«El populismo es resultado de la globalización y de la política monetaria tras la crisis»
Los problemas políticos continuarán siendo un riesgo para la economía, pero la economista de Schroders no ve riesgo de recesión para este ejercicio. Por eso, en su opinión, lo que ocurre en los mercados no es el anticipo de una crisis, sino una corrección
Janet Mui, economista global de Schroders, no se muestra muy preocupada por el daño que pueda hacer la Fed al crecimiento o por la desaceleración europea. Le preocupa más la guerra comercial y lo que ésta podría ocasionar en la economía de China, por su capacidad de contagio a otros países.
En el mercado se respira el miedo a otra crisis. ¿Comparte ese temor?
Estamos viendo más una corrección que la anticipación de una nueva crisis. No creemos que vaya a haber una recesión este año. Por lo tanto, consideramos que el mercado es demasiado pesimista y que las recientes ventas masivas resultan exageradas.
¿Puede ser la política monetaria un problema para la economía?
Unos tipos de interés más altos pueden ser perjudiciales para la deuda y para ciertos sectores, como el inmobiliario estadounidense. De hecho, los datos de la economía americana son, en general, buenos; la mayor parte de la debilidad procede del mercado inmobiliario. Y no sorprende: los tipos hipotecarios están ligados al tipo oficial de intervención. Pero no creemos que vaya a arrancar una crisis por la debilidad del mercado inmobiliario americano: se ha desapalancado desde la crisis financiera y sus indicadores no se encuentran estresados (para que pueda haber una crisis, el punto de partida tiene que ser muy extremo). Pensamos que el impacto de la subida de los tipos de interés no ha sido muy importante todavía: el consumo está muy fuerte y los datos de inversión y de producción industrial son aún muy buenos. Pero si la Reserva Federal norteamericana sigue subiendo los tipos de interés, pongamos, un punto porcentual más, entonces podría haber más estrés en el mercado. Pensamos que la Fed no subirá el precio del dinero agresivamente en este ciclo.
En Europa las cifras se debilitan y el BCE apenas ha empezado a normalizar la política monetaria.
Es cierto que las cifras económicas europeas se desaceleran y son decepcionantes. Pero este proceso tiene lugar después de un sorprendentemente fuerte crecimiento en 2017 debido a la contribución de la actividad comercial, especialmente en Alemania. En 2018 lo que hemos visto ha sido la reversión de esa evolución porque, además, el crecimiento de 2017 era insostenible. El BCE es conocedor de todo esto y considera que la desaceleración responde a una normalización del crecimiento, que continuará por encima de su potencial y ello le permite seguir con la normalización de la política monetaria. Por ahora, somos conscientes de que el crecimiento se está moderando, pero no estamos demasiado preocupados: el enfriamiento obedece, fundamentalmente, a las persistentes tensiones comerciales, especialmente en Alemania. En cuanto al consumo, no ha sido muy fuerte en 2018, pero creemos que en 2019 será mejor, gracias a la caída del precio del petróleo, a la baja inflación, y al aumento del crecimiento salarial.
En Europa también tenemos problemas políticos, como Italia o el Brexit.
En Italia hemos visto un notable debilitamiento de los datos económicos, porque la incertidumbre ha pesado sobre la confianza empresarial. A corto plazo no hay nada que nos haga ser muy negativos; a largo plazo, en cambio, sí creemos que la sostenibilidad de la deuda italiana puede ser una cuestión relevante. Aunque no es nuestro escenario base para los próximos uno o dos años, una crisis de deuda en Italia puede poner presión sobre el euro (no porque su integridad corra peligro, porque la postura del Gobierno no pasa por la salida del euro y no vemos por qué eso habría de cambiar) y podría requerir que el BCE vuelva a actuar con la puesta en marcha de otro programa de compra de activos, con la adquisición de títulos italianos o con herramientas de financiación de emergencia. En cuanto al Brexit, si se materializa la salida del Reino Unido, la situación política de la Unión Europea va a ser más fragmentada: Londres actúa como una fuerza estabilizadora en Europa que desaparecerá, a lo que se une la marcha de Angela Merkel. Es posible que Francia y Alemania continúen ejerciendo el poder en la UE, pero el de Alemania está menguando y si el partido de Merkel no revalida su mayoría en el país, puede haber problemas.
Vemos mucho descontento en Europa. ¿A qué lo atribuye?, ¿qué es lo que los gobiernos hacen mal?
No creo que sea culpa de los gobiernos, sino de la globalización en los diez últimos años. Y por eso el descontento no está centrado únicamente en Europa. La globalización es la que ha provocado que los salarios hayan estado deprimidos, ya que ciertos trabajos se han reubicado en países más baratos. También es cierto que la política ha podido desempeñar un papel, como consecuencia de una política monetaria de bajos tipos de interés, lo que ha jugado en contra de los ahorradores, mientras que ha inflado el valor de los activos financieros, lo que ha favorecido a los grandes patrimonios. El movimiento populista, por tanto, es el resultado de una combinación de una política monetaria expansiva después de una crisis financiera y de la globalización que se ha ido desarrollando.
Pero los gobiernos podrían haber introducido correcciones.
Los gobiernos reconocen que hay una necesidad, intentan utilizar las herramientas de las que disponen, pero la cuestión es que la situación de sus finanzas no les da demasiado margen, existe un límite al estímulo fiscal que pueden hacer.
¿China puede ser un riesgo, con la debilidad de otros emergentes o la guerra comercial?
China es un riesgo, debido a los vínculos comerciales que tiene con otros países del área y que se verán afectados por el daño que pueda sufrir su economía por la guerra comercial. La segunda razón está en la moneda: el yuan cayó un 8 o un 10 por ciento en 2018 y si continúa a la baja, las divisas del resto de países del área tendrán que hacer lo mismo. Ello puede resultar en una especie de devaluación competitiva que pondrá presión en los mercados emergentes. De hecho, un fenómeno similar hundió a los mercados hace tres años y podríamos verlo de nuevo.
¿Qué considera que puede hacer el dólar en este contexto?
Creemos que este año va a estar más débil. El impulso fiscal, que sumó crecimiento en 2018 y lo hará en 2019, no lo va a hacer en 2020, lo que va a estrechar el diferencial de crecimiento del que gozaba EE.UU. Además, con esas bajadas de impuestos, aumentará el déficit, lo que deteriorará el balance presupuestario. Asimismo, si EE.UU. continúa creciendo más que el resto de las economías, ello implicará que importará más, lo que deteriorará su balanza comercial. En una situación de déficits gemelos, el dólar se suele debilitar. La otra razón por la que pensamos que el billete verde va a depreciarse es porque los tipos de interés van a tocar techo en el 3 por ciento y ello está bastante en precio.
El petróleo ha estado muy volátil. ¿Qué esperar de él?
No creo que el petróleo pueda irse muy arriba, porque la economía global se va a desacelerar este año y la oferta americana está volviendo.