Repsol aparca la crisis en Perú con la complicidad de los analistas
Solo JP Morgan planteó a interrogantes a Repsol sobre el vertido. Solo está dispuesta a vender una participación "minoritaria" en su negocio de renovables
Repsol da carpetazo a su crisis en Perú. La energética comunicó que las tareas de limpieza por el vertido de crudo en las costas del país concluirán definitivamente el próximo marzo durante el encuentro con analistas posterior a la presentación de resultados de 2021. Los analistas, mayoritariamente, pasaron por alto el incidente ambiental durante la ‘conference call’ de este jueves.
Solo JP Morgan cuestionó al consejero delegado, Josu Jon Imaz, acerca de las consecuencias del derrame de petróleo, equivalente al contenido de más de 10.000 barriles.
Imaz avanzó que las labores para descontaminar los tres kilómetros de las playas de Ventanilla (región de Callao) afectados finalizarán a finales de febrero, mientras que la eliminación de los residuos en acantilados “y otras zonas difíciles” terminarán a lo largo del siguiente mes.
Un coste de más de 65 millones
El consejero delegado de la compañía del IBEX explicó que el coste de las labores de limpieza asciende, por el momento, a 65 millones de dólares, si bien esta cantidad “podría aumentar en las próximas semanas”. Parte del montante correrá a cargo de las aseguradoras del barco italiano Mare Doricum, al que Repsol atribuye la responsabilidad del desastre ambiental.
Imaz insistió en que el vertido se debió a un “movimiento inusual” del barco por el oleaje provocado por la erupción de un volcán en Tonga. “Las causas están bajo investigación. Nuestra prioridad, y la de todo el equipo, es asumir todas las tareas de contención y remediación de las zonas afectadas”, dijo.
El incidente en la terminal número 2 de la refinería de La Pampilla, con la que trabaja la división en Perú de Repsol, se produjo el pasado 15 de enero. Desde entonces, la energética española ha sido señalada por el Gobierno peruano como la principal responsable.
Desde el presidente, Pedro Castillo, que a finales de enero afirmó que “no es la primera vez que Repsol hace esto”, pasando por distintos miembros de su gabinete, la postura del Ejecutivo ha cargado la culpa sobre la compañía. El último episodio llegó esta semana, cuando el ministro de Ambiente, Modesto Montoya, rechazó la idea de que fuese el buque italiano el causante del vertido, tal y como afirma la empresa de origen vasco.
“Aquí el responsable directo es Repsol, y si ellos contrataron a un tercero para el traslado del combustible, ese es su problema. Repsol tienen que pagar las consecuencias de este desastre”, dijo, a su llegada tras sobrevolar los ecosistemas afectados.
Repsol, por su parte, inició este lunes acciones legales contra los propietarios del buque petrolero, la armadora italiana Fratelli d’Amico, según informó a través de un comunicado.
En cualquier caso, las labores de limpieza ya superan el 70 por ciento de las zonas afectadas. “Nuestro compromiso es devolver al litoral peruano a su estado natural. Estamos empleado todos los recursos a nuestro alcance para que esto sea posible, trabajando con transparencia y en total colaboración con las autoridades competentes”, dijo el presidente de Repsol Perú, Jaime Fernández-Cuesta, en la nota difundida.
Precisamente, el directivo tuvo que comparecer ante el Congreso de Perú, reiterando que el derrame se produjo por un “movimiento anómalo” mientras el barco ejecutaba la descarga del crudo.
Desde el pasado 18 de enero, la siguiente sesión bursátil posterior al incidente, las acciones de Repsol han subido un 6 por ciento frente a las pérdidas del 1 por ciento que marca el Stoxx 600 Oil & Gas, referencia de las petroleras en Europa.
El rally en los últimos meses del crudo, que cotiza en máximos desde 2014, ha beneficiado a los títulos, que se sitúan ahora en su mayor cota desde el inicio de la pandemia de Covid-19. El consenso de Bloomberg, por su parte, estima un potencial de subida a 12 meses del 10 por ciento.
¿Un socio para el negocio de renovables?
La recuperación económica de la compañía tras la emergencia sanitaria ya es una realidad, después de que Repsol informara que obtuvo un beneficio neto de alrededor de 2.500 millones de euros en 2021 en comparación con las pérdidas millonarias del 2020.
Imaz recalcó que una de las prioridades de la compañía sigue siendo continuar la hoja de ruta marcada en su estrategia de descarbonización, que marca un primer horizonte en 2025. Para ese año, Repsol prevé reducir sus emisiones en un 25 por ciento.
En octubre, la energética detalló que invertirá 1.000 millones más -hasta 6.500 millones- en su transición renovable en los próximos tres años. Cuestionado sobre si buscarán nuevos compañeros de viaje, Imaz dijo que solo lo harán si Repsol “es capaz de encontrar el socio adecuado que comparta su visión a largo plazo”. Sin embargo, la compañía solo accedería a vender una participación “minoritaria” de su negocio de renovables.
El consejero delegado adelantó también que Repsol contempla un plan de amortización de 50 millones de acciones propias que seguiría a los 75 millones de títulos amortizados en los últimos meses; más de un 4 por ciento del capital.
Este programa, según Imaz, podría completarse en el cuarto trimestre de este año o en el primero de 2023, en función del visto bueno de los reguladores.