Ucrania. Los activos contaminantes ganan el primer asalto

El petróleo y el gas se encarecen tras el ataque de Rusia a Ucrania y les sigue el uranio. La expectativa de menor crecimiento económico, por el contrario, abarata el precio del carbono

Petróleo

Los modelos matemáticos utilizados para evaluar cuánto petróleo puede producir un pozo eran conjeturas. Hasta que llegaron Microsoft y Amazon

La entrada de tropas rusas en Ucrania amenaza con recrudecer la crisis energética en Europa. La escalada del conflicto en los últimos días ha beneficiado, por el momento, a los activos contaminantes, que se han anotado fuertes subidas, que engrosan las acumuladas en los últimos meses.

El jueves, el mismo día que el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció una “operación especial” en las regiones de Donestk y Lugansk, los precios del petróleo se dispararon, llegando a superar por primera vez desde 2014 la barrera de los 100 dólares.

El precio del gas, del que Rusia es el mayor comercializador de Europa, se disparó más de un 30 por ciento. Simultáneamente, los inversores en uranio, materia prima fundamental para la energía nuclear, también están aprovechando el contexto.

“Los precios del petróleo y el gas son el barómetro del miedo a la crisis, dada la vulnerabilidad de los suministros a posibles sanciones. La situación actual implica mucho ruido e incertidumbre”, señala los analistas de Julius Baer en un comentario.

Nuevo capítulo de la crisis energética

Los activos más ‘sucios’ ganaron el primer asalto a pesar de las correcciones que siguieron a las fuertes subidas.

El viernes, los contratos de futuros del petróleo Brent, referencia en Europa, caían hasta los 98 dólares tras haber llegado a tocar un máximo de 105 dólares. El crudo de Texas (WTI), de referencia en Norteamérica, también corrigió cerca de medio punto hasta los 92 dólares.

El gas, por su parte, sí registró una corrección más amplia. Los contratos futuros negociados en la plataforma TTF, de referencia en Europa, perdieron un 20 por ciento hasta llegar al entorno de los 106 euros (por megavatio/hora) frente a los 140 en los que llegó a cotizar en su pico máximo de los últimos días.

La volatilidad recuerda a la crisis de energía europea del año pasado, y refleja que la guerra de Ucrania es también un conflicto energético. Los daños colaterales se notarán en todo el continente.

“Unos precios más altos prolongados del gas y la energía tras el aumento de las tensiones entre Rusia y Ucrania ejercería más presión sobre las facturas de los consumidores, lo que aumentaría el riesgo de intervención de los Gobiernos”, explica Knut Slatten, vicepresidente de análisis de Moody’s.

Corte de suministros, sanciones… 

Los precios más altos beneficiarán a los productores comerciales, pero deja a los proveedores en una situación más delicada, con mayores riesgos asociados a un precio más alto del gas o la electricidad, según explica el analista. Más allá de los consumidores, para empresas como las ‘utilities’ podría afectarles en cuanto “daños a su perfil crediticio”.

“Rusia es el mayor proveedor de gas de Europa. Aunque está previsto que se detenga por completo el suministro de gas ruso, es poco probable que ocurra. Una escalada de mayor tensión probablemente conduciría a un mayor aumento del precio del gas”, apunta.

“El corte del suministro de energía a Europa por parte de Rusia no figura en nuestras hipótesis, pero es una estrategia que podría emplear como táctica de represalia o si los acontecimientos no le son favorables”, dijeron los analistas de Loomis Sayles, una de las gestoras de Natixis.

Además, el conflicto “impondrá un impuesto al crecimiento mundial” y añadirá presión al entorno inflacionario ante la persistencia del repunte de los precios en los últimos meses. Por ejemplo, la guerra supondría un nuevo repunte en alimentos como el trigo, “ya que Ucrania es un exportador neto” y una interrupción del suministro tendría un impacto significativo en el precio del cereal.

Los analistas de Bank of America (BofA) consideran que la energía podría seguir teniendo un fuerte rendimiento en el corto plazo si el conflicto entre Rusia y Ucrania se intensifica aún más.

“Sin embargo, creemos que un precio del petróleo de 100 dólares resultará insostenible en el contexto de debilitamiento del crecimiento mundial, una recuperación macro y el dólar fortalecido”, apuntan en un comentario.

“Continuamos viendo una desventaja a medio plazo para la energía, y esperamos que tengan un rendimiento menor a medida que el precio del petróleo comience a normalizarse”, detallan.

El uranio sube; el carbono corrige

El conflicto de Ucrania también ha reforzado, sin embargo, las perspectivas sobre una inesperada compañera de viaje en la transición ecológica: la energía nuclear.

El rendimiento del uranio respecto al registrado en el mercado de emisiones de carbono (ETS) europeo refleja cómo los primeros compases de la guerra han beneficiado a los fondos cotizados -ETFs- de uranio y ha castigado el comercio de emisiones.

Nortshore Global Uranium Mining y Global X Uranium, dos de los mayores ETF que replican el uranio, se dispararon un 4 por ciento entre el jueves y el viernes un 4 por ciento.

Solo a comienzos de año, cuando la Comisión Europea anunció su intención de incluir la energía nuclear en la categoría de activos verdes, habían registrado subidas similares, mientras que en el año acumulan retornos negativos del 6 y del 4 por ciento, respectivamente, a medida que ha crecido el rechazo de varios países europeos a las intenciones de Bruselas.

Detrás de las últimas subidas de los ETF está la composición de sus carteras. Las multinacionales Cameco y Nac Kazatomprom representan en torno a un 30 por ciento de cada uno de los fondos, y sus acciones se dispararon un 10 y un 6 por ciento respectivamente desde el jueves.

Entretanto, los derechos de emisión de carbono retrocedió un 3 por ciento el viernes, corrigiendo la trayectoria alcista (sumaba más de un 10 por ciento ) que seguía mostrando en 2022 tras el auge del año pasado.

La entrada de Rusia en Ucrania es una amenaza para la recuperación económica, y eso provoca que caiga la demanda de derechos para 'cubrir' el exceso de emisiones en la Unión Europea.

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