Ibex 35: rentable por dividendo

Un índice de las características del Ibex-35 no tiene en cuenta el pago de dividendos por parte de las acciones[…]

Un índice de las características del Ibex-35 no tiene en cuenta el pago de dividendos por parte de las acciones que se integran en su fórmula. Cuando una de esas empresas distribuye beneficios entre sus accionistas, el importe abonado se descuenta del precio de la acción, porque se trata de un dinero que antes estaba en poder de la compañía y sale de ella para pasar al bolsillo de sus inversores. 

Por ejemplo, si el Banco Santander distribuyese un dividendo de diez céntimos con una cotización previa de 5,50 euros, el día del pago la acción pasa a cotizar a 5,40 euros. El accionista que un día antes poseía 5,50 euros en forma de acciones, cuando cobra el dividendo posee una acción de 5,40 más los diez céntimos cobrados en metálico. La operación está en perfecto equilibrio financiero.

Sin embargo, para el Ibex-35 el paso de cotizar Banco Santander a 5,40 desde 5,50 representa un descenso del 1,82 por ciento, de una empresa que tiene un peso superior al 16 por ciento de su valor. Es decir, que si con el Ibex-35 cotizando a 9.900 puntos, Banco Santander equivale a 1.584 puntos (el 16 por ciento del índice) y esa acción baja un 1,82 por ciento, el índice pierde 28,83 puntos que resta de su valor. Esto es, que el Ibex-35 no recoge el valor de los dividendos, mientras que una inversión que replica su valor, bien a través de una cesta de acciones o bien a través de algún instrumento derivado vinculado al índice, sí percibe buena parte o la totalidad de los flujos repartidos por cada una de las empresas que componen el índice. Podemos afirmar que una inversión indexada al Ibex-35, además de adaptarse al rendimiento de este en el tiempo, conseguirá mejorar la rentabilidad por el efecto de unos dividendos que de media superan el 4 por ciento anual respecto al valor del índice.

Comparativa variación BK futuros Ibex FI-Ibex35

La ventaja de los dividendos cobrados a través del índice es su estabilidad. Del mismo modo que la media que expresa el valor de un índice atenúa la volatilidad y suaviza las desviaciones de las acciones que lo componen, el dividendo del Ibex-35 representa la media de los entregados por sus componentes y protege la sostenibilidad del rendimiento por esta vía a lo largo de los años.

Fondos y ETF con distribución y acumulación

Entre los fondos y los ETF que replican al índice Ibex-35, hay algunos que acumulan los dividendos a la inversión y otros que periódicamente los distribuyen entre sus partícipes. Aquellos que los acumulan y reinvierten en el propio índice, generan un efecto propio del interés compuesto y resultan más rentables a largo plazo. No obstante, algunos ahorradores prefieren la percepción de los dividendos, aún a costa de la rentabilidad futura, para no tener la sensación de aumentar su exposición a la renta variable y por cierto efecto placebo que provoca el cobro de algo parecido a unos intereses por la inversión.

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El cobro en metálico de los dividendos, a través de las instituciones de inversión colectiva que tienen como política su distribución periódica, solo tiene sentido si hay necesidad de complementar los ingresos o cuando el inversor posea la capacidad de reinvertir con una rentabilidad superior a la que suponen los dividendos.

Como se puede observar en el gráfico, que compara la evolución del Ibex-35 con el de un fondo que acumula los dividendos e incrementa el precio o valor liquidativo de sus participaciones, la diferencia de rentabilidad es notable, hasta el punto de que, tomando como origen de una inversión en modo pasivo en el máximo del año 2000 o en el del año 2007, solo por los dividendos logra contrarrestar tanto el descenso del valor del Ibex-35 como el importe de la comisión de gestión y otros gastos que aplica el fondo.

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