Gregg Abella, un administrador de fondos de los Estados Unidos, no esperaba la avalancha de llamadas telefónicas que recibió de sus clientes la semana pasada. “De repente, la gente nos dice: 'Vaya, ¿crees que es un buen momento para que incorporemos bonos?'”.

Es una especie de reivindicación para Abella. En sus palabras, ha estado "haciendo sonar la alarma" de los bonos -y de la diversificación de activos, en general- durante años. Esta fue, durante mucho tiempo, una recomendación para pregonar en el desierto. Hasta que, claro, las bolsas comenzaron a desplomarse este mes.