Con su verbo rápido y sus gestos decididos, Lola Solana es un referente en el mundo de la gestión de activos, donde es una de las gestoras más reconocidas en el segmento de las pequeñas y medianas compañías.

Pero, además, Solana dirige el único fondo de inversión de diversidad de género que hay en España, es presidenta del Instituto Español de Analistas y enseña las particularidades de la inversión en small caps a los alumnos del IEB, la Escuela de Finanzas y Afi.

Multifacética, Solana ha escrito también una novela sobre las vidas de su madre y su abuela, La cruz de madera, publicada en La Esfera de los libros.

La entrevista de María Gómez Silva:

Cuando llegó al mundo de la gestión había muy pocas mujeres gestoras en España, ¿cómo fueron sus inicios?

Durante mucho tiempo, fui la única en el departamento. 

De hecho, creo que no fue sencillo hacerse un hueco.

No fue fácil. Empecé trabajando en Barclays vendiendo fondos, en el año 88. Me encantó ese mundo y no me quería conformar con venderlos. Pero no me daban la opción de pasar a gestión. Hasta que, un día, vi una oferta del Santander, apliqué y me cogieron con la condición de que tenía que pasar unos años por análisis. Finalmente, en el 93-94 empecé a gestionar fondos. 

Entonces no había las medidas de conciliación actuales, ¿qué le supuso ser madre? 

Lo recuerdo bastante agobiante. Entonces vivíamos en un mundo diferente al actual: la cultura del presentismo. Si no te veían, no existías. A mi hija la dejaba  con tres meses en la guardería a las 7:30 de la mañana  y la recogía a las 19:00 de la tarde. Me sentía fatal. Afortunadamente, eso ya no es así.

¿Cómo han cambiado las cosas?

Ahora estamos estupendamente. La conciliación a la que hemos llegado en España es buenísima. La baja maternal es larga, se puede combinar con la paterna, la lactancia, el teletrabajo. Hemos cambiado exponencialmente, ahora es mucho más fácil. Puedes combinar ambas cosas sin sentirte tan culpable. Y, además, se entiende. Te quedas teletrabajando en casa y se entiende. Esto va a ayudar a que haya más igualdad en las contrataciones y que se incorporen más mujeres.

Porque, durante muchos años, las mujeres valiosísimas y listísimas que lograron entrar en gestión después de mí, lo fueron dejando. Siempre por lo mismo. Ahora, en cambio, hay menos mujeres que se retiran porque es mas fácil conciliar y se desperdicia menos talento.

Pasando a su faceta como profesora, ¿cómo han cambiado las aulas de economía desde que usted estudiaba?

Entonces, la economía atraía más a los hombres que a las mujeres aunque, todavía hoy, me encuentro con aulas donde hay cuatro mujeres. La situación se está igualando pero el mundo financiero todavía atrae más a los hombres.

Estoy segura de que si hacemos una encuesta a jóvenes, los chicos tienen más dinero invertido en bolsa o en criptomonedas. Esa ambición de rentabilizar está todavía más en el ADN del hombre. O sea, que hemos cambiado pero todavía necesitamos mucho más impulso. 

Tengo entendido que le disgusta cuando atribuyen su éxito como gestora a la intuición femenina, ¿existe?

A veces, cuando tengo buen performance, me dicen que quizá se debe a mi intuición femenina. Y yo les digo: ¿qué intuición? Eso es la experiencia.

Otro tópico es que las mujeres gestionamos de forma más conservadora, que en las carteras tenemos menos beta. Pero yo tengo mucho más tracking error que la mayoría de mis compañeros. Eso depende de la valentía que tengas para cerrar las apuestas, no del género.

 ¿Qué supone el Premio Womenvalue?

«Recibir el Premio de Womenvalue significa un gran orgullo y una gran responsabilidad. Un orgullo que un grupo de la notoriedad y el reconocimiento de Inversión premie el valor que he generado invirtiendo en pequeñas compañías a través de Santander Small Caps España, en esas compañías que forman nuestro tejido empresarial, la base en la que se sustenta el crecimiento económico futuro de España y el camino por el que nuestra sociedad avanza de una manera sostenible.

Y una responsabilidad porque represento al Banco Santander, a SAM y a su compromiso con las pequeñas y medianas empresas; y represento a las mujeres, a mujeres que hemos hecho una carrera en una entidad de inversión, que nos hemos encontrado baches en el camino pero que hemos seguido luchando por cumplir nuestras metas: una sociedad más sostenible, más sencilla, más humana y más justa.

Este premio es mágico porque se convierte en el espejo en el que se miren las mujeres de las sociedades de inversión de hoy y las jóvenes que serán las mujeres de las sociedades de inversión del mañana.

Este premio es una máquina del tiempo que permitirá ver a las jóvenes con intereses financieros que no será fácil pero, si no se rinden, pueden aportar mucho valor  en el mundo de las inversiones. Y siempre habrá un medio de comunicación como Inversión que se lo reconozca y las de un premio como este».