La pospandemia que no llega

Si diciembre de 2020 fue recibido con alborozo, al iniciarse las vacunaciones entre las personas mayores en residencias, punto de inflexión -pensábamos- del decurso de la pugna con la pandemia, diciembre de 2021, en cambio, está siendo el mes de la alarma y la decepción.

De la alarma, por la aparición en escena de una nueva variante del coronavirus -bautizada como ómicron- de la cual aún desconocemos por completo su capacidad infectiva y su potencial agresividad, pero de la que, no obstante, cabe esperar -y los primeros indicios así lo indican- una mayor transmisibilidad que sus predecesoras. Esa es la lógica evolutiva que siguen las mutaciones de los patógenos víricos: a mayor contagiosidad, mayor supervivencia. La nueva variante fue saludada, en un primer momento, con un desplome generalizado de los índices bursátiles en todo el mundo, y con una incómoda sensación de déjà vu por parte de gobiernos, empresas y ciudadanos.

También es tiempo para la decepción, a la vista de que la mayoría de los países europeos afrontan una nueva ola epidémica, con récords de contagios diarios en países como Alemania, Austria, Países Bajos, Chequia, Hungría y varios otros, con su dramática secuela de servicios asistenciales colapsados, evacuaciones de pacientes a países vecinos y, por desgracia, un número cada vez mayor de fallecidos.

¿Ya tienes una cuenta? Loguéate