Cómo será 2018 en los mercados
El nuevo año arranca con buenas perspectivas, dado el sano crecimiento global. Pero también con ciertas vulnerabilidades, como la propia longitud del ciclo, que hace pensar en que su final está más cercano, así como la complicada geopolítica, el miedo a la inflación y a la gestión de los bancos centrales.
Hace doce meses, cuando la comunidad inversora se planteaba el ejercicio 2017, se mostraba preocupada por el cúmulo de citas políticas que iban a tener lugar, especialmente las elecciones francesas de la pasada primavera, que eran las que más riesgo implicaban porque podían poner en cuestión el euro. Pero su resultado fue favorable para los mercados y permitió que justo por entonces los indicadores de renta variable marcaran máximos anuales, para a continuación consolidar durante gran parte del verano y, ya en otoño, volver a subir. En el último tramo del ejercicio pasado, el que se quedó atrás fue el Ibex-35. Si durante la primera mitad del 2017 el indicador español ganó en rentabilidad a todos los demás porque la economía española es, entre las principales de Europa, la que más crece, en los últimos meses ha perdido esa ventaja por la incertidumbre que ha despertado la crisis catalana. Su resolución es, aún hoy, una tarea pendiente con la que probablemente arranque 2018. Y lo mismo puede pasar con la formación de Gobierno en Alemania, lo que, en palabras de Lionel Aeschlimann, de Mirabaud, puede pasar factura al mercado.
Después, es posible que tomen el relevo las elecciones italianas, a las que concurren varias fuerzas heterodoxas y críticas con la moneda única (aunque, como apunta Aeschlimann, su riesgo se ha reducido, porque los partidos han rebajado su beligerancia con el euro). Además, durante todo el año se extenderán unas negociaciones sobre el 'Brexit' que se esperan tensas, con la posibilidad, además, de unos comicios anticipados en el Reino Unido que podría ganar el laborismo de Jeremy Corbyn.
Estados Unidos enfrenta en noviembre las elecciones legislativas de mitad de mandato, aunque antes puede seguir habiendo novedades en las investigaciones sobre la relación de la Administración Trump con el Kremlin. De la política exterior estadounidense se derivan otra serie de riesgos, como la escalada de las tensiones con Corea del Norte, con capacidad de convertirse en un enfrentamiento de dimensiones globales, o el enrarecimiento de la situación en Oriente Próximo, después del reconocimiento unilateral por parte de Donald Trump de Jerusalén como capital del Estado de Israel, ingrediente que se suma a un cóctel tenso en que hay que incluir la rivalidad entre Irán y Arabia Saudí.
Como resume Allianz Global Investors, que recoge todos los peligros que hemos enumerado, «la geopolítica es ahora el riesgo más importante para los inversores y ésta conservará su potencial de desestabilización de la economía global en 2018».
Una economía global que, por primera vez en mucho tiempo, como destacan todas las casas de análisis, crece de manera sincronizada, lo que constituye la principal fortaleza del ejercicio para quienes invierten.
Pero el frente geopolítico no será el único riesgo. Los expertos de Allianz Global Investors añaden: «Tomar posiciones ante los próximos movimientos de los bancos centrales será más complejo a la vista de que las políticas monetarias comienzan a ser divergentes a nivel global». Por un lado, prevén que la Reserva Federal suba los tipos de interés tres veces en 2018 (dos veces, al menos, de acuerdo con Rosa Duce, de Deutsche Bank), algo que no ha sido aún puesto en precio en los mercados y que puede ser especialmente lesivo, si sienta mal, para los mercados emergentes que, en principio, comienzan el ejercicio con muy buenas perspectivas. Por otro, el BCE tendrá el foco puesto en la reducción de las compras de bonos, que, de acuerdo con Duce, podrían terminar en septiembre, o ya en diciembre, para acometer la primera subida de tipos a mediados de 2019. Este escenario implica que en verano, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, debería desvelar sus planes. Además, el Banco de Inglaterra ha subido los tipos por primera vez en diez años, aunque la preocupación sobre el crecimiento económico está aumentando, así como respecto a la evolución de la inflación. Y, mientras tanto, el Banco de Japón ha iniciado una sigilosa reducción de sus compras mensuales de activos, lo que parece que, a ojos de los expertos de Allianz, debería continuar.
Este combinado puede generar, según los expertos de Allianz Global Investors, problemas de liquidez en ciertos activos, subidas repentinas de las rentabilidades de los bonos y repuntes intensos de la volatilidad. Como las decisiones de política monetaria se toman fundamentalmente en función de la evolución de la inflación, los expertos de BofA Merrill Lynch señalan que esta variable económica volverá al radar de los inversores, especialmente en Estados Unidos, y sobre todo la generada por el mercado de trabajo, convirtiéndose, quizás, en el factor más importante para la bolsa en 2018 por sus efectos en los márgenes y en los diferenciales de crédito.
¿Recorte a mediados de año?
Más allá de los peligros geopolíticos y de las noticias de política monetaria que nos traerá 2018, los expertos de BofA Merrill Lynch ponen sobre la mesa más riesgos. Por ejemplo, los signos existentes de que el mercado alcista está acercándose al final. Ello, en su opinión, puede ocasionar una importante corrección a mediados del año, aunque, en palabras de Candace Browning, experta de la firma americana, será una oportunidad de entrada: «La historia sugiere que algunos de los mejores retornos pueden llegar al final de los mercados alcistas. Con las valoraciones y el sentimiento tan elevados, en medio de una relativa calma económica pese a la incertidumbre económica, vemos una corrección en el mercado. Y para los inversores bien posicionados, muy bien podría ser una oportunidad de compra». Así, en Estados Unidos, la firma espera que el S&P 500 alcance los 2.863 puntos a principios de 2018 y el Nasdaq Composite, los 8.000, antes de una caída del 10 por ciento o superior, para una recuperación posterior que devuelva al S&P 500 a los 2.800 puntos a final de año.
En general, los expertos, más que preferir la bolsa estadounidense, se quedan con la europea. La subida que se prevé en Europa no se limitará a su renta variable, sino que, de acuerdo con los expertos de Citi, ello implicará también un euro más fuerte y tipos de interés de los bonos más elevados. En todo caso, el activo preferido para el nuevo ejercicio es la renta variable, tanto en absoluto, porque los expertos aún ven oportunidades, como en relativo, porque está más barata que los bonos. En caso de que la subida del S&P 500 supere en rendimiento a la renta fija por séptimo ejercicio consecutivo, ésta será la primera vez que suceda desde 1928.
En cuanto a sectores, de acuerdo con Luca Paolini, estratega jefe de Pictet AM, se espera una rotación hacia los cíclicos de valor y tardíos, como el financiero, el energético y el de materias primas, que, en su opinión, están atractivos por valoración y por previsiones de aumento de beneficios. En opinión de Citi, por países, pueden destacar Italia, España, Francia y Alemania y, por sectores, autos, bancos, recursos básicos, industriales, seguros y tecnología.
Pero también hay expertos, como Sara Herrando, de Norbolsa, o como José Antonio Montero de Espinosa, de Santander AM, que señalan que 2018 será más un año de selección de valores que de sectores.
No se olvide de la renta fija
Será un ejercicio, en definitiva, de gestión activa. También en la renta fija, trabajando tanto con el riesgo de crédito como con las duraciones, según apunta Lionel Aeschlimann, que además señala que a medida que los tipos de interés de la deuda americana suban puede existir la posibilidad, incluso, de entrar: ve atractivo, por ejemplo, comprar en el diez años cuando su rentabilidad ronde el 3,50 por ciento. Ana Rivero, de Santander AM, constata que los rendimientos de los bonos tenderán al alza (prevé un diez años alemán yendo hacia el 1 por ciento), pero también considera que puede haber volatilidad, como hemos visto este año (el interés del bund se ha movido entre el 0,15 y el 0,60 por ciento). Por tanto, la rentabilidad obtenida en el ejercicio 2017 no ha sido fruto de mantener la cartera sin cambios, sino de haberla gestionado activamente. Asimismo, observa atractivo en ciertos activos de la renta fija corporativa, que diversifica la cartera y, además, proporciona un spread respecto a la soberana. Desde Deutsche Bank, Diego Jiménez-Albarracín ve más oportunidades en la deuda soberana y corporativa de los países emergentes.
Cuando hablamos de la inversión en renta fija, la mejor (y en la mayoría de las ocasiones la única) opción siempre es hacerlo a través de fondos. En la industria, posiblemente, se ponga el acento en la gestión activa frente a la pasiva, en la diversificación y en la flexibilidad, como asegura Óscar del Diego, de Ibercaja Gestión, y por ello, en su firma, se va a reforzar la gama de fondos perfilados, aunque no descarta el lanzamiento de algún fondo temático. Las estrategias de retorno absoluto, como apunta Paolini, también pueden seguir teniendo sentido. En opinión de Del Diego, con unos tipos de interés aún bajos, al no haber competencia bancaria ni apenas de la deuda pública, los fondos de inversión van a seguir creciendo en patrimonio aunque, posiblemente, a ritmos algo inferiores a los de años anteriores.
Divisas y materias primas
Los expertos de Citi apuntaban a que para 2018 se espera un euro más fuerte, pero, para Rosa Duce, el billete verde debería recuperar, pero sólo hasta niveles de 1,15 unidades, como mucho, ello siempre en función de las decisiones de política monetaria que se adopten a uno y a otro lado del Atlántico. De acuerdo con BofA Merrill Lynch, el dólar puede apreciarse en la primera parte del año, impulsado por la reforma fiscal estadounidense, hasta niveles de 1,10 unidades. Pero Luca Paolini prevé que la moneda única suba frente al dólar hasta niveles de 1,22 unidades.
Precisamente, en esta última previsión se apoya Paolini para apuntar la posibilidad de un buen comportamiento de las materias primas en 2018, fenómeno «típico de la fase tardía del ciclo» y como consecuencia, además, del aumento de la inversión en capital fijo, el aumento de la inflación, la disciplina en el suministro y una economía china estable (aunque no descartemos el «momento Minsky» del gigante asiático, que también recuerda Paolini: un desplome repentino de los precios de los activos tras una crisis de deuda).