La piscicultura sostenible y el reto del salmón
El modelo de negocio de esta industria pone de manifiesto que si se aborda un problema de sostenibilidad pueden obtenerse oportunidades comerciales
El consumo de carne presenta problemas medioambientales. Pero, ¿es el pescado una solución? Su huella de carbono es menor que la de otras proteínas de origen animal y, a primera vista, no hay duda de que el pescado es superior a la carne desde la perspectiva de la sostenibilidad.
Con la pesca, no se requiere ninguna deforestación para cultivar pastos ni tampoco destinar terrenos cultivables para producir piensos o aplicar tratamientos químicos. No obstante, la pesca a escala industrial tiene claras consecuencias medioambientales de diversa índole: desde la sobrepesca hasta la destrucción de ecosistemas, pasando, por supuesto, por la contaminación que generan los equipos de pesca. Según Greenpeace, las «redes fantasma» representan el 10% de toda la contaminación por plástico de los océanos.
La piscicultura ofrece soluciones para algunos de estos problemas. Aunque a los peces de piscifactoría se les alimenta con piensos de cereales, la conversión de estos en proteína es cinco veces más eficiente que en el caso de la carne de ternera.
Según la FAO, el consumo mundial de pescado se ha incrementado a un ritmo dos veces mayor que el de la población desde 1961, a una tasa del 3,1% anual. La acuicultura ha ayudado a satisfacer esa demanda.
El volumen de captura de pescado por métodos tradicionales muestra una tendencia plana desde mediados de la década de los 90 del siglo pasado, mientras que el número de piscifactorías se ha disparado. No obstante, a pesar de sus ventajas en comparación con la captura de peces salvajes y la ganadería, la acuicultura no está exenta de problemas.
Los problemas del salmón
El salmón representa alrededor del 5% de todos los peces de piscifactoría que se consumen a escala mundial, lo que equivale a 2,4 millones de toneladas anuales. Por cifra de negocios, el salmón y otras especies relacionadas representan casi el 20% de todo el comercio mundial de pescado.
La cría de salmón conlleva tres problemas principales. El más importante son los parásitos en forma de piojos marinos. La alta densidad de las piscifactorías favorece infecciones descontroladas de estos parásitos y, en casos extremos, una mortalidad masiva.
Al tratar de resolver estas dificultades, las piscifactorías han creado un nuevo problema: el tratamiento contra los piojos marinos requiere el uso de productos químicos agresivos. Con el tiempo, el piojo se ha hecho resistente, por lo que para eliminarlo es necesario utilizar tratamientos cada vez más fuertes.
Los productos químicos empleados se combinan posteriormente con antibióticos para tratar otras enfermedades, lo que afecta a la salud tanto del salmón de piscifactoría como al entorno ecológico, ya que esos productos van a parar al mar.
Esta relación entre densidad y entorno ecológico también constituye el eje del tercer problema: los efluentes, los excrementos del salmón. Si no se elimina adecuadamente, la materia orgánica puede acumularse hasta alcanzar niveles capaces de desestabilizar los ecosistemas locales.
Una solución
Las piscifactorías de salmón en tierra ofrecen una posible solución. Los salmones adultos son peces marinos de aguas frías. Por tanto, las piscifactorías debían ubicarse en emplazamientos parecidos al hábitat natural.
Una vez capturados, los peces deben congelarse y transportarse para evitar su deterioro, hasta el destino final para su consumo. Gracias a una tecnología innovadora, conocida como sistemas de recirculación para la acuicultura (SRA), esto ya no es necesario.
Esta tecnología permite mantener a los salmones en grandes tanques interiores donde todos los elementos se someten a un control. Los sistemas de circuito cerrado permiten retirar, tratar y eliminar los efluentes, eliminando cualquier exposición a parásitos. El agua se purifica y reutiliza.
Buscamos empresas que aporten soluciones sostenibles a largo plazo para la creciente demanda de alimentos a escala planetaria. Por ejemplo, una empresa noruega cuenta con piscifactorías de interior en dos de los principales mercados mundiales del salmón.
Sus instalaciones de Dinamarca y Florida no solo abordan directamente los problemas medioambientales del sector, sino que también acercan los productos al punto de consumo. De esta forma, los productos son más frescos y los costes de transporte, así como las emisiones asociadas, se reducen.
El ciclo cerrado de los sistemas SRA disminuye la incidencia de parásitos, el desperdicio de peces y la necesidad de aplicar costosos tratamientos químicos. Al retener los efluentes dentro del sistema SRA, se reduce la huella medioambiental.
Los aspectos económicos de la oferta y la demanda del salmón seguirán siendo objeto de atención ante el incremento de las poblaciones mundiales y las rentas medias. Los gastos operativos se reducen por lo que la demanda debería seguir al alza.
Un modelo de negocio atractivo pone de manifiesto que si se aborda un problema de sostenibilidad pueden obtenerse oportunidades comerciales. Como inversores, gozamos de una posición única para ayudar en esas transiciones en beneficio de nuestros clientes y de la sociedad.