Los próximos retos para la inversión ESG
Medir el impacto financiero de la sostenibilidad o incorporar objetivos ESG en la retribución de la alta dirección son algunos de los retos que están pendientes
La inversión sostenible basada en criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) viene creciendo en los últimos años, alcanzando los 35,3 billones de dólares en los principales mercados internacionales. Eso supone un crecimiento del 15 por ciento respecto a 2018, representando ya un 35,9 por ciento del total de activos, de acuerdo con datos de la Global Sustainable Investment Alliance.
Una causa de este crecimiento tiene que ver con el aumento de las exigencias regulatorias a nivel internacional, como por ejemplo el marco regulatorio que está desarrollando la Unión Europea en materia de taxonomía y reporte de sostenibilidad, o las nuevas exigencias de transparencia en cuestiones climáticas de la Comisión de Bolsa y Valores estadounidense.
Y se puede prever un crecimiento todavía más exponencial, si se tiene en cuenta que, para lograr el objetivo de cero emisiones en 2050, será necesario que los bonos climáticos alcancen los 36 billones de dólares en 2025 y superen los 60 billones para 2030, según el Institute of Intrernational Finance.
El informe Approaching the Future 2022. Tendencias en reputación y gestión de intangibles, elaborado por Corporate Excellence y CANVAS Estrategias Sostenibles, refleja una escalada en la importancia que se le otorga a las métricas y reporte ESG, tendencia que sube cinco puestos en el ranking de relevancia para los profesionales.
Un 26,6 por ciento de empresas analizadas están trabajando en este ámbito de forma prioritaria, casi el doble que en 2021. Si hablamos de las métricas y reporte de sostenibilidad, las empresas que tienen el foco en este tema están todavía avanzando principalmente en establecer y medir indicadores ESG (33,3 por ciento).
Esta tarea se sigue viendo dificultada por el reto de lograr que esos indicadores reflejen el impacto de la gestión ESG en el negocio (29,1 por ciento).
El reto de medir el impacto
Ser capaces de identificar, medir y gestionar el impacto que la estrategia y los productos ESG generan en la cuenta de resultados es un desafío y también una gran oportunidad para consolidar la medición de la sostenibilidad. Pero no es el único reto. También identificamos dificultades a la hora de vincular los sistemas de retribución de la alta dirección al desempeño ESG.
Si nos centramos en inversión sostenible, solo un 9,9 por ciento de las organizaciones consultadas está trabajando en la inversión y captación de fondos sostenibles. Dentro de estas, el foco está puesto actualmente en comunicar y poner en valor sus avances en sostenibilidad y aspectos ESG, según el 33 por ciento de los profesionales.
Solo un 9,9% de las empresas trabaja en la inversión y captación de fondos sostenibles
En segundo lugar, un 25,5 por ciento de las organizaciones está trabajando en la medición y el impacto en el negocio de los productos de inversión sostenibles, seguido por un 21,3 por ciento que está avanzando precisamente en definir y crear esos productos con criterios de sostenibilidad.
En relación con este desafío, el 20,2 por ciento de los profesionales encuestados también destacan el desarrollo de sistemas de control para la información no financiera y la comunicación de los avances en el ámbito ESG.
A nivel global, el desarrollo de marcos internacionales integrados permitirá en los próximos años abordar la falta de una base común para el desarrollo de las normas de divulgación en todos los países e industrias.
Un ejemplo relevante en la actualidad es el marco que está desarrollando el Consejo de Normas Internacionales de Sostenibilidad (International Sustainability Standards Board-ISSB) de la Fundación IFRS, en el que participan miembros de Climate Disclosure Standards Board (CDSB), Task Force for Climate-related Disclosures (TCFD), Value Reporting Foundation —que integra el Integrated Reporting Framework y SASB—, así como del Foro Económico Mundial.
Cuando analizamos la conversación en los ecosistemas digitales relacionada con inversión sostenible observamos que la ciudadanía muestra ciertas reticencias, por ejemplo, a fondos europeos y planes de recuperación; por el contrario valora positivamente la inversión en la reactivación del turismo o la independencia energética.
Este escepticismo ha llevado a las autoridades a imponer regulaciones más exigentes que entrarán en vigor en los siguientes años.
Los avances hacia una mayor convergencia sobre los datos, las métricas y los requisitos de información ambiental, social y de gobernanza permitirán generar una mayor confianza entre los inversores, avanzar en los retos de medición del impacto y aprovechar las oportunidades de la inversión sostenible para impulsar el desarrollo de las personas y la protección del planeta.