La UE busca nuevas formas de apoyo a la transición energética de las empresas
El Comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, reclama que se cree un fondo de ayuda a las empresas para que estas puedan acometer su transición energética y competir con los Estados Unidos
Si la Unión Europea quiere que las empresas de su tejido empresarial logren firmar una transición energética de éxito — resistiendo al actual contexto de crisis provocado por la invasión de Ucrania y a la competencia de unas empresas norteamericanas impulsadas por las ayudas de Washington —, Bruselas debe crear este año un nuevo fondo de subvenciones para la comunidad empresarial.
Esta es, al menos, la advertencia que lanzó el Comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, en una entrevista concedida a diversos medios de comunicación europeos, y recogida por Reuters.
Una necesidad de financiación por la que ya abogó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a mediados del pasado diciembre, cuando destacó la importancia de crear un fondo estatal europeo para "financiar una política industrial verde".
Un fondo que desde Bruselas se defiende como requisito para que la UE se convierta en líder del mercado en el ámbito del cambio climático, y que reincide sobre una necesidad de mejor financiación que también destacaron consultoras internacionales como Mckinsey.
Las dificultades de la UE para afrontar la transición energética
En la entrevista, Gentiloni apuntó que la necesidad de este fondo para ayudar a las empresas, o de otro tipo de subvención nueva, es mayor que nunca.
Y es que, de acuerdo a su criterio, la UE no solo está ya rezagada en campos como el de la producción de semiconductores o el del acceso a materias primas necesarias para la transición energética, entre otras cosas.
Según él, la UE también se enfrenta al "reto de seguir siendo competitiva", ahora que los precios de la energía en el continente son considerablemente más altos que en otras partes del mundo, y que la economía europea también se está viendo más afectada por la proximidad de la guerra en Ucrania.
Gentiloni, por tanto, señaló que existe el riesgo de que las empresas europeas se vean obligadas a trasladarse a otros lugares. Una fuga que se traduciría en una pérdida de empleo a gran escala en la UE, y en una pesadilla para la Comisión Europea.
El ex Primer Ministro italiano, no obstante, no precisó la cuantía de la que debería disponer este nuevo fondo de apoyo, y tampoco aclaró si está a favor de favorecer con préstamos más baratos a las empresas, por ejemplo.
Las luchas de poderes en Bruselas
El problema para la tesis de Gentiloni es que, además de algunos Estados miembros como Holanda y Alemania, varios comisarios europeos no ven con buenos ojos la construcción de un nuevo pozo de dinero, después de que el fondo de recuperación del coronavirus consumiera más de 800.000 millones de euros desde 2020.
El Comisario Europeo, en consecuencia, detalló que primero será necesario acordar "qué sectores y proyectos, por ejemplo en el campo del hidrógeno, son de interés común europeo", para así poder ver posteriormente "qué se necesita para estimular estos asuntos".
En su opinión, este planteamiento evitaría que la UE vuelva a vivir una lucha fratricida por dinero.
Un tema que estará candente los días 9 y 10 de febrero, cuando los 27 Jefes de Gobierno de la comunidad europea celebrarán una cumbre extraordinaria de la UE sobre el declive de la competitividad.
Fechas, por otro lado, en las que el político italiano cree que podrían alcanzarse acuerdos sobre un nuevo fondo de apoyo a la sostenibilidad.
El problema de la legislación estadounidense
El motivo para la urgencia de Gentiloni parte de la base de que, a sus ojos, todos los países de la UE están en recesión desde finales del año pasado.
Un contexto de partida en el que Gentiloni subrayó que la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) del Presidente Joe Biden viene "a sumarse" a esta calamidad económica.
Una calamidad que deriva del hecho de que los 369.000 millones de dólares del rescate IRA conceden grandes exenciones fiscales y subvenciones a los ciudadanos y empresas estadounidenses que se sumen a la transición energética, ya sea comprando coches eléctricos, o construyendo parques eólicos.
La Comisión Europea, Alemania y Francia ya dieron la voz de alarma en varias ocasiones en los últimos meses sobre el peligro que puede suponer la ley IRA sobre el tejido europeo, al considerarla "discriminatoria" para las empresas europeas debido al planteamiento de "comprar producto norteamericano" (Buy American).
La UE, por ende, reclamó una cláusula de excepción en la ley norteamericana para los productos ecológicos de las empresas europeas, pero Washington aún no ha hecho suficientes concesiones en este sentido.
Hay que buscar soluciones a los desequilibrios europeos
Dada la desventaja con la que pueden partir las empresas continentales, tanto Gentiloni como von der Leyen, quiere un IRA europeo, y prevén "una mezcla de medidas de apoyo nacionales y europeas" que se combinen para hacer frente a su contrapartida estadounidense.
Medidas, eso sí, que Gentiloni no querría que provocaran una guerra de subvenciones con Estados Unidos.
"Tenemos una relación muy buena con los Estados Unidos en este momento, mejor que antes. Con la guerra de Ucrania y las tensiones con China, no deberíamos arriesgarnos", afirmó Gentiloni.
Y es que el italiano cree que puede convencer a los Estados Unidos argumentando que el choque económico causado por la invasión es "asimétrico" y afectará más a la UE. Por eso se necesitan más subvenciones.
La Comisión también está consultando a los Estados miembros respecto a formas de flexibilizar las normas sobre ayudas estatales, de manera que los países de la UE puedan ayudar a sus empresas a defenderse del IRA norteamericano.
Los expertos, eso sí, alertaron del "peligro" de que la relajación de las normas sobre ayudas estatales provoque una desigualdad de condiciones, porque los Estados miembros más ricos den más dinero a los empresarios que los más pobres.
Pero, de acuerdo a Gentiloni, el fondo europeo que reclama puede equilibrar esa balanza y ayudar a hacer frente a las desigualdades propias del fuero interno de la UE.