La explosión que prepara la deuda verde
De los 500.000 millones de 2021 a 5 billones en 2025. Las expectativas de la industria de los bonos verdes son muy ambiciosas, con China ya convirtiéndose en uno de los mayores emisores del mundo
La deuda sostenible multiplicará su crecimiento en los próximos años tras las cifras récord del pasado ejercicio. Las emisiones de bonos verdes seguirán acelerándose, con los países emergentes desempeñando un papel fundamental para la consolidación de este mercado.
En 2021 se superó por primera vez la barrera del medio billón de dólares en bonos emitidos en un año, según los datos de Climate Bond Initiative (CBI), la mayor plataforma de seguimiento del mercado de deuda verde del mundo.
Estados Unidos continuó siendo el principal emisor de deuda verde, mientras que en Europa fue Alemania el que siguió llevando la batuta. Pero en el tercer puesto del ranking mundial irrumpió China, relegando en su lugar a Francia fuera del podio,
La creciente apuesta de los principales bancos chinos impulsó el avance del gigante asiático, llamado a ser una de las referencias de los emergentes para cumplir con las expectativas de crecimiento.
Los cálculos de CBI apuntan a que solo en los próximos tres años la deuda sostenible multiplicará por diez su volumen de emisiones del año pasado hasta suponer 5 billones de dólares en 2025.
La banca china se vuelca
Las emisiones estuvieron alineadas por lo general con bonos destinados a financiar proyectos para luchar contra el cambio climático.
El Banco de Desarrollo Chino, uno de los instrumentos para emitir deuda a nivel estatal, se aupó como la institución con el mayor volumen emitido. El año pasado recaudó hasta 7.400 millones de dólares para usar los fondos en iniciativas de protección y desarrollo sostenible a lo largo de la cuenca del río Amarillo, el segundo más largo de la geografía china.
Las tres emisiones del banco chino superaron en más de 1.000 millones las de la entidad francesa Société du Grand Paris, una de las pioneras en adoptar la certificación de emisiones verdes y el principal actor en la mejora de la red de ferrocarriles de París, uno de los mayores proyectos de infraestructuras europeas.
ICBC, el mayor banco de China, también realizó otra emisión de un bono climático con la que recaudó 3.200 millones de dólares. Los fondos se emplearán en proyectos para reducir la huella de carbono en sectores como el transporte, así como para financiar proyectos de energías renovables, una de las grandes apuestas del Ejecutivo de Xi Jiping para acelerar la transición ecológica a lo largo de la década.
La relevancia de los emergentes asiáticos en el mercado de deuda sostenible es cada vez mayor. Por detrás de China, países como Corea del Sur, Singapur y la India, además de otras regiones como Hong Kong y Japón, figuran en la lista de los 20 países líderes en deuda sostenible a pesar de ser también algunos de los más contaminantes.
La emisión del Tesoro sitúa a España en el mapa
En Europa, el liderazgo de Alemania y Francia fue incuestionable el año pasado, con cerca de 100.000 millones de dólares en bonos emitidos tanto corporativos como soberanos.
Fue, sin embargo, Reino Unido, el mayor emisor de deuda soberana, con hasta 21 bonos lanzados a lo largo del ejercicio, incluidos uno de 13.700 millones de dólares y otro de más de 8.000 millones.
España, por su parte, se colocó en el sexto puesto a nivel mundial en volumen emitido. Se produjo, además, el debut del Tesoro en el mercado de deuda verde soberana, logrando colocar en su estreno en septiembre 5.000 millones.
Cotizadas del IBEX 35 del peso del Banco Santander, Iberdrola y Repsol también realizaron emisiones millonarias a lo largo del pasado ejercicio.
Según CBI, el auge por los bonos verdes ha llegado tras “establecerse estándares de inversión y definiciones armonizadas en múltiples jurisdicciones, tanto en economías desarrolladas como emergentes”.
Algo que continuará acentuándose a medida que la deuda verde sea la de referencia y la tradicional, la que no está asociada a la inversión sostenible, sea reemplazada. Hasta el punto de que los analistas esperan que los bonos clásicos conlleven una futura penalización para los emisores.
Un ritmo de 1 billón anual, ¿insuficiente?
Desde su creación en 2011, las emisiones de deuda verde se duplicaron entre 2016 y 2020, y en 2021 volvieron a duplicarse en comparación con el ejercicio anterior.
CBI indica que este año podría suceder lo mismo, por lo que se lograría romper la marca del billón de dólares anual. Un hito “que sirve como indicador clave de que el capital se está desplazando a gran escala hacia soluciones climáticas a medida que el mundo corre contrarreloj”.
La cifra, sin embargo, podría no ser suficiente para financiar la cuenta atrás en la lucha contra los desastres climáticos.
Un informe de finales de enero de la consultora Mckinsey apuntaba que se necesitan al menos 9 billones de dólares anuales para cumplir con los objetivos Net zero marcados a 2050.
Por tanto, queda mucho camino por recorrer, tal y como aseguró Sean Kidney, consejero delegado de CBI, en la COP26 de noviembre.
“La asignación de capital debe acelerarse a varios billones cada año. La brecha de capital climático aún permanece, pero 5 billones de dólares de inversión verde anual para 2025 es un punto de referencia para juzgar el progreso de ecologización del sistema financiero”, apuntó.