El órdago de China
La cruzada intervencionista de Xi Jinping pone en guardia a los inversores. El impacto de las medidas se extiende a Occidente
El mundo de la inversión asiste con desasosiego creciente a la inesperada ofensiva intervencionista del Gobierno chino. Lo que hace unos meses era una cruzada contra la excesiva concentración de poder en los grandes conglomerados tecnológicos se ha extendido como una mancha de aceite a otros sectores en un verano marcado por la prolificidad de Pekín en la publicación de medidas, guías y directrices en los canales oficiales o en la prensa controlada por el partido.
La recolección de datos personales en los coches conectados; el coste de las clases particulares online, el uso de los videojuegos y hasta la publicidad de leche infantil de fórmula han ido sumándose a la lista de actividades regladas por el Ejecutivo chino, que esta misma semana anunció su intención de regular los precios de las materias primas.