El mundo entra en una transición desordenada
En un mundo tan impredecible como el que viene, la recuperación económica no será necesariamente sincronizada, ni a la misma velocidad, ni exenta de riesgos
Hay conceptos que se utilizan con tanta frecuencia y en ámbitos tan diversos que acaban teniendo diferentes significados. Decía incluso Umberto Eco que «los objetos están semánticamente desgastados antes que su materialidad». Esperemos que no suceda eso con lo que denominamos «nueva economía» porque vamos a necesitarla para recuperar el ánimo, el empleo y las perspectivas de futuro.
Antes de que la pandemia asolara la actividad y dominara nuestro pensamiento, la nueva economía era aquella que surgía de un gran cambio estructural o reforma. Específicamente, se usaba con cierta frecuencia para referirse a la transformación disruptiva que suponía todo aquello relacionado con nuevas tecnologías y digitalización. Esa acepción sigue hoy muy presente y se ha hecho, si cabe, más acelerada en tiempos de pandemia.