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Teletrabajo, ¿work in progress?

El modelo americano es el ejemplo del enfoque adoptado a la vuelta a la oficina. Unas políticas clave en lo 'social' por su impacto en los trabajadores

La explosión del teletrabajo es sin duda uno de los principales efectos del coronavirus en el ámbito laboral y empresarial.

Quedarse en casa, y trabajar desde casa, se convirtió temporalmente en un imperativo mundial. El número de organizaciones que reconocían tener a más de la mitad de sus empleados trabajando en remoto se disparó en 2020, pasando de un 16 por ciento a un 62 por ciento con Estados Unidos a la cabeza, según Cisco.

Su adopción forzada y masiva ha puesto a prueba la infraestructura, tecnología, procesos, cultura y capacidades de muchas organizaciones.

En medio de una pandemia que se está resistiendo ola tras ola, se ha demostrado que los empleados pueden estar conectados y ser productivos trabajando fuera de la oficina en períodos de tiempo prolongados. ¿Se trata de un cambio estructural? ¿Se ha desplazado el péndulo del presentismo laboral hacia el extremo opuesto?

Antes de aventurarnos a responder, debemos tener presente que el teletrabajo masivo fue el medio que evitó el colapso. El medio, no el fin. Prueba de ello es que el teletrabajo se realizó en unas condiciones muy alejadas del ideal, donde las herramientas, el nivel de preparación, la eficiencia o la calidad pasaron a un segundo plano.

Asimismo, debemos tener en cuenta que hay actividades que es difícil, sino imposible, desempeñar desde casa, como ocurre en el sector de la agricultura, la restauración o en el ámbito sanitario.

Llama la atención como entidades como JPMorgan o Goldman se han apresurado a volver a la oficina

Partiendo de la base de que el trabajo en remoto no es apto para todas las actividades, quizás, para entender la dinámica de lo que está ocurriendo, lo más pertinente sea analizar el sector financiero y asegurador, donde diferentes estudios estiman que entre el 76 por ciento y 86 por ciento de las actividades se podrían realizar en remoto.

Con la vacunación avanzando a buen ritmo, llama la atención la presión por la vuelta a la oficina que impera en los principales bancos de inversión de Wall Street, como JP Morgan o Goldman Sachs.

Ésta ha sido una de las entidades más agresivas para repoblar sus oficinas, así a mediados de julio anunciaba que ya se habían incorporado el 45-50 por ciento de los empleados en las principales oficinas.

Estos datos no sorprenden, pues directivos de ambas firmas han cuestionado públicamente el valor del trabajo en remoto, argumentando que conduce a una base de empleados menos colaborativa y creativa.  Argumento que queda en entredicho al observar el año de ganancias récord que han experimentado.

El modelo estadounidense

Todo parece indicar que Wall Street se esfuerza por dejar atrás el trabajo en remoto. Así un 80 por ciento de los ejecutivos encuestados recientemente por Accenture prefieren que sus empleados estén de 4 a 5 días en la oficina. ¿Vuelve aquí el péndulo a la posición original?

¿Qué ocurre en un sector tradicionalmente más flexible como el tecnológico? Si bien Apple, Amazon, Facebook y Google han pospuesto a inicios de 2022 la reincorporación de sus empleados por la expansión de la variante Delta en América, se observa como las BigTech habían apostado ya por un modelo híbrido.

Así, Amazon planteaba que sus trabajadores fuesen a la oficina tres días a la semana, Apple optaba por la misma fórmula, Facebook recomendaba estar al menos la mitad del tiempo en la oficina; mientras que Google espera que alrededor del 60 por ciento de los empleados regresen a las oficinas que ocupaban antes de la pandemia, que el 20 por ciento se mude a una oficina diferente y el 20 por ciento restante trabaje desde casa.

Esta forma diferente de reaccionar, en un mismo país, entre sectores diferentes, pero con un alto porcentaje de actividades factibles de realizar en remoto, representa claramente los dos extremos entre los que se mueve actualmente la fuerza laboral, presencial o remoto.

¿Hacia que lado se decantará finalmente el péndulo? Su posición de equilibrio sería una forma híbrida donde convivan el presentismo asociado a la oficina y la flexibilidad del trabajo en remoto, combinándose en función de las características de la actividad y del momento. Esta posición que parece la más lógica, sin embargo, es la más difícil de gestionar.

Trabajar desde casa no es simplemente mover el trabajo de la oficina a una nueva ubicación. Es una nueva habilidad, tanto de los que se quedan en la oficina como de los que no; implica nuevos procesos de gestión de talento y de la información, reforzar la seguridad, la cultura empresarial y el orgullo de pertenencia, buscar nuevas formas de medir el desempeño o la productividad,…

Se están realizando estudios para valorar cómo puede afectar a la productividad

Sin duda, estamos navegando en aguas desconocidas y parece que la productividad pueda convertirse en la brújula. Se están realizando diferentes estudios para entender cómo se puede ver afectada por el teletrabajo y por las condiciones vividas en el confinamiento.

Hay investigaciones que demuestran que el trabajo en remoto, en actividades de baja cualificación, como Call Centers puede aumentar la productividad un 20-30 por ciento. Sin embargo, otros estudios apuntan, en actividades con mayor nivel de cualificación a una disminución de la misma por la necesidad de dedicar mayor tiempo a tareas de coordinación.

Todo lo que está ocurriendo hace pensar que es más realista considerar lo vivido en este año y medio como un experimento forzado a gran escala, que ha servido para resquebrajar barreras tecnológicas y culturales, creando nuevas dinámicas de mercado, pero que necesita resolver aspectos cruciales para consolidarse como un cambio estructural, tanto en España como a nivel global.

España, a pesar de contar con una de las mejores infraestructuras de telecomunicaciones de Europa, no figura entre los países con mayor implantación del teletrabajo.

Los principales motores de nuestra economía son complejos de desempeñarse en remoto

Si bien es cierto que los principales motores de nuestra economía, turismo, automoción y el sector agroindustrial, son difícilmente susceptibles de desempeñarse en remoto.

No es menos cierto que de acuerdo con la EPA, el trabajo en remoto pierde fuerza trimestre a trimestre en España. Presentó su máximo histórico durante el confinamiento más estricto, (16,2 por ciento del total de trabajadores en junio 2020) cerrando el pasado mes de junio con un 9,4 por ciento. Además, es previsible que siga la tendencia dado que muchas empresas se han marcado este mes como fecha clave para la vuelta completa a las oficinas.

El trabajo en remoto es una cuestión abierta, donde a la luz de lo que está ocurriendo las empresas, además de adaptarse y aprender, deben decidir qué tipo de fuerza laboral y clima asociado necesitan para mantener sus objetivos en una situación de pandemia.

Sin ninguna duda, como se recoge en el modelo empresaconfuturo,com, estamos a las puertas de un cambio fundamental en el concepto de trabajo, y donde tenemos que tener presente que los viejos mapas no ayudan a descubrir mundos nuevos.


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