Las prioridades en el calendario de la ESMA contra el greenwashing
La European Security and Markets Authority (ESMA) dará prioridad en 2022 al impulso del reporting de sostenibilidad, el desarrollo de índices y los rating ESG para evitar el greenwashing
El greenwashing se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de los supervisores a medida que continúa el auge de la inversión ESG.
En Europa, la European Security and Markets Authority (ESMA), organismo que aglutina a las CNMV comunitarias, ha diseñado una hoja de ruta de finanzas sostenibles para el periodo 2022-2024, que trata de establecer un marco de referencia para eliminar gradualmente el ‘lavado verde’.
La estrategia, según la ESMA, requiere de la colaboración de las autoridades competentes de los distintos estados de la Unión Europea, mientras que su papel será el de seguir supervisando las distintas iniciativas en el ámbito de las finanzas sostenibles.
Por ello, el máximo organismo comunitario en materia de sostenibilidad ha marcado una serie de prioridades a implementar a lo largo de 2022 con el objetivo de facilitar la transición -y consolidación- de la ESG en la industria de la gestión de activos europea.
Crear un comité de coordinación
Uno de los primeros pasos que dará la ESMA este año tiene que ver con ampliar la estructura horizontal del supervisor. Lo hará a través de una Red de Coordinación en Sostenibilidad (CNS, por sus siglas en inglés), que servirá de comité para supervisar los avances que se vayan tomando en coordinación con los distintos reguladores nacionales.
Entre sus tareas estará seguir completando el marco de referencia actual. En marzo del año pasado, Europa dio la bienvenida al Reglamento de Divulgación (SFDR), que establece los criterios a tener en cuenta para catalogar los productos con las máximas calificaciones sostenibles, los de artículo 8 y artículo 9.
El CNS tendrá la labor de “contribuir al trabajo planificado” por la Comisión Europea (CE) sobre los criterios mínimos establecidos para catalogar los productos de artículo 8, denominados ‘verde claro’.
Otra de las funciones será la de revisar las normas técnicas del SFDR. Por ejemplo, los indicadores de Principales Impactos Adversos (PAI) en materia climática, y con todo lo referente a derechos humanos, lucha contra la corrupción y prácticas antisoborno en lo referente a los criterios sociales y de gobernanza.
Más esfuerzos en materia de divulgación
La ESMA comenzará a organizar a lo largo de este año distintas reuniones con los supervisores de los Estados comunitarios en torno a cómo identificar y abordar “eficazmente” el greenwashing.
Para ello habrá que emplear esfuerzos en desarrollar los estándares para los informes de sostenibilidad de las empresas, incluyendo a las pymes y a otros trabajos como los informes de la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO). En este punto será vital la colaboración no solo con Bruselas, sino también con otras instituciones como el grupo asesor de información europea (EFRAG).
También se realizará en los próximos meses una evaluación sobre si las normas internacionales de información financiera (NIIF) integran de forma adecuada los riesgos ESG.
Se pondrá especial atención en los estándares mínimos climáticos marcados en los Acuerdos de París. La ESMA contribuirá, además, a la posibilidad de crear una etiqueta de referencia climática, y organizará foros con los distintos supervisores nacionales para revisar el marco de referencia de actuaciones ambientales.
En estas audiencias con los organismos, la ESMA compartirá casos prácticos para promover “de manera efectiva y consistente” la supervisión de las estrategias ESG.
Los rating: una asignatura pendiente
Uno de los puntos calientes siguen siendo las calificaciones ESG, que adolecen aún de falta de regulación y poca información sobre las metodologías que emplean los distintos rating.
Firmas privadas como Reprisk o S&P ya han hecho públicas sus metodologías, pero sigue faltando transparencia.
En este sentido, la ESMA aboga por apoyar este año la mejora de la confianza y las comparaciones entre los distintos rating ESG, especialmente a través de la recopilación de la información en la que se basan los proveedores de calificaciones.
Evaluar las divulgaciones ESG a través de comunicados de prensa, o llevar a cabo una supervisión continua sobre cómo los factores ESG se van incorporando por las distintas agencias en sus metodologías son otras de las iniciativas que comenzará a implementar la ESMA desde este mismo año en su estrategia contra el greenwashing.