Durante 2022 ha entrado en la ecuación de precios del petróleo una variable que ni siquiera considerábamos en la previsión que hacíamos respecto al mismo en fechas similares del año pasado: su utilización como arma de guerra no convencional. El conflicto bélico surgido tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha determinado que tanto el petróleo como su bien sustitutivo, el gas natural, hayan incrementado mucho su importancia geopolítica, que siempre han tenido, pero no en las cotas actuales.

Rusia está ejerciendo todo su poder de presión, no solo como uno de los tres principales productores de crudo del mundo, sino también como uno de los socios de referencia de la OPEP+. Esta presión de Rusia se materializa en una restricción de la oferta global de petróleo para que sea un bien más preciado y que resista bien las restricciones que establecen los países occidentales a los hidrocarburos de origen ruso para apoyar la causa de Ucrania. Mientras dure el conflicto, no es fácil ver una relajación de los precios.