Los resultados empresariales, la mejor brújula para las Bolsas
Los analistas confían en que con las caídas sufridas por las Bolsas el año pasado se haya recogido sobradamente el posible deterioro de las cuentas.
Los resultados empresariales de 2018 que han empezado a presentarse esta semana pueden dar la información que precisa el mercado sobre la verdadera salud del ciclo económico y, por tanto, determinar si las caídas que las Bolsas sufrieron en 2018 tuvieron fundamento o si por el contrario fueron excesivas. Paulo Gonçalves, de Banca March, precisa: «Consideramos que la temporada de publicación de resultados empresariales del cuarto trimestre será decisiva para la evolución de las Bolsas en las próximas semanas, ya que permitirá conocer de primera mano la evolución real de las ventas de las empresas en un entorno de mayores incertidumbres económicas». Según Gonçalves, «será fundamental seguir las referencias que realicen las grandes multinacionales sobre la evolución de su negocio en China y los posibles efectos negativos de mayores barreras al comercio».
Ricardo Torrella, de Gesinter, señala que las Bolsas cayeron tanto en el último tramo del año pasado que incluso si los resultados empresariales se colocaran por debajo de lo previsto, tendrían margen para seguir con el rebote en que llevan inmersas desde las últimas sesiones de diciembre. Aunque los analistas sí han revisado a la baja sus perspectivas. Como recuerda Ángel Olea, de Abante, siempre ocurre justo antes de que las empresas comiencen a rendir cuentas, lo que facilita que puedan superar expectativas. En todo caso, como sintetizaba en declaraciones a Bloomberg Peter Oppenheimer, de Goldman Sachs, la clave será comprobar qué deterioro se ha producido en los resultados de las empresas en relación con el que ya se esperaba.
Roberto Ruiz-Scholtes, de UBS, resume la reacción que espera en las Bolsas: no confía en que actúen, globalmente, como impulso para las cotizaciones, pero tampoco que vayan a provocar que los precios se vayan a nuevos mínimos. Gonçalves es algo más positivo, dado que espera que las cuentas de las empresas sirvan como soporte de las Bolsas y permitan recuperar parte de las fuertes caídas del último tramo de 2018. Celso Otero, de Renta 4, añade: «Los resultados nos van a mostrar el punto de inflexión para volver al mercado, pero no sé si van a ser ya estos o si hay que esperar unos trimestres más».
¿Qué pasará en EE.UU.?
En Estados Unidos ya se han publicado varias cifras, especialmente del sector bancario y, salvo la excepción de Morgan Stanley, fueron acogidas en Bolsa con grandes avances. Pero Otero no cree que se pueda entender como anticipo de nada: opina que el sector financiero no será el que marque la pauta. Cree, en cambio, que el mercado va a vigilar especialmente el sector industrial y el retail. En este último ya hubo alguna demoledora revisión a la baja, como la de Macy's, que se suma a la de Apple. A ellos, Olea suma el tecnológico y el energético, porque, a la vista de su carácter global, darán mucha información sobre el ciclo.
En todo caso, se espera un potente crecimiento de los beneficios americanos. Según Diego Jiménez-Albarracín, de Deutsche Bank, el consenso espera un incremento de las ganancias de entre un 14% y un 15% en el cuarto trimestre en comparación interanual. De cumplirse esa previsión, los beneficios en el conjunto del año 2018 habrían aumentado un 20%. Y ello, dice Jiménez-Albarracín, no solo por las bajadas de impuestos de Trump, sino también porque las empresas están fuertes en la generación de ingresos.
Aunque todo eso el mercado ya lo sabe y, además, es algo que corresponde al pasado. La Bolsa cotiza expectativas. Y a las que manifiesten las empresas es a lo que más atención se va a prestar, según Otero. Y es que para 2019 ya se prevé una importante desaceleración respecto a 2018. En términos globales, los analistas han acometido la mayor revisión a la baja de sus expectativas de beneficio para 2019 desde 2009. Pero la Bolsa americana también se ha abaratado, afirma Otero: de cotizar a un per con vistas a los próximos doce meses de 22 veces, ahora lo hace a un per de 17 veces.
¿Qué pasará en Europa?
En el Viejo Continente las cuentas de las empresas también van a ser un importante test, dada la velocidad que está adquiriendo la desaceleración económica en Europa. En este sentido, Gonçalves recuerda que durante 2018 el crecimiento de los beneficios decepcionó sobre todo en Europa, dada su exposición a los mercados internacionales, el deterioro del comercio internacional y la caída de la actividad en las economías emergentes. «Sin embargo, el mercado ya ha descontado en gran parte esta peor evolución, como muestra que a nivel agregado las mayores revisiones a la baja de las expectativas de beneficios para este cuarto trimestre se centraron en las bolsas europeas», explica Gonçalves. Así, el consenso espera un crecimiento del beneficio de las empresas europeas del 6% interanual para el cuarto trimestre frente al 11% que se estimaba hace un año, mientras que en EE.UU. la reducción ha pasado apenas del 16% al 14%. Para Gonçalves, esta situación abre la puerta a la posibilidad de más sorpresas positivas en Europa.
Carlos Gutiérrez, de Dunas Capital, precisa, por ejemplo, que si bien el mercado alemán puede ser, junto al chino, uno de los más expuestos al aumento del proteccionismo y a una posible desaceleración global, algunas de las principales empresas alemanas ya han ajustado sus valoraciones, por lo que puede haber en ellas oportunidades interesantes de inversión a largo plazo. Y lo mismo considera respecto a algunas empresas del Reino Unido, muy castigadas por la incertidumbre sobre el Brexit, si van «publicando resultados normales». Como punto negativo, sin embargo, Gutiérrez señala que las protestas de los chalecos amarillos en Francia podrían haber dañado los resultados de algunas empresas de distribución y consumo.
El caso español
En España, Víctor Peiro, de GVC Gaesco Beka, comparte que de las cuentas no espera ni sorpresas positivas ni negativas y cree que van a ser neutrales para las cotizaciones. Bien es verdad que concede que las empresas que presenten pequeños cambios en las perspectivas pueden sufrir un importante impacto, pueden verse inmersas en una gran volatilidad, como ya vimos en trimestres anteriores. Con ello coincide Jesús de Blas, de Bankoa Crédit Agricole: «Puede ser una temporada de extremos, porque cualquier desviación al alza o a la baja respecto a las previsiones puede tener un gran impacto». Carlos Gutiérrez señala, por su parte, que la temporada de resultados suele llevar aparejada una mayor volatilidad, dadas las reacciones de los diferentes actores del mercado ante la nueva información publicada. En este caso, asegura, como la duda está en lo cerca que pueda estar el final del ciclo, lo que más moverá al mercado serán las previsiones para los próximos trimestres y no tanto los resultados del último.
De todas maneras, De Blas reconoce que si los resultados se muestran resistentes y en las guías no hay advertencias serias, podrían servir de apoyo al mercado. «No tiene por qué ser negativa la presentación de resultados, pero me cuesta ver tranquilidad en el mercado», remata De Blas.
Según Peiro, los sectores más vigilados serán el industrial, el del consumo y la distribución y el turístico. En definitiva -asegura- el foco estará en las compañías cíclicas, porque son las que mejor pueden informar de cómo va la economía. En cambio, cree que las eléctricas presentarán resultados en línea, las telecos tendrán un bajísimo crecimiento, mientras que no ve en los bancos demasiados catalizadores ni a favor ni en contra.
De Blas considera que el centro de atención estará en los márgenes y sobre todo en empresas con gran volumen de negocio, pero debilidad en esta rúbrica, como Sacyr, Técnicas Reunidas u OHL. También cree que hay que vigilar al sector automovilístico, al constructor, a Indra y a Inditex.
Torrella apunta que hay que estar pendiente de las empresas más globales y expuestas al comercio mundial y a divisas extranjeras. Pero ahí ve Jiménez-Albarracín un foco de sorpresas positivas, sobre todo en las compañías ligadas a Brasil, como Santander o Telefónica.