Los riesgos políticos no amainan con vistas a 2018
Cataluña es el riesgo político más próximo, pero puede desatar una crisis más amplia en Europa. Aunque no es el único peligro que se avecina: por delante nos encontraremos con las elecciones italianas, la negociación del 'Brexit' y las siempre presentes amenazas que suponen Corea del Norte y la situación de Oriente Medio.
El foco, lógicamente, lo seguimos teniendo puesto en Cataluña porque domésticamente representa un gran riesgo. Pero fuera de nuestras fronteras sigue habiendo peligros geopolíticos y otros retos también de índole política de gran importancia a los que posiblemente no estamos prestando la suficiente atención. Tres expertos de Citi, Willem Buiter, economista jefe global de la firma, Tina Fordham, su jefa de análisis político global, y Guillaume Menuet, economista especializado en el área europea, repasaron todas esas incertidumbres en la reunión que anualmente celebra el banco americano con los periodistas de la región EMEA (Europa, Oriente Medio y África) en Londres.
Tras los dos terremotos políticos que tuvieron lugar el pasado año, el 'Brexit' y la victoria de Donald Trump, y pese a que las elecciones que ha habido este año en Europa, como las holandesas, las francesas y las alemanas, se han resuelto con buenos resultados, sobre todo las dos primeras, como apunta Fordham, los inversores no se pueden relajar. Es cierto, apunta esta experta, que los partidos que ella denomina como «fuera del mainstream» no lograron vencer en los últimos comicios celebrados en el Viejo Continente, pero también lo es que quedaron en segundos o terceros puestos, con lo que, en su opinión, aún es muy pronto para concluir que hemos dejado atrás la amenaza de que la política pueda discurrir en direcciones diferentes a las que han dominado en los últimos años.
Ligado a ello, Fordham también pone el foco en que la eclosión de estos nuevos movimientos políticos, incluso sus momentos de mayor éxito, no están teniendo lugar en momentos de crisis, sino después de haber sufrido una: quizás unos malos datos de paro y crecimiento no sean los mejores indicadores ya para predecir el éxito de los 'outsiders' de la política.
Así, señala, por ejemplo, que en los países del norte y tradicionalmente prestamistas, como Dinamarca, Suecia, Austria u Holanda, la política continúa siendo un riesgo importante.
Cataluña: ejemplo del frágil escenario político
De este modo, si bien los últimos resultados electorales en Europa han sido los mejores posibles y el nivel de estabilidad política en el Viejo Continente es ahora mayor que en otros momentos recientes, mayor quizás que en los últimos diez años, no hay que olvidar ni los riesgos que apunta Fordham ni tampoco, cómo no, el que supone Cataluña, que es el último ejemplo del frágil escenario político en el que se mueve Europa, e incluso el mundo. Fordham señala la cuestión catalana como un hito más del proceso, o del peligro, desglobalizador al que se enfrenta el mundo.
Pero, ¿qué esperar a partir de ahora de Cataluña? Fordham comenta que lo importante no es la dimensión actual del movimiento independentista, sino su tendencia: el apoyo con el que cuenta se ha doblado en unos pocos años, aunque sigue sin ser mayoritario, ya que lo sitúa en el 44 por ciento, tomando como referencia el referéndum ilegal del pasado 1 de octubre. Pero señala, en referencia a la actuación policial de ese mismo día, que cuando un Estado usa una fuerza excesiva contra un movimiento de estas características, éste tiende a aumentar los apoyos con los que cuenta, por lo que no es imposible imaginar que llegue a rebasar el 50 por ciento. También, en su opinión, puede contribuir a aumentar los apoyos al independentismo la encarcelación de sus líderes.
Matiza su pronóstico avisando de que aún pueden suceder muchas cosas en las seis semanas que todavía quedan para las elecciones catalanas del 21-D. Además, apunta que Europa está mirando a Cataluña porque no quiere ver que proliferen otros movimientos separatistas, no quiere enfrentarse con otro peligro existencial, después de haber evitado el anterior, la pasada primavera, con la derrota del Frente Nacional en Francia, que planteaba celebrar un referéndum sobre el euro.
¿Qué ocurriría si los independentistas ganaran las elecciones? De acuerdo con Fordham, aumentaría la tensión entre Cataluña y el Gobierno central, aunque ello dependería de lo que las fuerzas independentistas quisieran hacer con ese capital político obtenido, así como del margen de su victoria, dado que si ésta se produce con mucha diferencia, los independentistas tendrían más poder de negociación. Pero Fordham no espera una gran victoria de los separatistas, sino un resultado similar al del referéndum británico del que se derivó el 'Brexit' con un apoyo del 52 por ciento de los sufragios.
También ve la posibilidad de que los independentistas pierdan y, de esta manera, el Gobierno de Madrid pueda comprar algo más de tiempo.
Fordham avisa de que hay que estar muy pendientes de como evolucionen las encuestas, así como de las noticias que apunten a cambios de estrategia por parte de los separatistas, y las reacciones que los acompañen.
Asimismo, señala que según cuál sea el resultado del 21-D en Cataluña podrían ganar fuerza otros movimientos del mismo tipo en Europa.
Buiter, por su parte, resalta la fría acogida que ha tenido el movimiento catalán en Europa. Pero también apunta el margen de negociación que existe hasta un escenario en el que Cataluña alcanzaría el mismo estatus que el País Vasco.
¿Qué consecuencias económicas puede tener la posible victoria del bloque independentista? De acuerdo con Menuet, la cuestión sería más preocupante si la economía española estuviera débil, pero ahora disfruta de un buen tono. En el caso de Cataluña, considera que sí podría sufrir negativas consecuencias, en particular en la inversión que recibe esta región, además de que podrían proseguir los cambios de domicilio de las empresas.
«Aunque no pensaría que la independencia está a la vuelta de la esquina, de todas maneras», precisa Menuet.
Siguiente estación: las elecciones italianas
Después de la resolución, o no, de la cuestión catalana, llegarán las elecciones italianas, que tendrán que tener lugar como tarde en el mes de mayo.
En Italia también existía la amenaza de que, según el partido que ganara, se podría celebrar un referéndum sobre la moneda única o sobre la pertenencia a la UE. Pero, de acuerdo con Fordham, el modo en que están discurriendo las cosas con el Reino Unido y su 'Brexit' está provocando que esa opción esté perdiendo fuelle: los partidos políticos del país trasalpino ya saben que ofreciendo en su programa electoral la celebración de una consulta de este tipo no ganarán las elecciones y por eso están encontrando otros modos de mostrar su carácter antisistema. Así, el Movimiento Cinco Estrellas ha retirado calladamente su propuesta de referéndum y está comenzando a hablar de la posibilidad de una moneda paralela.
En todo caso, como señala Fordham, en Italia el panorama está abierto y sea cual sea el Gobierno que se forme será seguramente débil. La menor probabilidad de que haya un referéndum sobre el euro, aunque no elimina a Italia de su posición como mayor riesgo de Europa, sí reduce su potencial impacto negativo en los mercados.
Sí menciona el riesgo de que haya efecto contagio de Cataluña a la Liga Norte, que ya ha llevado a la celebración de referéndums no vinculantes en ciertas regiones de Italia para medir el apoyo a una mayor autonomía.
El 'Brexit' y la inestabilidad política británica
Si bien de acuerdo con Willem Buiter con el 'Brexit' desaparece de Europa un elemento que actuaba de freno a la integración europea, el propio proceso de salida del Reino Unido de la UE tiene riesgos, aunque limitados, para el resto de Europa, según comenta Fordham. La politóloga cree que nos enfrentamos con el 'Brexit' a una crisis de competencia, puesto que los políticos aún consideran que es un problema político, cuando ya ha pasado a ser técnico. Y el Reino Unido enfrenta la negociación con grandes déficits: su escaso peso en ellas, la debilidad de su líder, continuamente cuestionada, y las fracturas existentes en su gabinete. Cuando ganó las elecciones se pronosticó un corto mandato para Theresa May y Fordham señala que lo único que mantiene a los conservadores juntos es el temor a que Jeremy Corbyn, el líder laborista más izquierdista desde Clement Atlee en la segunda posguerra mundial, llegue al 10 de Downing Street. Por eso, según Fordham, el riesgo político del Reino Unido está infravalorado, por la posibilidad de que May pueda no aguantar mucho tiempo más las presiones y nos encontremos con que converjan una serie de acontecimientos: la cumbre europea de marzo de 2018, decisiva para el proceso de salida del Reino Unido de la UE, con una agitación política en el país que no provoque un 'Brexit' duro, algo que ya se descuenta, sino un 'Brexit' desastroso, que es incluso más peligroso.
Menuet no es tan pesimista sobre el 'Brexit': si bien después del referéndum se rebajaron las expectativas económicas, el buen tono económico global y la inexistencia de efectos inmediatos en el propio país, hizo que se olvidara la cuestión internamente. Aunque aún cree que los efectos serán negativos para el Reino Unido y para Europa, el 'Brexit' no está en el «top ten» de preocupaciones en el Viejo Continente. Y, además, confía en un acuerdo. Cree que para la cumbre de diciembre puede haber algún avance o borrador sobre el pacto, aunque el verdadero «deadline» es la de marzo de 2018.
El 'Brexit' puede ayudar a la integración Europea. Pero ésta no cuajará, según apunta Guillaume Menuet, hasta que no se sepa cómo concluyen las historias de Italia y de España. En este sentido, según Menuet, en el caso de que veamos que la economía europea se viene un poco abajo, podría haber una coordinación fiscal de Macron y Merkel, sobre todo una vez el Banco Central Europeo haya empezado a subir los tipos de interés.
Pero en los últimos días ha surgido una incertidumbre política nueva: la ruptura de las negociaciones para la formación de un Gobierno en Alemania entre la coalición que lidera Angela Merkel, los verdes y los liberales abocará, seguramente, a la celebración de nuevas elecciones en la locomotora europea, dado que Merkel renuncia a un gobierno en minoría. Los mercados no se han puesto nerviosos porque pueden esperar una mayoría reforzada para la canciller tras esos eventuales nuevos comicios.
Aunque, como advierte Buiter, Francia y Alemania son sólo dos países entre 27, y pueden encontrarse con la oposición en estas y otras cuestiones con los Gobiernos de Austria o de Hungría, entre otros. Aunque lo que considera que es necesario es mucho más ambicioso, como la mutualización federal, así como un instrumento de reestructuración de la deuda soberana europea.
Corea y Oriente Medio
En otras latitudes también hay riesgos. Willem Buiter señala tres: Corea del Norte, la situación de Oriente Medio y que el ciclo económico americano esté tan adelantado.
Si Corea del Norte, sobre todo, porque es una crisis que se arrastra desde el verano, y que se haya complicado la situación en Oriente Medio últimamente no se han llevado por delante a las Bolsas ha sido, según Fordham, por la liquidez que han estado inyectando los bancos centrales, por un lado, y por la oferta extra de petróleo que han proporcionado las explotaciones de 'fracking'.
Pero esa falta de reacción de los mercados, esa desconexión de los mercados y los acontecimientos, provoca que los inversores se relajen, y también los propios líderes políticos. Entre estos riesgos, el mayor, según Fordham, es el que representa Corea del Norte, puesto que se puede internacionalizar de la noche a la mañana, porque EE.UU. garantiza la seguridad de Corea del Sur y de Japón, a diferencia de lo que sucedió con la crisis de Crimea, que fue un conflicto regional que no derivó en sistémico. En el caso de Corea del Norte, nos enfrentaríamos a un conflicto regional que sí puede convertirse en sistémico.
El peligro que llevan consigo Corea del Norte y el conflicto entre Irán y Arabia Saudí, junto a los mensajes que vienen de la Casa Blanca (retórica inflamable además de su decisión de salir de acuerdos internacionales) dibujan un contexto bastante peligroso. Tal es así que, según Fordham, lo que ha mantenido la paz y la estabilidad en las dos últimas décadas puede estar ahora bajo una gran presión.