Inflación, pandemia, guerra: apuntes sobre la era del desorden

A finales 2020 Deutsche Bank publicó un informe en el que se preveía la llegada de años de incertidumbre y caos. La guerra en Ucrania, la crisis energética, la inflación y hasta los coletazos de la pandemia contribuyen a esta era del desorden.

Hace un par de años los analistas del Deutsche Bank avisaban de que nos encaminábamos hacia un periodo de inestabilidad, caos y conflicto después de otro de relativa estabilidad.

La realidad nos ha demostrado que no carecían de fundamento tales pronósticos. Una serie de circunstancias, algunas que no eran previsibles en absoluto, nos han colocado en un tiempo de alta incertidumbre.

Incertidumbre geopolítica

En primer lugar, nadie pensaba que el mundo podía volver a experimentar la amenaza de la aniquilación nuclear. La caída de misiles en territorio polaco, en el marco de la guerra entre Rusia y Ucrania, ha puesto de manifiesto la fragilidad y peligrosidad de la situación actual, con momentos de tensión que a veces recuerdan a la crisis de los misiles de Cuba, en 1962.

Volvemos a la confrontación de bloques políticos y económicos que parecía haber quedado atrás con la caída del muro de Berlín.

Inflación y estancamiento

En el ámbito económico, la principal amenaza para la economía mundial es que se entre en un periodo de estanflación, en el que suben los precios a la vez que se estanca el crecimiento económico.

Durante las crisis del petróleo de los años setenta del siglo XX quedó demostrado el gran daño que puede ocasionar a las economías (desempleo, bajos productividad, caída del PIB…).

Si bien la fuerte inflación es un hecho desde hace ya varios meses, los últimos datos de la eurozona muestran una cierta moderación en los precios.

No obstante, las autoridades del BCE creen que, dada la volatilidad de los precios energéticos, el pico de inflación podría darse a comienzos de 2023.

Publicidad

Respecto al estancamiento económico, en el tercer trimestre de 2022 el crecimiento del PIB en la eurozona fue de apenas el 0,2 por ciento, los peores datos desde comienzos de 2021.

Mientras, las últimas previsiones de la OCDE apuntan a una ralentización en el crecimiento económico a nivel mundial.

Habrá que estar atentos a la evolución de los datos.

Deuda pública y tipos de interés

En este momento de la historia hay que tener en cuenta, además, el gran endeudamiento de los Estados y las empresas.

La respuesta a la crisis provocada por el Covid-19 y a la crisis energética de 2022 ha venido, sobre todo, de la mano de los Estados. Esto ha provocado niveles muy elevados de deuda.

En 2022, la persistencia de la inflación ha dado lugar a subidas de interés por parte de la mayoría de los bancos centrales para intentar contenerla. El problema está ahora en el efecto que pueda tener esa política monetaria sobre el crecimiento económico.

Puede que los banqueros centrales piensen que parar la tendencia inflacionista bien vale una leve recesión económica: ese sería el mejor de los escenarios.

El peor sería que, dado el alto endeudamiento tanto del Estado como de las empresas, las subidas de tipos provocaran quiebras masivas y dificultades a gobiernos altamente endeudados. Obviamente este escenario no es el que esperan las autoridades monetarias.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que la inflación beneficia a los deudores (a los que saldar su deuda les saldrá más barato) y perjudica a los ahorradores que, con el mismo dinero, podrán comprar menos bienes o servicios.

Habrá que estar atentos a si la inflación es un fenómeno puntual o si habrá altos precios durante un largo periodo de tiempo.

Caos en la transición energética

Más allá de los problemas económicos ocasionados por la guerra de Ucrania, en 2022 ha salido a la luz el problema energético provocado por la transición de los combustibles fósiles a las energías limpias.

Europa se ha propuesto lograr la neutralidad de CO₂ para el año 2050. Esto es, emitir el mismo carbono que el que se retire por diversos procedimientos.

Esto contrasta con el hecho de que se espera que las emisiones de CO₂ a nivel global alcancen un nuevo máximo en 2022. El problema medioambiental va a marcar gran parte de la agenda económica y política en esta era del desorden.

Trabas en la globalización

Otro aspecto importante de esta época de incertidumbre son los problemas en las cadenas de suministro debido a diversos factores como:

  • La irrupción del Covid-19 (que aún sigue generando problemas en China).
  • La guerra entre Ucrania y Rusia.
  • El incremento de los precios.
  • La escasez de materias primas.

Muchas compañías han experimentado interrupciones en sus cadenas de suministros que han generado numerosos problemas de difícil solución.

Esto hace prever cadenas de suministros más cortas y locales, lo que puede significar un retroceso en la fuerte globalización que hemos experimentado en las últimas décadas.

Disrupciones tecnológicas

Otra tendencia que se va a mantener en el tiempo es la aceleración tecnológica. Habrá que ver cómo evoluciona el metaverso en el que los usuarios podrán acceder a un mundo virtual a través de un avatar o gemelo virtual y se podrán realizar diversas actividades e interacciones con otros usuarios.

Una realidad paralela donde accederemos a mundos nuevos sin movernos de una habitación.

Esta disrupción tecnológica, y las múltiples oportunidades de negocio que genera, puede cambiar la manera en que vivimos y tener repercusiones tanto positivas como negativas.

También hay que estar atentos al desarrollo de la inteligencia artificial y la computación cuántica teniendo en cuenta su impacto económico y social, y al desarrollo del aprendizaje automático de las máquinas, sin intervención humana, mediante el establecimiento de redes neuronales artificiales que emulan el cerebro humano, donde los sistemas aprenden usando millones o billones de imágenes, textos y sonidos.

Todo esto es posible gracias al big data, que hace homogéneos estos datos masivos para que sean útiles para la inteligencia artificial. Existen múltiples aplicaciones para esta tecnología que harán que la inteligencia artificial cambie nuestro modo de vida: coches autónomos, diagnósticos médicos, finanzas, negocios, atención al cliente, aviación, usos militares.

Otra tecnología a tener en cuenta es la computación cuántica, que se espera pueda resolver problemas inalcanzables para los ordenadores tradicionales, y tendrá usos en el aprendizaje y desarrollo de la inteligencia artificial, desarrollo de medicamentos y valoraciones de riesgos financieros, entre otros.

Son tiempos convulsos los que vivimos ahora. La inestabilidad y el cambio van a ser unas de las características principales de los años venideros. Tal y como dijo el filósofo griego Heráclito “todo fluye, nada permanece”. Una reflexión tan válida ahora como lo fue en el mundo clásico.

● Un articulo de Jorge Hernando Cuñado, profesor de Economía y Empresa, Universidad Nebrija. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation
En portada

Noticias de