Para millones de estadounidenses, el fin del dinero barato llegó a casa, literalmente. Las rápidas subidas de los tipos de interés de la Fed paralizaron el mercado inmobiliario, ya que los compradores decidieron esperar a que bajaran los precios y se aliviaran los tipos hipotecarios, que se habían duplicado.

Los aspirantes a vendedores mantuvieron la escasez de existencias aferrándose a los préstamos a bajo interés y a los recuerdos de los valores de las viviendas que alcanzaron récords en la pandemia. Las ventas pendientes se desplomaron un 39 por ciento en noviembre con respecto al año anterior, hasta alcanzar el segundo nivel más bajo jamás registrado, sólo por detrás de abril de 2020, cuando EEUU estaba confinado.