Bonos lusos y griegos para lograr un 'plus' de rentabilidad
Ante los bajos rendimientos de, en general, toda la deuda soberana, en el ámbito europeo, Grecia y Portugal son una gran excepción, pese a la intervención que pesa sobre ambos países. ¿Representan de verdad opciones atractivas de inversión? Los analistas lo ponen en duda.
En un mundo con bajísimas rentabilidades en los activos más seguros, existe una tentación creciente por aumentar los retornos de las inversiones entrando en títulos algo más arriesgados. Así, desde BlackRock, Marilyn Watson comenta que la deuda periférica europea aún ofrece valor. Se refiere, más que a España e Italia, a países con calificaciones crediticias más reducidas, como Grecia o Portugal. Pero sólo si el inversor está preparado para asumir repuntes en la volatilidad, y si se mantiene la inversión a medio plazo. BlackRock tiene en cartera bonos griegos y sobre Portugal comenta que ofrece valor incluso teniendo en cuenta que la rebaja de su calificación crediticia es obviamente una posibilidad.
Esta última es la mayor incertidumbre que se cierne sobre Portugal: el viernes, 21 de octubre, es decir, cuando ustedes ya tengan en sus manos estas páginas, DBRS emitirá su decisión sobre el rating del país. Es la única agencia de calificación de las cuatro que tiene en consideración el BCE que mantiene la deuda lusa en grado de inversión, y de que así siga dependerá que continúe siendo elegible para el BCE y su programa de compra de activos. Si pierde el grado de inversión, Portugal perderá el paraguas del BCE.
Francisco Javier Ferrer, de Ahorro Corporación, explica: «La tir portuguesa a diez años ahora mismo está en el 3,20 por ciento, si la comparamos con la española a diez años, en el 1,20 por ciento, es evidente buena alternativa de inversión. Pero nosotros esperaríamos a la resolución de la casa de rating para comprar». Ahora que se ha despejado la duda sobre el rating de DBRS y su permanencia bajo el paraguas del BCE puede sí ser una buena opción.
Aunque ése no era el único riesgo relacionado con Portugal y las compras del BCE, según Gómez: se está mostrando una capacidad cada vez más reducida del Eurobanco de comprar bonos portugueses, puesto que no puede adquirir cantidades que superen el 30 por ciento del total emitido por un Gobierno, y es posible que se esté acercando a esa cifra. Y Gómez no ve fácil que se eleve el porcentaje, ya que el mercado tendría la sensación que esa decisión se toma 'ad hoc' para Portugal, porque es el único país que lo necesita. Además de estas cuestiones, Gómez recuerda que el país tiene un alto endeudamiento, crece poco y el déficit no va por la senda marcada. El sector financiero supone un problema añadido.
Félix López, por todo ello, comenta que el país se encuentra en un punto difícil, con dudas de si será necesario un nuevo rescate, o no, de si se requerirá una reestructuración, o no. En opinión de Gómez, lo que a corto plazo podría desencadenar un rescate sería una rebaja de la calificación crediticia por parte de DBRS que dejara al país fuera del paraguas del BCE y con una capacidad de refinanciación reducida. Esa posibilidad ya está descartada. Pero, pensando en la posibilidad de un nuevo rescate, para el bonista, dependiendo de cuándo haya comprado los títulos, el rescate no tiene por qué ser necesariamente malo. Tampoco si el bono se adquiere para mantenerlo a vencimiento, como señala López, aunque sí se sufriría si un rescate va acompañado de una reestructuración. Mercedes Cerero, de Ábaco Capital, cree que el hecho de que la mayor parte de la deuda lusa esté en manos de la banca del país es un síntoma de que no hay apetito por ella en los mercados.
Para David Ardura, de Gesconsult, el punto débil de Portugal es su banca, pero no ve la necesidad de un nuevo rescate para Portugal. Achaca la ampliación de diferenciales desde niveles muy similares a los de España a unas peores perspectivas políticas y económicas, pero cree que su deuda puede ser una oportunidad si vuelve la estabilidad política y la económica. BlackRock cree que esta deuda se puede convertir en una alternativa a otras periféricas, como la española y la italiana. Podría ser una deuda con un riesgo intermedio entre España y Grecia, como señala López.
También se puede estar pensando en sustituir la apuesta por emergentes por la de Portugal o Grecia, para reducir el riesgo asumido, evitando invertir en una moneda que no es el euro, pero Ardura cree que no son sustitutivos unos de otros, porque los argumentos de inversión son diferentes.
¿Y Grecia?
Grecia proporciona rentabilidades muy parecidas a las de los países emergentes. ¿Hay que caer en la tentación? López anticipa un evento de crédito para Grecia en los próximos años, lo que podría no afectar a la deuda emitida a más corto plazo, a las letras, que son las que el país sigue emitiendo, pero sí a los largos plazos. Pero la liquidez que ofrece el mercado de deuda griega, incluso la de corto plazo, es muy limitada, sobre todo porque quien compra quiere hacerlo muy barato y quien vende lo quiere hacer más caro. El problema, pues, como señala López, es que es muy difícil cruzar operaciones. En la deuda de vencimientos más largos el inconveniente es que va venciendo y no se va reponiendo porque el país no necesita emitir más porque tiene sus necesidades cubiertas por el rescate. Así, el papel, como señala Gómez, va reduciéndose, cuestión que puede agravarse si el BCE, de manera simbólica, entra a comprar títulos helenos.
Ferrer, categórico, afirma: «No recomendamos su compra». «Los niveles del 7,70 por ciento en el bono a diez años son suculentos, pero vivimos no hace mucho una situación parecida y al final la reestructuración de la deuda griega llevó a que el inversor perdió gran parte de su inversión. La deuda griega es de muy alto riesgo y nada recomendable para el inversor final. Y el institucional ha de tener en cuenta que no es 'investment grade'», continúa Ferrer. Las negociaciones que tendrá que seguir Grecia con el resto de la Unión, dado el signo de su Gobierno, también suponen una incertidumbre que puede implicar volatilidad.