«Hay oportunidades en la bolsa europea y en la deuda de los países emergentes»

Los mercados no están exentos de riesgos, de acuerdo con este experto, como el proceso de transición de la política monetaria, así como las tensiones geopolíticas crecientes. 

Cuando reinan la tecnología y la gestión pasiva, Gavin Rankin explica que los servicios que presta la banca privada difícilmente serán sustituibles por un robot y que los clientes que buscan oportunidades en Asia, en EE.UU., en el 'private equity', en el mercado inmobiliario... difícilmente reemplazarán sus inversiones por un ETF. Pero también señala que hay muchas personas que no disponen de asesoramiento y para las que la tecnología es una poderosa herramienta democrática y de acceso a los mercados. A estas últimas, les será más satisfactorio comprar un modelo automatizado de asignación de activos que invertir por su cuenta en activos individuales. Con una y otra clase de inversores comparte sus recomendaciones de inversión.

Con la evolución tan positiva de acciones y bonos, el inversor podría pensar que no hay oportunidades. ¿Es así?

A pesar de lo largo que ha sido el mercado alcista, aún quedan oportunidades, tanto entre los activos líquidos como entre los ilíquidos. Los primeros, acciones y bonos, aún pensamos que tienen margen al alza. Por primera vez en muchos años, el crecimiento global está sincronizado y ello implica que hay oportunidades en las compañías fuertes que ofrecen buenos crecimientos. En bolsa, aún estamos positivos en Europa. En renta fija, somos particularmente favorables con la deuda emergente, dado que son países que cuentan con el soporte de su fuerte crecimiento, su demografía y sus finanzas públicas. En el universo más ilíquido, hay mucho interés de nuestros clientes por el 'private equity', sobre todo en empresas tecnológicas, y en el mercado inmobiliario. En este último, una gran operación de este año ha sido la construcción de una cartera de naves logísticas en Francia, una temática interesante, a la vista de la importancia creciente que tiene el comercio electrónico y su necesidad logística, un área que en Francia está poco desarrollada.

Apuesta por las bolsas europeas. ¿Por qué países y sectores en particular?

Nos gusta Europa a excepción del Reino Unido. Ésta es la primera vez en muchos, muchos años, que estamos ampliamente positivos con el Viejo Continente, aunque más en la Europa 'core' (Alemania, Francia y Holanda) que en la periférica. A España la colocaríamos a caballo entre una y otra. El mercado español cuenta con negocios internacionales fuertes, que están más ligados al ciclo económico global que al doméstico. En nuestras carteras, España tiene una pequeña sobreponderación, lo que refleja nuestra visión positiva con Europa, debido a la política monetaria, a la resistencia de los negocios exportadores, que crecen a un ritmo mayor al de la recuperación global, y a que las economías domésticas también están repuntando. Durante mucho tiempo, las oportunidades en España pasaban por las compañías globales, pero ahora, por primera vez, las historias domésticas están siendo más interesantes. Por eso, hay oportunidades en toda Europa y en muchos sectores. Somos partidarios de grandes compañías con fuertes franquicias.

¿Por qué no habla de EE.UU.? 

Estamos neutrales en EE.UU., lo que implica que pesa mucho en nuestras carteras, porque ese mercado es muy importante en los índices de referencia. Pero, en términos relativos, sus valoraciones son más altas, por lo que vemos más oportunidades en Europa, emergentes o Japón. El mercado americano, dado que está en la parte final de su ciclo, se guía por el comportamiento de los fundamentales de los títulos individuales, de su capacidad de generación de beneficios. Si durante mucho tiempo se podía comprar prácticamente todo en Wall Street, porque todo lo hacía bien, y de ahí la excelente evolución de los ETF's, ahora hay mucha mayor dispersión en el comportamiento entre las diferentes acciones. Así, en lo que estamos invertidos en EE.UU. es en sectores que seguimos viendo bien, y el tecnológico es un ejemplo de ello. 

Con las subidas de tipos, da la tentación de evitar invertir en bonos. 

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La renta fija es muy diversa. Así, la deuda soberana de los mercados desarrollados y el grado de inversión tienen altas valoraciones y, a medida que suben los tipos, existe el riesgo de perder dinero. Sin embargo, hay oportunidades en la deuda emergente, tanto en moneda local como en divisa fuerte, en función de los países de los que se trate. También hay opciones en el alto rendimiento: tiene una alta valoración, pero proporciona un elevado cupón y es menos sensible a los tipos. Además, creemos que son interesantes los activos respaldados por hipotecas (MBS) y, tanto en Estados Unidos como en Europa, los bonos flotantes.

Según los activos que ha ido apuntando que tienen interés ahora, parece que los inversores conservadores no tienen muchas opciones. 

Un inversor conservador que siempre ha invertido en deuda soberana de mercados desarrollados o en grado de inversión, no. Pero este contexto obliga a comenzar a pensar diferente y a, por ejemplo, asumir más riesgo de crédito incluso en las carteras conservadoras. Además, hemos visto mucho interés entre los clientes conservadores por los productos de retorno absoluto, que son estrategias que pueden estar invertidas en renta fija, en acciones y en otro tipo de activos y que tienen el objetivo de proporcionar rentabilidades que suelen estar 200 o 300 puntos básicos por encima de los tipos de interés, con independencia de cómo esté el mercado.

¿Qué riesgos destacaría como principales a corto plazo?

Uno de ellos sería el momento de transición que atraviesa la política monetaria en este momento del ciclo, sobre todo en Estados Unidos, que se encuentra ya en su fase tardía, lo que puede aumentar la volatilidad. Pero también hay otros riesgos, como los políticos: Corea del Norte, Rusia o la política interna estadounidense con las valoraciones de las acciones americanas soportadas en parte por las promesas fiscales de la Administración Trump.

¿Y Cataluña?

Ése es otro riesgo global para los mercados de acciones del que habrá que estar pendiente, dado que la española es una economía importante en Europa. Pero, a día de hoy, ese peligro no ha saltado las fronteras españolas.

¿Qué les preocupa a sus clientes?

Nuestros clientes son bastante optimistas con el crecimiento global y con las oportunidades que ofrece la tecnología y los emergentes que se están industrializando y enriqueciendo a gran velocidad. Cuando miran sus carteras, obviamente están preocupados por la situación política global, porque vivimos tiempos volátiles, pero son optimistas.

¿Y pueden protegerse de esos riesgos?

La mejor manera de hacerlo es diversificar. Pero hay herramientas que se pueden utilizar, como los derivados.

¿Es un buen momento para tener materias primas en la cartera?

Un inversor tiene bonos gubernamentales como seguro de su inversión, porque si la volatilidad aumenta, el dinero suele fluir hacia la deuda pública. Pero con las valoraciones de los bonos tal y como están y con la política monetaria en esta fase, hemos movido parte de esa posición al oro. Tanto el oro como el petróleo constituyen oportunidades, pero, más que construyendo una posición larga, haciéndolo con derivados, como con la venta de volatilidad sobre el petróleo después de su última subida.

En el mercado de divisas, ¿prefiere el euro o el dólar?

Creemos que entramos en un periodo de dólar débil. El mercado alcista para el billete verde está llegando al final. La pérdida de terreno que ha experimentado el euro recientemente creemos que es algo temporal. A la divisa europea le favorece una mayor fortaleza económica del Viejo Continente.

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