Brasil: ¿el próximo quebradero de cabeza emergente?
Las encuestas dan vencedor a Lula y ello ha ocasionado una caída del real brasileño hasta mínimos de dos años y medio. Los analistas comentan que la gran incertidumbre que rodea a estos comicios puede continuar castigando a los activos brasileños.
La caída del dólar de la sesión de ayer favoreció a numerosas divisas emergentes, que recuperaron terreno. Sobre todo el rand sudafricano, las monedas de Europa del Este o el baht tailandés. Pero el real brasileño permaneció al margen de este movimiento alcista y se depreció más de un 1% frente al billete verde, para cambiarse por menos de 4 reales por dólar por primera vez desde febrero de 2016. La divisa brasileña se encuentra en su nivel más bajo en dos años y medio. Y está muy cerca de su mínimo histórico, que marcó en 2015 en el entorno de 4,25 reales por dólar.
La incertidumbre que entrañan las próximas elecciones presidenciales, que se celebrarán en octubre, el 7, la primera vuelta, y el 28, la segunda, está detrás del mal comportamiento del real en 2018. De hecho, es la tercera peor moneda de entre las emergentes, con una caída del 18% este año, sólo por detrás del peso argentino y de la lira turca, ambas con pérdidas de un 37% frente al dólar.
El retroceso de ayer pudo tener que ver con la publicación de una encuesta de MDA de acuerdo con la cual el candidato del Partido de los Trabajadores, Lula, tendría una intención de voto del 37,7%, casi cinco puntos más que en el anterior sondeo de la misma firma en el mes de mayo. Aunque sólo dos de cada diez partidarios de Lula apoyaría a Fernando Haddad, el posible candidato del Partido de los Trabajadores si finalmente Lula no puede presentarse a las elecciones por su situación judicial.
Lula ha ganado en popularidad en los últimos meses, pero también lo ha hecho el ultraderechista Jair Bolsonaro, que tiene el respaldo del 18,8% de los votantes ahora, frente al 16,7% de hace dos meses. De acuerdo con otra encuesta publicada por el periódico O Estado de Sao Paulo, Bolsonaro ganaría las elecciones con un 20% de los votos en un escenario sin Lula como candidato.
¿Miedo a Lula?
Si lo que ha asustado a los inversores es el crecimiento en la intención de voto de Lula puede ser porque el Partido de los Trabajadores se opone a reformas en el mercado laboral y en el sistema de pensiones que el mercado parece que considera necesarias para ordenar las finanzas públicas. Y la dimensión del castigo ha podido ser mayor como consecuencia de la reciente crisis turca, que aún colea. Con este precedente, los inversores pueden mirar a cualquier país emergente con problemas en el espejo turco y, de hecho, ya hay algunos pronósticos muy negativos para Brasil si la izquierda gana los comicios: Brown Brohers Harriman & Co dice que la caída para la moneda puede llegar hasta los 5 reales por dólar y el hedge fund local Rio Bravo Investimentos apunta que el Bovespa puede perder más de la tercera parte de su valor. El principal indicador bursátil brasileño cae este año apenas un 1,5%. Éstos no son los únicos analistas que pronostican el desastre para los activos brasileños si gana el PT. También, por ejemplo, Bank of America Merrill Lynch. Pero nunca hay que olvidar que con los pronósticos también a veces se pretende influir en el sentido del voto. Y también hay que recordar el alarmismo que había en el mercado la primera vez que Lula ganó las elecciones, hace 18 años, y lo que erraron los catastrofistas: el Bovespa, durante su mandato, entre 2003 y 2011, subió más de un 500%, a razón de un 25% de media cada año.
También es posible que los mercados no tengan miedo a Lula, sino a Bolsonaro, y que se estén poniendo en la tesitura de una segunda vuelta en que se enfrentarían el Trump brasileño y Haddad, del PT, un escenario que implicaría una gran incertidumbre.
Gustavo Rangel, economista jefe de ING para América Latina, se fija en las posibilidades de otro candidato, de Geraldo Alckmin, pro-mercado, el representante del 'establishment'. Dadas las potentes alianzas que ha constituido, le corresponde el 44% del tiempo destinado a los candidatos en la campaña de la radio y la televisión estatales que comenzará el 31 de agosto, frente al 20% que le toca al candidato del Partido de los Trabajadores y a menos del 5% que tendrá Jair Bolsonaro, que prefiere mantener su status de 'outsider'.
Como comenta Rangel, es posible que ese mayor tiempo en televisión haga esperar una mejora en las encuestas y que pueda hasta entrar en la segunda vuelta, pero sin tener demasiadas posibilidades de ganar la presidencia, dado el elevado sentimiento anti-sistema existente en Brasil: "Como hemos visto en Colombia y en México este año, el sentimiento anti-establishment era un 'driver' mucho más potente para los resultados electorales que la ventaja en los recursos tradicionales".
En todo caso, según Rangel, el escenario está muy abierto: de acuerdo con las últimas encuestas, ningún candidato, al margen de Lula, tiene un apoyo superior al 20%, y además el 30% de la población aún no ha decidido a quién votar. La fragmentación, dice Rangel, es la seña de identidad de estos comicios y puede acentuarse por estos tres factores: los candidatos líderes son los que cuentan con menos recursos (televisivos, por ejemplo) y tienen margen de caída en las encuestas; el Partido de los Trabajadores quizás no pueda presentar a Lula y tendría que ganar apoyos para su alternativa, Haddad; y el perfil de los votantes indecisos, con una gran proporción de mujeres centristas y liberales, parece estar más alineado con Alckmin y Marina (de izquierda), en detrimento de Bolsonaro y el PT.
Atención a las encuestas
A partir de ahora, dice Rangel, a los activos los van a mover las encuestas. Según la opinión de este experto, el mercado asume que el candidato pro-mercado, Alckmin, va a ir subiendo en las encuestas una vez que la campaña en radio y televisión comience. Pero cuanto más tiempo tarde en arrancar en los sondeos, más ansioso se puede poner el mercado, que no va a asumir en ningún momento, de todas maneras, la posibilidad de su victoria electoral, algo muy remoto.
La incertidumbre va a ser elevada hasta el final. Y esa falta de claridad, esa ausencia de convicción de que un candidato pro-mercado pueda ganar las elecciones va a pesar en los activos locales. Por ejemplo, en la divisa, Rangel espera que se mueva entre 4 y 4,20 durante los meses de septiembre y octubre, aunque ve al banco central con mucha capacidad de intervención.
En cuanto a la reacción tras la primera vuelta del 7 de octubre, Rangel opina que cualquier resultado que no incluya a Alckmin cotizará negativamente. En cuanto a Bolsonaro, comenta Rangel, aunque su programa económico es pro-mercado, se le ve muy vulnerable en una segunda vuelta y también persisten dudas respecto al grado de convicción y compromiso con sus propuestas económicas, así como sobre su habilidad de ejecutarlas.
Los analistas de BBVA, en cuanto a los riesgos, también mencionan que el crecimiento del país en el primer trimestre del año fue inferior a lo esperado y que se ha revisado a la baja sus expectativas para este año y el próximo, debido a la volatilidad financiera, la mayor debilidad del gobierno y la mayor incertidumbre política.
Pero hay otros analistas más positivos, como Alejandro Hardziej, de Julius Baer, que comenta que, pese a la incertidumbre política, aún mantiene "una opinión positiva sobre el real brasileño, ya que pensamos que la depreciación este año es exagerada, considerando que la inflación en el país está dentro del rango objetivo, los tipos de interés son relativamente altos y el déficit por cuenta corriente, pequeño y decreciente". Así, sus objetivos a tres y a doce meses para el tipo de cambio entre el real brasileño y el dólar son 3,65 y 3,50, respectivamente.
You-Na Park, de Commerzbank, comenta que si el Partido de los Trabajadores gana las elecciones, el real se depreciaría como primer impacto. Pero afirma que ello sucedería con casi cualquier otro candidato, a excepción de con el derechista Alckmin. A más largo plazo, esta experta comenta que, cualquiera que gane las elecciones se esforzará por restaurar la estabilidad presupuestaria, puesto que la última crisis turca les habrá servido de lección de cómo se pueden poner los mercados.