El gélido viento de la iliberalidad
EL AÑO POR DELANTE ● Las reformas para que el Gobierno controle la justicia sonrojan tanto por su contenido y aleatoriedad como por el desprecio institucional que demuestran
Después de tres años de pandemia, de una guerra en las puertas de Europa y de una polarización política, que nos retrotrae bastante atrás, es realmente difícil saber en qué punto del túnel nos encontramos. ¿Más cerca de la entrada o de la salida? No nos engañemos, nadie lo sabe.
Si empezamos por lo más obvio, 2022 ha sido un año negativo desde el punto de vista de la «institucionalidad» -del fortalecimiento de las instituciones y administraciones públicas- y del debate parlamentario, que debería generar consensos políticos y estabilidad. En consecuencia, la confianza del ciudadano en el Estado se ha resentido. Y 2023 no apunta mejores maneras.