Las Bolsas compran que China y EE.UU. llegarán a un acuerdo comercial
Los analistas prevén que Estados Unidos y China evitarán que el 1 de marzo suban los aranceles aunque tengan que darse más tiempo para negociar
Las negociaciones entre Estados Unidos y China deberían estar entrando en su recta final: en la última reunión del G-20, a principios del pasado diciembre, Donald Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, acordaron una tregua en medio de la guerra comercial para negociar y el plazo se agota el próximo 1 de marzo. Para hacer posibles las conversaciones, el Gobierno de Washington accedió a no aumentar los aranceles del 10% al 25% y a no establecer otros adicionales el pasado 1 de enero, como en principio estaba previsto. Ello significa que hay que contar con la posibilidad de que si las conversaciones no llegan a buen puerto ese incremento tarifario se haría efectivo en menos de dos semanas.
¿Cómo enfrentan los mercados la proximidad de esta fecha, en principio límite, para llegar a un acuerdo comercial y evitar que los aranceles suban, con lo que ello implicaría para el crecimiento económico global y los resultados empresariales? Las bolsas, desde los mínimos del mes de diciembre, han recuperado y, en parte, por la esperanza en que poco a poco se estén limando las asperezas entre las dos superpotencias. Pero, según reflexiona Nuria Álvarez, de Renta 4, con la subida que acumulan los índices, que ronda el 5% en lo que llevamos de año, no da para decir que los inversores han comprado ya la posibilidad de que pueda haber un acuerdo diseñado para el 1 de marzo. «El mercado no descuenta que haya un acuerdo para el 1 de marzo, sino que está en modo 'esperar y ver'. Y considera más probable una extensión de las conversaciones que una solución definitiva», añade Álvarez.
Roberto Ruiz-Scholtes, de UBS, sólo asigna una probabilidad del 15% a un escenario de acuerdo robusto que implique la eliminación de los aranceles. Eso sí, de materializarse, afirma Ruiz-Scholtes, el S&P 500 podría volver a los máximos del año pasado y pondría el punto de mira en los 3.000 puntos para alcanzarlos en los próximos meses. Julien-Pierre Nouen, de Lazard-Frères Gestión, comenta que si bien el impacto económico directo de los aranceles es relativamente limitado, su efecto en la confianza es mucho mayor. Aunque Álvarez cree que la solución del conflicto comercial puede llevar a una reaceleración del crecimiento en 2020 que podría ser muy beneficioso para Alemania.
El 1 de marzo no es el final
Ángel Olea, de Abante, afirma que la del 1 de marzo no es una fecha cerrada como la del día 29 de ese mismo mes del Brexit. Olea, de todas formas, considera probable que para ese momento las partes lleguen a algún tipo de «componenda» para mostrar buenos síntomas. Y ello, afirma Olea, en parte porque a los dos países les interesa que así sea: la economía china ya se ha desacelerado y Donald Trump acaba de entrar en la segunda mitad de su mandato y probablemente quiera que la bolsa vaya bien porque ello incrementa la probabilidad de su reelección a finales de 2020.
Julien-Pierre Nouen, de Lazard Frères Gestión, coincide en que ese 1 de marzo no es una fecha límite dura. Y, de hecho, se hace eco de que la Administración Trump está considerando extender el periodo de negociaciones durante 60 días más. Nouen añade: «Las conversaciones se están llevando a cabo a un nivel más alto que antes y parece haber una fuerte disposición de ambas partes para llegar a un acuerdo». Pilar Aranda, analista de Bankinter para Popcoin, coincide: «Los comentarios en torno a las negociaciones siguen siendo muy constructivos. Incluso Trump ha mencionado estar dispuesto a extender el plazo de la tregua. Nuestro escenario central es que se alcanzará un acuerdo, aunque probablemente de última hora y una vez completados todos los plazos. Las declaraciones que van a ir llegando al respecto van a ser constructivas y el mercado hará buena lectura de ello».
No sólo es el comercio
Este optimismo, por las razones que Nouen comparte con Olea, aunque el primero incorpore algunas matizaciones: «Hay dos aspectos importantes de estas negociaciones. Primero, el déficit comercial. Podría ser lo más fácil de resolver con la promesa de los chinos de aumentar las compras de productos estadounidenses. Luego está la cuestión de la transferencia de tecnología, la protección de la propiedad intelectual. Se trata de la rivalidad estratégica entre los dos países en las próximas décadas y será mucho más difícil de resolver. Pero a corto plazo, ambas partes podrían estar contentas con un acuerdo menos extenso».
La disputa, que al principio fue comercial, ha derivado en algo más profundo, que convierte al conflicto en algo mucho más complejo, que linda con la geoestrategia y que puede conllevar volatilidad periódica en los mercados durante los próximos años. José María Tacias, de Rentamarkets, explica: «EE.UU. quiere un cambio sistémico en la economía china: romper con el binomio Gobierno-empresa. Básicamente, que el Ejecutivo chino deje de subvencionar a las empresas chinas y favorecerlas a nivel local. Por otro lado, las dos grandes potencias libran una batalla en el campo tecnológico donde China quiere ser una referencia de la inteligencia artificial, mientras EE.UU. la acusa de 'robo' de tecnología y patentes». Pero Tacias también confía en que haya avances y se den nuevos plazos para seguir negociando. Y añade, respecto al efecto en las Bolsa: «Si se resuelve o se sigue negociando de manera amistosa, los mercados pueden reaccionar con alzas, aunque éstas serían moderadas por la dificultad del conflicto y por el buen tono de las Bolsas en este mes de enero».
«Nuestro escenario central para la actual ronda de negociaciones es que se logre un nuevo aplazamiento de la entrada en vigor de la subida de los aranceles ganando tiempo para avanzar en los temas técnicos en los próximos meses y evitando un deterioro de las condiciones financieras como ocurrió en el pasado diciembre con las fuertes caídas de las Bolsas y aumento de los diferenciales de crédito», explica Paulo Gonçalves, de Banca March, que precisa que, para que ese escenario sea posible tendría que llegarse a un acuerdo preliminar o de mínimos que podría incluir, entre otros, los siguientes puntos: nuevas metas de incremento de las importaciones de China; y mejora de las condiciones de acceso de empresas estadounidenses al mercado interno chino y, sobre todo, señales de compromiso desde China para mejorar la protección de la propiedad intelectual.
Roberto Ruiz-Scholtes coincide en que lo más probable es que haya un acuerdo de mínimos. Ello implicaría que los aranceles no subirían, pero que tampoco desaparecieran los actuales. También señala que se trataría de una tregua frágil: podrían surgir conflictos alrededor de alguna empresa, como sucede en la actualidad con Huawei, o de alguna operación corporativa. Este escenario benigno, al que asigna una probabilidad del 50%, está en precio, afirma Ruiz-Scholtes, y no estaría exento de episodios de volatilidad.
Cuidado con las decepciones
Aunque Tacias también señala que «una ruptura o amago de ruptura del presidente Trump conllevaría volatilidad en los mercados y caídas de cierto calado».
De hecho, Gonçalves afirma que no hay que descartar el escenario de riesgo: la no consecución de un acuerdo y la subida de los aranceles ya a partir de marzo. Para Ruiz-Scholtes, este escenario, que se materializaría si China no cede en cuestiones de política industrial y de respeto a la propiedad intelectual, tendría una probabilidad del 35%. Según Gonçalves, ello podría llevar a un escenario de guerra comercial total, lo que conduciría a un escenario de estanflación, con inflación al alza y menor crecimiento, el peor escenario para los mercados. «En este escenario, la reacción de los mercados financieros sería muy negativa. Esperaríamos una caída de las Bolsas, que podrían volver a niveles similares a los mínimos de diciembre», concluye Gonçalves.
Ruiz-Scholtes afirma que en caso de que no haya acuerdo, se desharía buena parte del rebote que acumulan las Bolsas. Pero considera que no se marcarían nuevos mínimos: los niveles más bajos marcados en diciembre, comenta Ruiz-Scholtes, estaban «contaminados» por el temor a una nueva recesión, así como por las ventas forzadas de ciertos instrumentos de inversión que «ahora ya están limpios».
¿Qué estrategia de inversión adoptar?
Diego Jiménez-Albarracín, de Deutsche Bank, afirma que, a la vista del riesgo ligado a la guerra comercial, sólo han aconsejado Bolsa a los inversores preparados para asumir volatilidad. Además, señala que en su cartera modelo la Bolsa sólo pesa un 30%. Sara Herrando, de Norbolsa, añade que arrancó el año con una cartera equilibrada entre valores cíclicos y defensivos. Pilar Aranda, analista de Bankinter para Popcoin, ha dejado su estrategia sin variaciones: prevé un acuerdo y por ello sobrepondera EE.UU. frente al resto de geografías.
Para José María Tacias, de Rentamarkets, lo que hay que hacer es mantener la distribución de la cartera: la volatilidad hace muy difícil acertar con la operativa. Pero añade: «Los inversores que tengan mucha exposición a la renta variable pueden realizar una cobertura con opciones put. Otra alternativa es dedicar parte de la inversión a activos refugio como podrían ser el yen japonés o el oro». Carlos Gutiérrez, de Dunas Capital, añade: «Nuestro escenario central es que se llegue a un acuerdo. Sin embargo, la probabilidad de que no ocurra, o de que tarde más de lo previsto, no es despreciable. Por lo tanto, mantenemos el grueso de nuestras carteras de medio plazo inalteradas, pero con coberturas importantes que nos protejan ante un eventual 'no acuerdo' comercial, evento de baja probabilidad, pero de muy negativo impacto». Esta estrategia también puede ayudar si antes del acuerdo se eleva la tensión.
Julien-Pierre Nouen, de Lazard Frères Gestión, recomienda no pensar en lo que pasará en las próximas semanas, sino en los próximos meses. Cree que el entorno debería apoyar a las Bolsas y que la eliminación del riesgo de la guerra comercial ayudaría a mantener el 'rally', pero persistiría la gran cuestión: cuánto más durará el ciclo.