¿Estanflación? Las respuestas dividen al mercado
Las firmas de inversión no se ponen de acuerdo sobre si entramos o no en un periodo estanflacionario
Los últimos datos conocidos han alimentado de nuevo el fantasma de la estanflación. La publicación de la cifra de inflación de septiembre en los Estados Unidos ha dejado frío al mercado, que se esperaba una tregua en la evolución de los precios.
El IPC escaló hasta el 5,4 por ciento, su nivel más elevado en 13 años, cuando las previsiones apuntaban a que se mantendría contenido en el mismo dato de agosto, el 5,3 por ciento.
Pocos se creen ya la tesis de la “transitoriedad” a la que se abonaron los bancos centrales, que apuntaron el inicio del verano como la fecha en la que la inflación alcanzaría su pico para después comenzar a retroceder. A mediados casi de octubre parece que el pico sigue sin vislumbrarse.
Más rebajas en las previsiones de crecimiento económico
A esto hay que unir las recientes rebajas de las previsiones del crecimiento mundial por parte del Fondo Monetario Internacional. Aumenta el temor a que se produzca una combinación letal para la economía, la de un crecimiento económico estancado y una inflación disparada.
Si bien es cierto que hace unos meses la mayoría de los expertos respaldaban la tesis de la inflación transitoria de Powell y Lagarde, con la posibilidad de estanflación no sucede lo mismo. Las respuestas, por parte de las firmas de inversión, están divididas.
Mientras Goldman Sachs y Morgan Stanley rechazan cualquier comparación del escenario actual con el de las crisis de los años 70, Bank of America tiene una opinión contraria. Su estratega jefe, Michael Hartnett, no ha dudado en anunciar que la economía mundial se encuentra en un escenario de estanflación.
Y recuerda que hay indicadores, como el índice de precios de producción de la zona euro, que han registrado la subida más elevada desde la década de los 70.
Un escenario "radicalmente" distinto
Esta teoría de Hartnett la rebaten desde la gestora francesa La Financière de l’Echiquier. Su director de gestión de activos, Olivier de Berranger, explica que en 1973 hubo una crisis de oferta, particularmente grave en las materias primas energéticas y principalmente en el petróleo. Además, la demanda emitía claras señales de agotamiento en los países desarrollados.
“La situación actual es radicalmente distinta: la demanda mundial da muestras de gran fortaleza, sobre todo en los países desarrollados, y es precisamente esta sobredemanda, en un contexto de oferta temporalmente restringida a causa de las secuelas de la crisis del coronavirus, lo que provoca la inflación”, señala Olivier de Berranger.
Por este motivo, hablar de estanflación, en opinión del director de gestión de activos de La Financière de l’Echiquier, resulta “inapropiado” en el contexto actual. “No obstante, eso no significa que no existan motivos para la inquietud en relación con la actividad económica. Pero se trata esencialmente de temores relativos a una ralentización del ritmo de expansión, no de previsiones de estancamiento del crecimiento”, añade.
No está claro, si vamos o no hacia la estanflación. Pero en lo que sí coinciden los expertos es que en los periodos de estanflación son muy negativos para los inversores. El comportamiento de las bolsas es muy débil y muy volátil. Las acciones del sector industrial son las que se ven más perjudicadas, seguidas de las de tecnologías de la información.