La resaca de la COP 26 relanza el precio del carbono
El spot se dispara a máximos anuales después de que los participantes de la cumbre dejaran sin resolver una de sus asignaturas pendientes
El precio del carbono cotiza en máximos anuales menos de una semana después de que finalizara la COP 26.
La falta de respuesta a una de las asignaturas pendientes de los países, la creación de un marco común para el mercado del CO2, ha disparado el precio de los contratos en el mercado de carbono de la Unión Europea.
El spot se elevó este miércoles hasta los 66 dólares tras varias semanas a la baja desde finales de septiembre. Entonces, había marcado un anterior récord, al situarse por encima de los 64 dólares.
No fue hasta comienzos de este mes cuando recuperó la tendencia al alza, coincidiendo precisamente con la celebración de la cumbre climática de Glasgow.
La subida, sin embargo, eleva también el temor de los inversores, que ya ven como un precio más alto debilita el retorno de sus inversiones.
Una subida que debería ser más fuerte
Principalmente, las dudas del mercado existen en torno a cuánto costará cubrir sus futuras inversiones debido al precio del carbono.
Las últimas perspectivas de Getting to Zero, una alianza de 150 empresas de sectores como el marítimo, el energético, las infraestructuras o el financiero que persigue la reducción de emisiones en el transporte marítimo, son fiel reflejo de ello.
Su último informe apunta a que para conseguir que los envíos tengan cero emisiones para 2050, año clave marcado para la descarbonización, requeriría un precio medio del carbono de aproximadamente 191 dólares por tonelada en las próximas décadas.
El transporte marítimo internacional supone entre el 2 y el 3 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, y acumula casi un 80 por ciento del volumen de comercio global.
Para cumplir con los compromisos de descarbonización a 2050, la industria empezará a usar buques de cero emisiones a finales de la década, mientras que Getting to Zero anticipa que “su número aumentará radicalmente” en el periodo entre 2030 y 2040.
Sin embargo, revela un inconveniente para los inversores. “Una flota de cero emisiones solo es comercialmente viable e invertible si las fuentes de energía sin carbono son competitivas”, apunta el estudio.
La brecha de competitividad
En este sentido, el informe refleja que existe una “brecha de competitividad” que los mercados no pueden corregir por sí mismos. “Se necesitan nuevas políticas”, afirman rotundamente los autores.
Según sus estimaciones, a partir de datos del Global Maritime Forum, para el precio de 191 dólares por tonelada que marcaría el umbral de rentabilidad, es necesario comenzar a aplicar un gravamen a las emisiones de 11 dólares por tonelada en 2025.
Cifra que se incrementaría hasta los 100 dólares para comienzos de 2030 y llegaría a 360 dólares a finales de la próxima década. No obstante, consideran que el importe podría ser más bajo si los ingresos derivados de esta medida se usan en el apoyo a la descarbonización del transporte.
Por el contrario, “una posible deficiencia de los estándares es que no se logren generar ingresos”.
Las políticas reclamadas por Getting to Zero recuerdan a las demandas de varios países de la Unión Europea, que han reclamado en varias ocasiones nuevos mecanismos contra la especulación.
El territorio comunitario cuenta con su propio mercado de comercio de emisiones, el ETS, pero cada vez se escuchan más voces que exigen un gravamen determinado para el CO2 con el que evitar que se infle el precio de los derechos.
La última en hacerlo fue la propia presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, precisamente durante su intervención en la COP 26, que instó al resto de países mundiales a dar el paso. “Pongan un precio al carbono, la naturaleza no puede pagar más ese precio”, reclamó la jefa del Ejecutivo comunitario a la comunidad internacional.