Warren Buffet ya lo advirtió: «el mercado de valores es maniaco-depresivo». Y esa depresión se está contagiando a algunos inversores que, después de beneficiarse en 2021 de las subidas de dos dígitos de los principales índices europeos y de récords históricos en los americanos, este año afrontan una caída en vertical de los mercados.

La inflación desbocada, la guerra entre Rusia y Ucrania, la subida de tipos de interés, el frenazo global de la economía y el miedo a una inminente recesión están castigando las carteras de los inversores, que ven cómo sus ganancias se esfuman y no saben qué estrategia seguir para frenar la sangría. Estas pérdidas repercuten en su salud mental, y esa angustia puede degenerar en depresión, como ya está ocurriendo.