Toyota lucha contra el estigma de ser la automovilística más retrasada en política climática
La firma japonesa perseguirá un objetivo de neutralidad de carbono para 2050
El fabricante de automóviles Toyota responde a la presión de los inversores al reafirmar su compromiso para alinearse con los Acuerdos de París. Este lunes, la compañía se ha fijado "hacer todo lo posible" para lograr emisiones neutras de carbono en 2050.
El grupo, que vende automóviles en más de 200 países de todo el mundo, pretende alcanzar la neutralidad de carbono impulsando su apuesta por los vehículos eléctricos. En los últimos 20 años, Toyota ha vendido más de 17 millones de unidades de este tipo.
Asimismo, se compromete a "revisar" las políticas de 'engagement' de la compañía y las asociaciones de la industria en las que participa para "confirmar que son consistentes" con los objetivos a largo plazo del Acuerdo de París.
El resultado de esta revisión y las acciones serán publicadas "al final de este año", según avanza el fabricante, que ha dado cuenta de sus interés por "brindar más información" para que sus grupos de interés puedan comprender el esfuerzo para lograr la neutralidad de carbono.
El compromiso de Toyota, que forma parte del grupo Climate Action 100+, sobre divulgaciones de participación política es el primero de estas características por parte de una empresa japonesa.
En el escueto comunicado, la firma señala que su intención es "proporcionar los vehículos eléctricos más adecuados en respuesta al entorno económico, las políticas energéticas e industriales, así como las diferentes necesidades de los clientes en cada región".
"Toyota impulsará estrategias de electrificación que contribuyan a reducir las emisiones de CO2 durante todo el ciclo de vida de un vehículo, mientras consulta con los gobiernos sobre cómo mejorar el medio ambiente para la promoción de la electrificación", detalla la compañía.
En este sentido, reclama que para que la industria logre compensar las emisiones será "indispensable" integrar las políticas energéticas de renovables en las infraestructuras de carga, así como las políticas que faciliten subsidios para la compra de vehículos eléctricos, con el apoyo a proveedores y el reciclaje de las baterías.
De hecho, la firma recalca la importancia de trabajar en colaboración con varias partes interesadas, incluyendo los gobiernos y las asociaciones industriales, mostrando su predisposición.
Presión de accionistas institucionales
El fabricante de automóviles ya había sido objeto de escrutinio de los inversores ESG después de ponerse del lado de la administración Trump en 2019 en un intento por impedir que el estado de California estableciera sus propias reglas de eficiencia de combustible.
Precisamente, este movimiento se produce después de que cuatro fondos europeos con unos 235.000 millones de dólares en activos hayan presionado a Toyota para que ponga fin, antes de su reunión anual de accionistas en junio, a sus actividades de presión contra los esfuerzos internacionales para evitar un calentamiento global.
"Esta medida no debe ser un ejercicio de relaciones públicas, sino una clara señal del fin de su papel en el 'lobby' negativo sobre el clima, que le ha dado un estatus de rezagado", dijo Jens Munch Holst, el consejero delegado del fondo danés AkademikerPension, a la agencia Reuters.
"No debe ser un ejercicio de relaciones públicas"
Jens Munch Holst, AkademikerPension
En esta ocasión, la presión llega por parte de son cuatro vehículos de pensiones comprometidos con el ESG. Se trata del fondo noruego Storebrand (75.000 millones de euros), el fondo de pensiones público sueco AP7 (67.000 millones), el fondo danés AkademikerPension, con 17.200 millones bajo gestión; y el fondo de la Iglesia de Inglaterra (Church of England Pensions Board) con 3.500 millones de euros.
Estas tareas son parte de las entidades marcadas por una fuerte política de sostenibilidad, que en el caso del fondo danés se ejemplifica con la exclusión de China de su universo de inversión al ser un país en que consideran que se violan los derechos humanos.
Por ejemplo, en el caso del fondo sueco, AP7 cuenta con una lista de exclusiones que revisa semestralmente y donde figuran el fabricante Renault -por la presunta violación de los derechos laborales en Turquía- o la compañía española Repsol, por un episodio de violación de los derechos humanos en una extracción de gas en Perú.
A la cola del sector automovilístico
En los ratings ESG, Toyota obtiene una calificación de 'E +' en cuanto al sistema de compromiso político en los puntos de referencia alineados con París, de acuerdo a la escala que va de 'A' (la mejor) a 'F' (la peor), de acuerdo con InfluenceMap.
Según esta calificación, la compañía nipona sería el fabricante de automóviles con la calificación más baja dentro de una industria, tras "resistirse a los esfuerzos gubernamentales a nivel mundial para implementar una política climática significativa", argumenta InfluenceMap.
En concreto, el análisis de InfluenceMap otorga a Toyota Motor un 26 sobre 100 a la intensidad del compromiso en las políticas climáticas, siendo el 35 la cifra a partir de la cual se considera que el 'engagement' es "relativamente amplio".
"La declaración de neutralidad de carbono de Toyota, y en particular su compromiso con la política, envía un mensaje poderoso tanto al Japón corporativo como al sector automotriz global. Claramente, la prueba estará en los detalles y estamos ansiosos por evaluarlos cuando estén disponibles", ha señalado el director ejecutivo de InfluenceMap, Dylan Tanner.