Grecia e Italia: ¿Golpe de Estado de los mercados?

La idea de que la dimisión de Papandreu y Berlusconi han sido sólo la consecuencia de una especie de golpe[…]

La idea de que la dimisión de Papandreu y Berlusconi han sido sólo la consecuencia de una especie de golpe de Estado de los mercados financieros en sus exigencias para que Grecia e Italia mantengan un cierto crédito se extiende estos últimos días. Acaso es una forma de poner lejos a los responsables de tanto despropósito y eludir alguna responsabilidad, aunque sea escasa, por la situación en la que se encuentran los países periféricos.

Lo más chocante es que, quienes quieren ver a los llamados "mercados financieros" como responsables últimos de una conspiración global no dudan un solo instante en defender los comportamientos de algún líder, como Berlusconi, que durante muchos años ha llenado de bochorno no sólo a los ciudadanos de su país, sino también a quienes creemos en la democracia como la mejor fórmula de Estado. La respuesta de "sí, pero a Berlusconi se le eligió a través de las urnas y se la ha cesado con amenazas ocultas" no es sino una simplificación de los hechos a través de un peligroso argumento que ignora, entre otras cosas, la verdad: Berluconi, como Papandreu, tomaron la decisión de dimitir tras ver reducido de manera importante su apoyo en sus parlamentos, constituido por los representantes elegidos democráticamente.

¿Qué es lo que están pidiendo los mercados financieros que a algunos les hace suponer  que constituyen una verdadera amenaza para el poder democrático? Realmente, lo que uno escucha de quienes se pudiera calificar como "mercados financieros" no es otra cosa que una llamada a gestionar con cierto sentido común. Esos mercados, aunque a veces no cuiden las formas, reclaman un cambio en los hábitos como los de un pueblo que yo bien conozco, donde se guardan las facturas de la compañía eléctrica sin ningún ánimo de pagarlas, mientras se inauguran nuevas avenidas en las afueras llenas de farolas. Los mercados financieros demandan, de otra parte, el cumplimiento de unas reglas del juego que estuvieron siempre claras cuando bancos, empresas y países buscaron su concurso para lograr financiación: la retribución estaría siempre en relación directa con el riesgo, como es la norma básica en el mundo de la inversión.

Es curioso que algunos políticos que se resisten a reducir su pensión vitalicia, que es sólo un complemento a los otros ingresos que perciben por su actividad profesional, basándose en que la ley les ampara, se muestren, sin embargo, tan críticos con la actitud de unos "mercados" que sólo cumplen con lo establecido legalmente.
¿Hacer uso y apoyarse en lo establecido y aceptado por las partes puede considerarse un golpe de Estado?

En esta crisis nos cuesta asumir cualquier tipo de responsabilidad. Por eso rechazamos pensar que el verdadero golpe de Estado en Grecia, Italia y España lo han dado quienes en plena euforia económica, y aún después, inflaron facturas para llevarse ganancias millonarias, se aprobaron a sí mismos sueldos, indemnizaciones y planes de pensiones multimillonarios que no justificaban la aportación hecha a sus compañías, iniciaron obras ruinosas con el propósito de llevarse jugosas comisiones, revalorizaron solares que nada valían, atrajeron el dinero de los ahorradores a cambio de activos que nunca aparecieron... Esta forma de actuar, nada ejemplarizante para la ciudadanía, que ha detraído del patrimonio público y privado miles de millones de euros para beneficio de muy pocos, ha sido realmente un golpe de Estado continuado que explica en buena parte la situación en la que griegos, italianos, irlandeses, españoles... nos encontramos.

Y, sin embargo, nadie puso el grito en el cielo con estos comportamientos y apenas nadie se encuentra procesado por tales actividades. Es verdad que  muchos de estos irregulares comportamientos contaron con cierta cobertura legal porque, como el propio Berlusconi nos ha demostrado hasta la saciedad, las leyes pueden retorcerse lo que sea necesario para defender cualquier interés, incluso los propios.

Pero este verdadero golpe de Estado no habría sido posible sin la pasiva actitud de quienes tenían labores de control y regulación en todos los ámbitos de la actividad económica y no los ejercieron. Su actitud fue de una clara irresponsabilidad y su perfil no responde precisamente a aquellos que forman parte de los llamados "mercados financieros". Tampoco tal golpe hubiera podido perpetrarse sin la decisión de quienes parecían convencidos de que el crecimiento económico sería ilimitado y no se cortaron a la hora de contraer deudas. No se les ocurrió pensar que dichas deudas deberían devolverse, incluso en el caso de que la actividad económica disminuyera y cayeran los recursos. Ni por segundo imaginaron que tan irresponsable actitud podría llevar al país al borde una bancarrota.
Poner la vista ahora en los mercados, por mucho que su comportamiento merezca críticas, es una forma de no querer asumir las verdaderas responsabilidades.

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