Ethereum: la gran esperanza de las criptomonedas

En el mundo de las criptodivisas, no hay mayor estrella que bitcoin, la más popular de todas, la primera que[…]

En el mundo de las criptodivisas, no hay mayor estrella que bitcoin, la más popular de todas, la primera que acaparó los titulares de la prensa especializada, la que con sus noticias arrastra a las demás, y la primera que sufrió un duro desplome en diciembre tras el pinchazo de una monumental burbuja especulativa. Sin embargo, y puesto que el dinero digital no es una moda pasajera y ha llegado para quedarse, conviene no perder de vista que hay vida más allá de bitcoin, y para los inversores que estén peinando el mercado en busca del próximo 'boom', conviene tener en cuenta diferentes alternativas en el universo de decenas y decenas de criptodivisas existentes para invertir. Y una de las opciones que está pisando más fuerte es Ethereum. 

En el año 2014, en plena efervescencia del dinero digital, nació la plataforma de 'blockchain' pública Ehtereum, y como explica Carlos Domingo en su libro 'Bitcoin, criptomonedas y blockchain', "pronto se comprobó que no era una más". Lo cierto es que no se limitó a cambiar el algortimo de bitcoin y mejorar alguna propiedad, sino que fue mucho más allá al permitir nuevas posibilidades de programación en los nodos de la cadena de bloques. La tecnología que ofrecía era "bastante más potente que lo visto hasta ese momento y su contribución a la criptoeconomía estaba llamada a ser francamente revolucionaria, puesto que superaba el ámbito estricto del dinero digital y entraba de lleno en el concepto de propiedad digitalizada", dice Domingo, lo cual abría muchísimas posibilidades en los mercados, ofreciendo innovadoras formas de financiar y monetizar proyectos empresariales. Esto ha ocurrido gracias a la popularización en esta plataforma de los 'smart contracts' o contratos inteligentes. 

La mayorías de las aplicaciones que conocemos hoy en día pasan por un servidor, que se encarga de procesar los datos y ofrecer un resultado. Es el caso, por ejemplo, de Whatsapp; erl mensaje que tu emites pasara por un servidor, que se encarga de emitirlo, es algo así como una red P2P pero no descentralizada puesto que hay 'alguien' en medio que se asegura de que la transacción se realice. Sin embargo, Ethereum ha conseguido desarrollar aplicaciones descentralizadas del todo, es decir, es la red misma la que ejecuta y valida la aplicación, algo que no se podía hacer con el lenguaje de programación de bitcoin. De este modo, con Ethereum nació una "red de aplicaciones distribuidas" y descentralizadas, y lo que traía consigo "no era algo de ciencia ficción sino una realidad inminente: había nacido lo que estaba llamado a ser la tecnología más disruptiva desde que lo había hecho bitcoin", explica Domingo. 

El proyecto nació así con una fundación en Suiza y un equipo liderado por Vitalik Buterin, el creador de todo y encargado de desarrollar la nueva plataforma y de crear su propia criptomoneda, el ether (ETH), que es lo que se mina a fin de que haya un incentivo económico a formar parte de la red. El ether es la moneda con la que se paga por el uso de la red, así que su valor "debería estar altamente correlacionado con el uso que se haga de Ethereum como plataforma de blockchain", dice Carlos Domingo. Un aspecto muy interesante de ether es que no tiene una política monetaria deflacionaria, es decir, no tiene determinado el número máximo de ETH que serán emitidos.

Los 'smart contracts' y por qué son tan revolucionarios

De este modo, "la gran aportación de Ethereum" es que permite la ejecución de programas de 'software' completos, pero siempre de manera distribuida, es decir, con las mismas propiedades que las transacciones de bitcoin, esto es, descentralizadas, imposible de ser censuradas, seguras, con código inmutable, etc. Y estos programas que se ejecutan son los llamados 'smart contracts' o contratos inteligentes. Suponen un paso adelante clave, pues abren la posibilidad de poder 'programar dinero', lo que a su vez es el paso previo a nueva realidad, la digitalización de la propiedad. 

De manera muy sencilla, un contrato inteligente es programa de 'software' que se ejecuta normalmente junto con una transacción financiera (el programa dice, si pasa A...haz B, donde A es algún tipo de evento y B usualmente un pago). La gran ventaja es que estos contratos no se pueden ni alterar ni modificar. Por ejemplo, si se quiere comprar un coche a plazos se puede crear un contrato inteligente que ordene la transacción y establezca al adquisición del vehículo y los pagos periódicos del monedero del comprador al del vendedor en los términos que hayan acordado. Esto tiene muchas posibilidades sobre todo en los casos en los que haya que confiar en alguien en concreto (un seguro, una hipoteca, el cobro de un dividendo o un salario) y supone eliminar al intermediario (léase, el banco, que provee de confianza y cobra por ello) a través de un código informático auditable, completamente transparente y no manipulable por ninguna de la dos partes. 

Avanzando un paso más allá, la hoja de ruta de Ethreum ha traído consigo el nacimiento de las 'Dapp', que es básicamente una aplicación de usuario final (como una app móvil o una web) que interacciona con la blockchain de Ethereum (u otras) mediante una serie de contratos inteligentes. Para ver un ejemplo de cómo funcionaría, Carlos Domingo cita el caso hipotético de DUber, lo que sería un Uber descentralizado. Habría una aplicación (DUber) de código abierto, que es la que usaría el cliente para pedir un taxi; la relación entre la app DUber y los taxistas estaría gobernada por un conjunto de contratos inteligentes que regularan todo, cómo se pagan los taxis, las comisiones o cómo cambian las tarifas, todo de forma transparente y descentralizada (no como hoy en día, que no se sabe exactamente el criterio por el que Uber sube los precios). Una de las ventajas más evidentes es que se elimina al intermediario, y se abaratan los costes y se rebajan las comisiones. Además, es un sistema mucho más rápido y sencillo de implementar que la versión centralizada.

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El paso final en este ejemplo sería la creación del token DUber, entendido este como el derecho de uso de una plataforma, bien o servicio en concreto. Este serviría como moneda de pago de los servicios de los taxistas y tendría un contrato inteligente asociado que permitiría hacer pagos del monedero del cliente al del conductor de manera automática. Y no es solo esto, si el negocio va bien y el consumo sube, también lo hace el valor del token y todos ganan. En un servicio descentralizado vía tokens, todos los intereses están alineados; mejor servicio hay, más barato sale, más usuarios lo adoptan, más sube el valor del token y más ganan todos, siempre y cuando la política monetaria y de distribución del token esté bien diseñada. El token, además, no se queda aquí, porque puede ser una representación digital de activos de un negocio con sus derechos subyacentes, como por ejemplo, los dividendos. De este modo, serían asimilables a las acciones de una empresa, aunque también pueden representar propiedades inmobiliarias. 

La clave es que permiten digitalizar la propiedad. Los token podrían listarse en casas de cambio, cotizar y someterse a la compraventa, con lo que tendrían un valor añadido, el de proveer liquidez al activo subyacente. Cuando se 'tokeniza' un activo (en castellano de podría traducir por titulizar) en realidad se le está asignando un token mediante un contrato inteligente que otorga los mismo derechos económicos que el contrato original y libera liquidez en la industria financiera, además de proporcionar escalabilidad. Al proporcionar el token fracciones de propiedad, es muy válido cuando se trata de activos muy costosos. Por ejemplo, si un cuadro de Picasso vale 10 millones de euros, muy pocas personas podrán comprarlo, pero si se generan tokens y a cada una de ellas se le da el valor de una fracción del precio total, se incrementan las posibilidades de venderlo. Con ello, mucha gente que tuviera interés en un cuadro de Picasso, podría hacerlo sin tener que comprar el cuadro entero. 'Tokenizar' es dar propiedad fraccional y ofrecer liquidez, lo que es particularmente importante en un mundo donde se estima que hay 500 billones de dólares en activos con problemas para convertirse en liquidez. Este es el universo que ha abierto la tecnología que subyace a Ethereum.

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