Los bancos centrales alertan sobre la burbuja ESG
El Bank for International Settlements (BIS) advierte que los activos relacionados con cambios económicos tienden a sufrir fuertes correcciones tras el boom inicial
Los bancos centrales hace tiempo que advierten sobre el impacto del riesgo climático en los balances, pero no es el único ‘nubarrón’ en materia de sostenibilidad que tienen bajo su lupa.
El Bank for International Settlements (BIS), que integra a más de 60 bancos centrales del mundo, advierte de un creciente riesgo de burbuja de precios en los activos ESG y de los problemas de información y transparencia.
La entidad supranacional que se encarga de velar por una política monetaria global coordinada, que permita una estabilidad financiera, apunta que la misma finalidad que persiguen los activos ESG, como abogar por una gestión de activos sostenibles en lo medioambiental y que frene las desigualdades sociales, ha elevado la popularidad de estos activos.
En su último informe trimestral, el BIS señala que tanto la actuación del mercado como las decisiones tomadas por los legisladores han acelerado el respaldo hacia la transición hacia una economía baja en carbono.
“Al mismo tiempo, dado el rápido crecimiento de la nueva clase de activos, existen dudas sobre la posibilidad de que se desarrolle una burbuja a menos que se asegure la transparencia del mercado”, enfatiza el texto.
Si bien el crecimiento de activos ESG no muestra señales de fatiga, apunta el informe, la falta de estandarización y los problemas ligados a la clasificación de activos hacen difícil prever el posible impacto de una burbuja.
Las cifras globales
El texto del BIS, elaborado por los economistas Sirio Aramonte y Anna Zabai, cifra en 35 billones de dólares el volumen total de activos ESG en el mundo, entre los que incluyen tanto fondos temáticos como de impacto, entre otros.
Esta cifra supondría un aumento de casi un tercio entre los ejercicios 2016 y 2020 y representa el equivalente a cerca del 36 por ciento del total de activos globales.
En activos aún más concretos -como fondos cotizados en bolsa ETF o activos específicamente centrados en inversión socialmente responsable- el acelerón en los últimos cinco ejercicios sería aún más significativo -multiplicándose por diez- pero con un peso global inferior, de 2 billones de dólares.
Mientras, apuntan, el mercado de bonos con criterios ESG vería reducir su peso hasta el 1 por ciento del mercado global. En parte, porque no hay criterios claros de divulgación.
“Los limitados requerimientos de divulgación dan como resultado una imagen incompleta de cuántos inversores poseen activos ESG, especialmente en lo referente a instrumentos de capital”, asume el BIS.
El informe insta así a una mayor y más clara información respecto a los activos sostenibles. Apunta, por ejemplo, que los gestores de fondos de pensiones estadounidenses están haciendo girar sus carteras para dar más peso a los bonos verdes. Sin embargo, el peso de estos sólo sería del 4 por ciento de su exposición global a la deuda corporativa.
Y, en ‘hedge funds’ esta exposición sería inferior porque estos inversores institucionales van por detrás a la hora de integrar los principios ESG en sus procesos de inversión.
De esta forma, no habría una correlación absolutamente clara y directa entre los activos ESG reales y la información que apuntan los inversores respecto a la exposición de sus carteras.
El temor a repetir el pasado
Y ahí es donde entran las comparaciones con ‘burbujas’ que ya quedan atrás. “Las lecciones del pasado sobre volumen de inversión y dinámica de precios en activos de rápido crecimiento podrían ser relevantes para los valores ESG”, resume el texto.
“Los activos relacionados con cambios económicos y sociales clave tienden a sufrir fuertes correcciones de precios tras el ‘boom’ de inversión inicial”. Así ocurrió, apuntan los dos economistas, con las “acciones de los ferrocarriles a mediados del siglo XIX, acciones de Internet durante las ‘puntocom’ o los valores respaldados por hipotecas en la crisis financiera” de hace poco más de una década.
Por ello, el informe insta a una mayor y mejor evaluación e información sobre los activos ESG como garantía de la estabilidad financiera. En este sentido, apunta el pinchazo de las valoraciones de las cotizadas del sector renovable en lo que va de 2021.
“Se necesitan más análisis” para valorar los riesgos de estos activos y para estimar el tamaño de las primas de valores ESG, ‘greenium’ o ‘socium’, para valorar de esta forma un posible sobrecalentamiento del mercado.
“Proceder en esta dirección implica la recopilación de datos adecuados sobre los titulares y sus exposiciones, con especial atención a las que están apalancadas y puedan hacer referencia a los segmentos menos transparentes del sistema”, concluyen. Y, ahí, ayudaría una taxonomía, verde y social, “fiable”.
Análisis de estrés global
El contenido del informe trimestral del BIS va en el mismo sentido que las consideraciones que ya han realizado diferentes bancos centrales.
En las últimas semanas, el Banco Central Europeo ha reconocido que ningún gran banco de la eurozona cumple con sus exigencias en materia de cambio climático.
“Todos los bancos tienen varios puntos ciegos y es posible que ya estén expuestos a riesgos climáticos importantes”, señaló este verano Frank Elderson, miembro del consejo ejecutivo del BCE y vicepresidente del consejo de supervisión.
Mientras, los bancos europeos piden tiempo porque no pueden cumplir con el calendario de test de estrés del supervisor.
No sólo en Europa se da esta situación, esta semana el Banco Central de Brasil ha anunciado que va a requerir a todas las entidades que operan en ese mercado realizar test de riesgo climático en menos de un año, en julio de 2022. También, que incluyan este riesgo en la gestión del negocio, por ejemplo, a la hora de conceder créditos.