

En medio de la creciente preocupación de que el mundo podría calentarse más allá incluso del objetivo superior del Acuerdo de París de 2 grados, los autores dicen que su investigación les da una razón para “estimar una probabilidad sustancial” -del 28 por ciento- “de cumplir con el objetivo de los Acuerdos de París”.

En octubre, los investigadores aprovecharon tecnologías de ‘machine learning’ para identificar 102.160 publicaciones sobre impactos climáticos reales. 

Combinando esa base de datos con un modelo global, concluyeron que el 80 por ciento de la tierra del mundo, donde vive el 85 por ciento de la humanidad, ya ha sufrido de alguna manera relacionada con el cambio climático. Al evaluar quién tiene la culpa, estudios recientes han analizado emisiones a escala global y asignan esa responsabilidad a los principales países contribuyentes de emisiones. 

Los analistas han ido un paso más allá y los cambios climáticos proyectados a nivel regional, teniendo en cuenta las emisiones históricas y futuras de la mayoría de emisores en función de sus objetivos climáticos.

En enero, un pequeño equipo descubrió que las emisiones de solo cinco jurisdicciones: Estados Unidos, China, la Unión Europea, Rusia y la India, son responsables de estar duplicando la proporción de emisiones del resto de países, al 92 por ciento. 

También existen contradicciones en torno a los problemas del salmón del Pacífico, cuyos dañados ecosistemas se están reponiendo con agua de glaciares que desaparecen, dándoles más espacio para reproducirse y creando más oportunidades para que sean capturados y fileteados. Mientras tanto, hay otros peces amenazados en el mar.

El aumento de las temperaturas de los océanos tiene el desafortunado efecto compuesto de reducir los niveles de oxígeno en el agua, un problema para muchas especies que viven en profundidades medias. Los científicos llaman clínicamente esta tendencia “desoxigenación”, pero podría ser más familiar descrita como “asfixia”.

Los científicos han apodado a una capa de hielo del tamaño de Florida en el oeste de la Antártida como el “Glaciar del Juicio Final”, posiblemente por su épica contribución al aumento del nivel del mar. El glaciar Thwaites añade en torno al 4 por ciento del aumento actual del nivel del mar, que podría saltar al 25 por ciento si se rompe. 

Pequeñas soluciones para grandes problemas

Si el cambio climático es omnipresente, también lo son sus soluciones. Una comparativa entre viajes de avión de equipos deportivos profesionales entre 2018 y 2020 concluyó que las competiciones pueden reducir las emisiones de viajes en un 22 por ciento si implementan las lecciones aprendidas durante la pandemia. 

Mientras que las emisiones de equipos de béisbol, fútbol, ​​baloncesto y hockey sobre hielo, los deportes más seguidos en los Estados Unidos, son una pequeña porción de la aviación global, el modelo a seguir llegaría a muchas personas, según el estudio. 

Y es que pequeños milagros de investigación ocurren todo el tiempo. Por ejemplo, el problema de los residuos de la ganadería: simplemente no puedes enseñar a las vacas a ir al baño. ¿O usted puede?.

Otro estudio descubrió que, a través de recompensas de comida, los bovinos “pueden ser capacitados para depositar la mayor parte de su orina en un lugar definido”. Debido a que separar la orina de los desechos sólidos puede reducir la emisiones de gases de efecto invernadero resultantes, escriben los autores, “un ganado ‘inteligente’ puede contribuir a resolver el enigma del asesino climático”.

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